PERIÓDICO LITÚRGICO
XVII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
27.07.2025
RITOS INICIALES
CANTO DE ENTRADA
Una vez reunido el pueblo, el sacerdote se dirige al altar con los ministros, durante el canto de entrada.
REUNIDOS EN EL NOMBRE DEL SEÑOR,
QUE NOS HA CONGREGADO ANTE SU ALTAR,
//CELEBREMOS EL MISTERIO DE LA FE
BAJO EL SIGNO DEL AMOR Y LA UNIDAD//
TÚ, SEÑOR, DAS SENTIDO A NUESTRA VIDA,
TU PRESENCIA NOS AYUDA A CAMINAR,
TU PALABRA ES FUENTE DE AGUA VIVA
QUE NOSOTROS, SEDIENTOS, A TU MESA VENIMOS A BUSCAR. ℟.
PURIFICA CON TU GRACIA NUESTRAS MANOS,
ILUMINA NUESTRA MENTE CON TU LUZ,
QUE LA FE SE FORTALEZCA EN TU PALABRA,
Y TU CUERPO, TOMADO EN ALIMENTO, NOS TRAIGA LA SALUD. ℟.
ANTÍFONA DE ENTRADA
(Sal 67, 6-7. 36)
Si no hay canto de entrada, se recita la antífona:
℣.: Dios habita en su santuario; él nos hace habitar juntos en su casa; es la fuerza y el poder de su pueblo.
Llegado al altar y habiendo hecho la debida reverencia, besarlo en señal de veneración y, si procede, inciensarlo. Luego todos van a las sillas.
Ante la asamblea reunida, al terminar el canto de entrada, el sacerdote dice:
Pres.: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
℟.: Amén.
El sacerdote saluda al pueblo con una de las fórmulas siguientes:
Pres.: El Dios de la esperanza, que por la acción del Espíritu Santo nos colma con su alegría y con su paz, esté siempre con todos ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.
El sacerdote, diácono u otro ministro debidamente preparado podrá, en breves palabras, introducir a los fieles en la misa del día.
ACTO PENITENCIAL
Pres.: En el día en que celebramos la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte, reconozcamos que estamos necesitados de la misericordia del Padre para morir al pecado y resucitar a la vida nueva.
Se hace una breve pausa en silencio.
Después el sacerdote o el diácono, u otro ministro, empleando éstas u otras invocaciones, con el Señor, ten piedad (Kyrie, eléison), dice:
Pres o Diác.: Tú que eres la plenitud de la verdad y de la gracia: Señor, ten piedad.
R.: Señor, ten piedad.
Pres o Diác.: Tú que te has hecho pobre para enriquecernos: Cristo, ten piedad.
R.: Cristo, ten piedad.
Pres o Diác.: Tú que has venido para hacer de nosotros tu pueblo santo: Señor, ten piedad.
R.: Señor, ten piedad.
El sacerdote concluye con la siguiente plegaria:
Pres.: Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
℟.: Amén.
Pres.: Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
℟.: Amén.
HIMNO DEL GLORIA
GLORIA A DIOS EN EL CIELO,
Y EN LA TIERRA PAZ A LOS
HOMBRES QUE AMA EL SEÑOR.
POR TU INMENSA GLORIA TE ALABAMOS, TE BENDECIMOS, TE ADORAMOS, TE GLORIFICAMOS, TE DAMOS GRACIAS, SEÑOR DIOS, REY CELESTIAL, DIOS PADRE TODOPODEROSO.
GLORIA A DIOS EN EL CIELO,
Y EN LA TIERRA PAZ A LOS
HOMBRES QUE AMA EL SEÑOR.
SEÑOR, HIJO ÚNICO, JESUCRISTO. SEÑOR DIOS, CORDERO DE DIOS, HIJO DEL PADRE; TÚ QUE QUITAS EL PECADO DEL MUNDO, TEN PIEDAD DE NOSOTROS; TÚ QUE QUITAS EL PECADO DEL MUNDO, ATIENDE NUESTRA SÚPLICA; TÚ QUE ESTÁS SENTADO A LA DERECHA DEL PADRE, TEN PIEDAD DE NOSOTROS.
