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COM. CATÓLICA DE MINECRAFT - 10 ANOS DE PEREGRINAÇÃO

COM. CATÓLICA DE MINECRAFT - 10 ANOS DE PEREGRINAÇÃO

Libreto Litúrgico | Ordenación Episcopal


 LIBRETO LITÚRGICO
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SOLEMNE CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA
CON RITO DE

ORDENACIÓN  EPISCOPAL
MONS. LUIS ROMÁN GALVÁN 

PRESIDIDA POR SU SANTIDAD, EL PAPA
BENEDICTO VIII

ARQUIDIÓCESIS METROPOLITANA DE LEÓN
XXII.VII.MMXXV

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RITOS INICIALES

1. Una vez reunido el pueblo, el Santo Padre se dirige al altar con los ministros durante el canto de entrada.

Cuando llega al altar, se inclina profundamente con los ministros, besa el altar en señal de veneración e inciensa la cruz y el altar. A continuación, se dirige con los ministros a las sillas.

Después del canto de entrada, el Santo Padre y los fieles, todos de pie, hacen la señal de la cruz, mientras el Santo Padre, de cara al pueblo, dice:

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

El pueblo responde:

Amén.

2. A continuación, el Santo Padre abre los brazos y saluda a la gente:

La paz esté con ustedes

El pueblo responde:

Y con tu espíritu.

ACTO PENITENCIAL

3. El Santo Padre invita a los fieles a un acto penitencial:

Hermanos: para celebrar dignamente estos sagrados misterios, reconozcamos nuestros pecados.

Se hace una breve pausa en silencio. Después, todos dicen en común la fórmula de la confesión general: 

Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.

Y, golpeándose el pecho, dicen:

Por mi culpa, por mi culpa, por mí gran culpa.

Luego, prosiguen: 

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

Sigue la absolución del sacerdote:

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

El pueblo responde:

Amén.

4. Siguen las invocaciones Señor, ten piedad (Kýrie, eléison).

HIMNO DEL GLORIA

5. En seguida se canta el himno Gloria a Dios en el Cielo (Gloria in excélsis Deo).

ORACIÓN COLECTA

6. Terminado el himno, el Santo Padre, con las manos juntas, dice:

Oremos.

Y todos rezan con el Santo Padre durante un rato en silencio.

Luego el Santo Padre, con los brazos abiertos, dice la oración colecta:

Dios nuestro, por la generosidad de tu gracia estableces hoy al frente de tu Iglesia de León a tu hijo, el presbítero Luis Román, concédele ejercer dignamente el ministerio episcopal y guiar, bajo tu inspiración, con la palabra y el ejemplo, el rebaño que le has confiado. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

al terminar, el pueblo aclama:

Amén.


LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA
(Is 61, 1-3a)

El me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres
y a darles el óleo de la alegría

7. El lector se dirige al ambón para proclamar la primera lectura, que todos escuchan sentados.

Lectura del libro del profeta Isaías.

El espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. El me envió a llevar la buena noticia a los pobres, a vendar los corazones heridos, a proclamar la liberación a los cautivos y la libertad a los prisioneros, a proclamar un año de gracia del Señor, un día de venganza para nuestro Dios; a consolar a todos los que están de duelo a cambiar su ceniza por una corona, su ropa de luto por el óleo de la alegría, y su abatimiento por un canto de alabanza.

Para indicar el final de la lectura, el lector aclama:

Palabra de Dios.

Todos responden:

Te alabamos, Señor.

Después de las lecturas, se recomiena un momento de silencio para meditar. 

SALMO RESPONSORIAL
(Sal 22)

8. El salmista o cantor canta el salmo, y el pueblo el coro.

℟. El Señor es mi pastor, nada me faltara.

El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas. ℟.

Por ser un Dios fiel a sus promesas, me guía por el sendero recto; así, aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú estás conmigo. Tu vara y tu cayado me dan seguridad. ℟.

Tú mismo me preparas la mesa, a despecho de mis adversarios; me unges la cabeza con perfume y llenas mi copa hasta los bordes. ℟.

Tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días de mi vida; y viviré en la casa del Señor por años sin término. ℟.

SEGUNDA LECTURA
(1 Pe 4, 7b-11)

Como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios

9. La segunda lectura, el lector la proclama desde el ambón como se ha descrito anteriormente.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro.

Queridos hermanos:
Tengan la moderación y la sobriedad necesarias para poder orar. Sobre todo, ámense profundamente los unos a los otros, porque el amor cubre todos los pecados. Practiquen la hospitalidad, sin quejarse.
Pongan al servicio de los demás los dones que han recibido, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. El que ha recibido el don de la Palabra, que la enseñe como Palabra de Dios. El que ejerce un ministerio, que lo haga como quien recibe de Dios ese poder, para que Dios sea glorificado en todas las cosas, por Jesucristo. ¡A él sea la gloria y el poder, por los siglos de los siglos! Amén.

Para indicar el final de la lectura, el lector aclama:

Palabra de Dios.

Todos responden:

Te alabamos, Señor.

10. Sigue la aclamación.

11. Mientras tanto, el Santo Padre, con