GLORIA A DIOS EN EL CIELO,
Y EN LA TIERRA PAZ A LOS
HOMBRES QUE AMA EL SEÑOR.
PORQUE SÓLO TÚ ERES SANTO, SÓLO TÚ SEÑOR, SÓLO TÚ ALTÍSIMO, JESUCRISTO, CON EL ESPÍRITU SANTO EN LA GLORIA DE DIOS PADRE. AMÉN.
ORACION COLECTA
Acabado el himno, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Pres.: Oremos.
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos. Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración colecta:
Señor Dios, protector de los que en ti confían, sin ti, nada es fuerte, ni santo; multiplica sobre nosotros tu misericordia para que, bajo tu dirección, de tal modo nos sirvamos ahora de los bienes pasajeros, que nuestro corazón esté puesto en los bienes eternos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
℟.: Amén.
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
(Gn 18, 20-32)
No se enfade mi Señor, si sigo hablando
Lector: Lectura del libro del Génesis.
En aquellos días, el Señor dijo a Abraham: “El clamor contra Sodoma y Gomorra es grande y su pecado es demasiado grave. Bajaré, pues, a ver si sus hechos corresponden a ese clamor; y si no, lo sabré”. Los hombres que estaban con Abraham se despidieron de él y se encaminaron hacia Sodoma. Abraham se quedó ante el Señor y le preguntó: “¿Será posible que tú destruyas al inocente junto con el culpable? Supongamos que hay cincuenta justos en la ciudad, ¿acabarás con todos ellos y no perdonarás al lugar en atención a esos cincuenta justos? Lejos de ti tal cosa: matar al inocente junto con el culpable, de manera que la suerte del justo sea como la del malvado; eso no puede ser. El juez de todo el mundo ¿no hará justicia?” El Señor le contestó: “Si encuentro en Sodoma cincuenta justos, perdonaré a toda la ciudad en atención a ellos”. Abraham insistió: “Me he atrevido a hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza. Supongamos que faltan cinco para los cincuenta justos, ¿por esos cinco que faltan, destruirás toda la ciudad?” Y le respondió el Señor: “No la destruiré, si encuentro allí cuarenta y cinco justos”. Abraham volvió a insistir: “Quizá no se encuentren allí más que cuarenta”. El Señor le respondió: “En atención a los cuarenta, no lo haré”. Abraham siguió insistiendo: “Que no se enoje mi Señor, si sigo hablando, ¿y si hubiera treinta?” El Señor le dijo: “No lo haré, si hay treinta”. Abraham insistió otra vez: “Ya que me he atrevido a hablar a mi Señor, ¿y si se encuentran sólo veinte?” El Señor le respondió: “En atención a los veinte, no la destruiré”. Abraham continuó: “No se enoje mi Señor, hablaré sólo una vez más, ¿y si se encuentran sólo diez?” Contestó el Señor: “Por esos diez, no destruiré la ciudad”.
Lector: Palabra de Dios.
℟.: Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
(Sal 137)
℟. Te damos gracias de todo corazón.
De todo corazón te damos gracias, Señor, porque escuchaste nuestros ruegos. Te cantaremos delante de tus ángeles, te adoraremos en tu templo. ℟.
Señor, te damos gracias por tu lealtad y por tu amor; siempre que te invocamos, nos oíste y nos llenaste de valor. ℟.
Se complace el Señor en los humildes y rechaza al engreído. En las penas, Señor, me infundes ánimo, me salvas del furor del enemigo. ℟.
Tu mano, Señor, nos pondrá a salvo y así concluirás en nosotros tu obra. Señor, tu amor perdura eternamente; obra tuya soy, no me abandones. ℟.
SEGUNDA LECTURA
(Col 2, 12-14)
Les dio a ustedes una vida nueva con Cristo, perdonándoles todos sus pecados
Hermanos: Por el bautismo fueron ustedes sepultados con Cristo y también resucitaron con él, mediante la fe en el poder de Dios, que lo resucitó de entre los muertos. Ustedes estaban muertos por sus pecados y no pertenecían al pueblo de la alianza. Pero él les dio una vida nueva con Cristo, perdonándoles todos los pecados. Él anuló el documento que nos era contrario, cuyas cláusulas nos condenaban, y lo eliminó clavándolo en la cruz de Cristo.
Lector: Palabra de Dios.
℟.: Te alabamos, Señor.
℟.: Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
HEMOS RECIBIDO UN ESPÍRITU DE HIJOS,
QUE NOS HACE EXCLAMAR: ¡PADRE!
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
Mientras tanto, el sacerdote, cuando se utiliza incienso, lo coloca en el incensario. El diácono, que proclamará el Evangelio, inclinándose profundamente ante el sacerdote, pide en voz baja la bendición:
℣.: Padre, dame tu bendición.
Pres.: El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que anuncies dignamente su Evangelio; en el nombre del Padre, y del Hijo ✠ y del Espíritu Santo.
℣.: Amén.
Pero si no está presente el diácono, el sacerdote, inclinado ante el altar, dice en secreto:
Purifica mi corazón y mis labios, Dios todopoderoso, para que pueda anunciar dignamente tu santo Evangelio.
Después el diácono (o el sacerdote) va al ambón, y dice:
℣.: El Señor esté con ustedes.
EVANGELIO
(Lc 11, 1-13)
Después el diácono (o el sacerdote) va al ambón, y dice:
℣.: El Señor esté con ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.
El diácono (o el sacerdote), dice:
✠ Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
✠ Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
℟.: Gloria a ti, Señor.
Luego el diácono o el sacerdote, si procede, inciensa el libro y proclama el Evangelio.
℣.: Un día, Jesús estaba orando y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: “Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos”. Entonces Jesús les dijo: “Cuando oren, digan: ‘Padre, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas, puesto que también nosotros perdonamos a todo aquel que nos ofende, y no nos dejes caer en tentación’ “. También les dijo: “Supongan que alguno de ustedes tiene un amigo que viene a medianoche a decirle: ‘Préstame, por favor, tres panes, pues un amigo mío ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle’. Pero él le responde desde dentro: ‘No me molestes. No puedo levantarme a dártelos, porque la puerta ya está cerrada y mis hijos y yo estamos acostados’. Si el otro sigue tocando, yo les aseguro que, aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo, por su molesta insistencia, sí se levantará y le dará cuanto necesite. Así también les digo a ustedes: Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, toquen y se les abrirá. Porque quien pide, recibe; quien busca, encuentra, y al que toca, se le abre. ¿Habrá entre ustedes algún padre que, cuando su hijo le pida pan, le dé una piedra? ¿O cuando le pida pescado le dé una víbora? ¿O cuando le pida huevo, le dé un alacrán? Pues, si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan?”
℣.: Palabra del Señor.
℟.: Gloria a ti, Señor Jesús.
Luego besa el libro, diciendo la oración en silencio.
HOMILÍA
CREDO
(Símbolo Apostólico)
Acabada la homilía, se hace la profesión de fe
℟.: Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
℟.: Escúchanos, Padre.
1. Por los que empiezan a conocer a Cristo y por los que desean la gracia del bautismo para ellos o para sus hijos. Oremos. ℟.
2. Por nuestra comunidad y para todos los que habitan en ella, a fin de que gocen de paz y prosperidad abundantes. Oremos. ℟.
3. Por los que persiguen a la Iglesia o se han alejado de la práctica de su fe y por los pecadores que viven intranquilos por no abrirse a la luz del Espíritu y a la gracia de la conversión. Oremos. ℟.
4. Por todos los que estamos aquí reunidos y por aquellos por los que queremos rezar, para que el Señor nos guarde a todos en la fe y nos reúna en el Reino de su Hijo. Oremos. ℟.
Pres.: Escucha, Padre santo, la voz de tu Iglesia y danos tu Santo Espíritu, para que –invocándote con aquella confianza y perseverancia que tu Hijo Jesucristo nos enseñó– crezcamos más y más en la experiencia de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟.: Amén.
LITURGIA EUCARÍSTICA
PRESENTACIÓN DE LOS DONES
(Saber que vendrás)
Terminado lo anterior, comienza el canto para el ofertorio. Mientras tanto, los ministros colocan sobre el altar el corporal, el purificador, el cáliz, la palia y el misal.
EN ESTE MUNDO QUE CRISTO NOS DA
HACEMOS LA OFRENDA DEL PAN,
EL PAN DE NUESTRO TRABAJO SIN FIN
Y EL VINO DE NUESTRO CANTAR.
TRAIGO ANTE TI NUESTRA JUSTA INQUIETUD;
BUSCAR LA JUSTICIA Y LA PAZ.
//SABER QUE VENDRÁS,
SABER QUE ESTARÁS
PARTIENDO A LOS POBRES TU PAN.//
LA SED DE TODOS LOS HOMBRES SIN LUZ,
LA PENA Y EL TRISTE LLORAR;
EL ODIO DE LOS QUE MUEREN SIN PAN,
CANSADOS DE TANTO LUCHAR.
EN LA PATENA DE NUESTRA OBLACIÓN,
ACEPTA LA VIDA, SEÑOR. ℟.
Conviene que los fieles expresen su participación en la ofrenda, bien sea llevando el pan y el vino para la celebración de la Eucaristía, bien presentando otros dones para las necesidades de la Iglesia o de los pobres.
El sacerdote, de pie ante el altar, recibe la patena con el pan en las manos y, levantándola un poco por encima del altar, dice la oración en silencio. Luego coloca la patena con el pan sobre el corporal.
El diácono o sacerdote vierte vino y un poco de agua en el cáliz, orando en silencio.
Luego, el sacerdote recibe el cáliz en sus manos y, levantándolo un poco por encima del altar, dice la oración en silencio: luego, coloca el cáliz sobre el corporal.
Luego el sacerdote, profundamente inclinado, reza en silencio.
Y, si procede, inciensar las ofrendas, la cruz y el altar. Después, el diácono u otro ministro inciensa al sacerdote y al pueblo.
Luego, el sacerdote, de pie junto al altar, se lava las manos y dice la oración en silencio.
El sacerdote, de pie en el centro del altar, dice:
Pres.: En el momento de ofrecer el sacrificio de toda la Iglesia, oremos a Dios, Padre todopoderoso.
℟.: El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
Luego el sacerdote dice la oración sobre las ofrendas:
Pres.: Recibe, Señor, los dones que por tu generosidad te presentamos, para que, por el poder de tu gracia, estos sagrados misterios santifiquen toda nuestra vida y nos conduzcan a la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟.: Amén.
El sacerdote, de pie ante el altar, recibe la patena con el pan en las manos y, levantándola un poco por encima del altar, dice la oración en silencio. Luego coloca la patena con el pan sobre el corporal.
El diácono o sacerdote vierte vino y un poco de agua en el cáliz, orando en silencio.
Luego, el sacerdote recibe el cáliz en sus manos y, levantándolo un poco por encima del altar, dice la oración en silencio: luego, coloca el cáliz sobre el corporal.
Luego el sacerdote, profundamente inclinado, reza en silencio.
Y, si procede, inciensar las ofrendas, la cruz y el altar. Después, el diácono u otro ministro inciensa al sacerdote y al pueblo.
Luego, el sacerdote, de pie junto al altar, se lava las manos y dice la oración en silencio.
Pres.: En el momento de ofrecer el sacrificio de toda la Iglesia, oremos a Dios, Padre todopoderoso.
℟.: El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Luego el sacerdote dice la oración sobre las ofrendas:
Pres.: Recibe, Señor, los dones que por tu generosidad te presentamos, para que, por el poder de tu gracia, estos sagrados misterios santifiquen toda nuestra vida y nos conduzcan a la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟.: Amén.
PREFACIO DOMINICAL V
(La creación)
El sacerdote comienza la plegaria eucarística con el prefacio. Dice:
Pres.: El Señor esté con ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.
El sacerdote prosigue:
Pres.: Levantemos el corazón.
℟. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
El sacerdote añade:
Pres.: Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
℟. Es justo y necesario.
El sacerdote prosigue el prefacio.
Pres.: En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Tú creaste cuanto existe en el mundo y estableciste el curso y la variedad de los tiempos; formaste al hombre a tu imagen y sometiste a su poder las maravillas del universo, para que en nombre tuyo dominara la creación y te alabara constantemente por tu obras, por Cristo, Señor nuestro.
Por eso te alabamos con los ángeles y los arcángeles proclamando sin cesar con alegría:
En unión con el pueblo, concluye el prefacio, cantando o diciendo en voz alta:
℟.: Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.
℟.: Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.
PLEGARIA EUCARÍSTICA II
El sacerdote dice:
Pres.: SANTO eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad;
Pres.: Por eso te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu, de manera que se conviertan para nosotros en el Cuerpo y ✠ la Sangre de Jesucristo, nuestro Señor.
El relato de la institución de la Eucaristía debe darse de forma clara y audible, como lo exige su naturaleza.
Pres.: Él cual, cuando iba a ser entregado a su pasión, voluntariamente aceptada,
Toma el pan y, manteniéndolo un poco elevado sobre el altar, continúa:
tomó pan, dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos.
tomó pan, dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos.
Muestra al pueblo la hostia consagrada, la coloca en la patena y hace una genuflexión en adoración.
El sacerdote prosigue:
Pres.: Del mismo modo, acabada la cena,
El sacerdote prosigue:
Pres.: Del mismo modo, acabada la cena,
tomó el cáliz, y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos.
Muestra el cáliz al pueblo, la coloca sobre su cuerpo y hace una genuflexión en adoración.
El sacerdote prosigue:
Pres.: Éste es el Sacramento de nuestra fe.
℟.: Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
Después, el sacerdote, con las manos extendidas dice:
Pres.: Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos el Pan de Vida y el Cáliz de Salvación, y te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia.
1C: Acuérdate, Señor de tu Iglesia, extendida por toda la tierra, y reunida aquí en el domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal; y con el Papa Benedicto, con nuestro Obispo N., y todos los pastores que cuidan de tu pueblo, llévala a su perfección por la caridad.
2C: Acuérdate también de nuestros hermanos que se durmieron en la esperanza de la resurrección, y de todos los que han muerto en tu misericordia; admítelos a contemplar la luz de tu rostro.
El sacerdote prosigue:
Pres.: Éste es el Sacramento de nuestra fe.
℟.: Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
Después, el sacerdote, con las manos extendidas dice:
Pres.: Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos el Pan de Vida y el Cáliz de Salvación, y te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia.
Pres.: Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo.
1C: Acuérdate, Señor de tu Iglesia, extendida por toda la tierra, y reunida aquí en el domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal; y con el Papa Benedicto, con nuestro Obispo N., y todos los pastores que cuidan de tu pueblo, llévala a su perfección por la caridad.
2C: Acuérdate también de nuestros hermanos que se durmieron en la esperanza de la resurrección, y de todos los que han muerto en tu misericordia; admítelos a contemplar la luz de tu rostro.
Ten misericordia de todos nosotros, y así, con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas.
Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:
Pres.: Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:
℟. Amén.
℟. Amén.
RITO DE COMUNIÓN
Una vez que ha dejado el cáliz y la patena, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Pres.: Antes de participar en el banquete de la Eucaristía, signo de reconciliación y vínculo de unión fraterna, oremos juntos como el Señor nos ha enseñado.
℟.: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal
El sacerdote prosigue él solo:
Pres.: Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
℟.: Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.
Después el sacerdote dice en voz alta:
Pres.: Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
℟. Amén.
El sacerdote añade:
Pres.: La paz del Señor esté siempre con ustedes
℟. Y con tu espíritu.
Luego, si se juzga oportuno, el diácono, o el sacerdote, añade:
℣.: En Cristo, que nos ha hecho hermanos con su cruz, démonos la paz como signo de reconciliación.
Luego, el sacerdote parte el pan consagrado sobre la patena y coloca un trozo en el cáliz, orando en silencio.
Se canta o se dice:
℟. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.
El sacerdote hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la patena, lo muestra al pueblo, diciendo:
Pres.: Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
℟. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
COMUNIÓN
(Una espiga dorada por el sol)
Después de comulgar, el sacerdote se acerca a los que quieren comulgar y les presenta el pan consagrado, diciendo a cada uno de ellos:
℣.: El Cuerpo de Cristo.
℟.: Amén.
Si se comulga bajo las dos especies, se observa el rito descrito en el misal de altar. Cuando el sacerdote comulga el Cuerpo de Cristo, comienza el canto de comunión.
UNA ESPIGA DORADA POR EL SOL
EL RACIMO QUE CORTA EL VIÑADOR
//SE CONVIERTEN, AHORA, EN PAN Y VINO DE AMOR
EN EL CUERPO Y LA SANGRE DEL SEÑOR//
COMPARTIMOS LA MISMA COMUNIÓN
SOMOS TRIGOS DEL MISMO SEMBRADOR
//UN MOLINO, LA VIDA NOS TRITURA CON DOLOR
DIOS NOS HACE EUCARISTÍA EN EL AMOR// ℟.
COMO GRANOS QUE HAN HECHO EL MISMO PAN
COMO NOTAS QUE TEJEN UN CANTAR
//COMO GOTAS DE AGUA QUE SE FUNDEN EN EL MAR
LOS CRISTIANOS UN CUERPO FORMARÁN// ℟.
EN LA MESA DE DIOS SE SENTARÁN
COMO HIJOS SU PAN COMULGARÁN
//UNA MISMA ESPERANZA CAMINANDO CANTARÁN
EN LA VIDA COMO HERMANOS SE AMARÁN// ℟.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN
(Sal 102, 2)
Si no hay canto de comunión, se recita la antífona:
℣.: Bendice, alma mía, al Señor, y no te olvides de sus beneficios.
℣.: Bendice, alma mía, al Señor, y no te olvides de sus beneficios.
Después, el sacerdote puede ir a la sede. Si se juzga oportuno, se pueden guardar unos momentos de silencio o cantar un salmo o cántico de alabanza.
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos, a no ser que este silencio ya se haya hecho antes
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración después de la comunión.
Pres.: Oremos.
Habiendo recibido, Señor, el sacramento celestial, memorial perpetuo de la pasión de tu Hijo, concédenos que este don, que él mismo nos dio con tan inefable amor, nos aproveche para nuestra salvación eterna. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
℟.: Amén.
RITO DE CONCLUSIÓN
BENDICIÓN FINAL
(Tiempo Ordinario I)
En este momento se hacen, si es necesario y con brevedad, los oportunos anuncios o advertencias al pueblo.
Después tiene lugar la despedida. El sacerdote extiende las manos hacia el pueblo y dice
Pres.: El Señor esté con ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.
Pres.: Que el Señor los bendiga y los guarde.
℟.: Amén.
℟.: Amén.
Pres.: Que haga resplandecer su rostro sobre ustedes y les muestre su misericordia.
℟.: Amén.
℟.: Amén.
Pres.: Que vuelva su mirada hacia ustedes y les conceda su paz.
℟.: Amén.
℟.: Amén.
El sacerdote bendice al pueblo, diciendo:
Pres.: Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo ✠ y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
℟.: Amén.
Luego el diácono, o el sacerdote, despide al pueblo con una de las fórmulas siguientes:
℣.: Pueden ir en paz.
℟.: Demos gracias a Dios.
Después el sacerdote se retira a la sacristía.
CANTO DE SALIDA
(Santa María del Camino)
MIENTRAS RECORRES LA VIDA,
TÚ NUNCA SOLO ESTÁS,
CONTIGO POR EL CAMINO
SANTA MARÍA VA.
//VEN CON NOSOTROS AL CAMINAR,
SANTA MARÍA, VEN.//
AUNQUE TE DIGAN ALGUNOS
QUE NADA PUEDE CAMBIAR,
LUCHA POR UN MUNDO NUEVO,
LUCHA POR LA VERDAD. ℟.
SI POR EL MUNDO LOS HOMBRES
SIN CONOCERSE VAN,
NO NIEGUES NUNCA TU MANO
AL QUE CONTIGO VA. ℟.
AUNQUE PAREZCAN TUS PASOS
INÚTIL CAMINAR,
TÚ VAS HACIENDO CAMINOS:
OTROS LOS SEGUIRÁN. ℟.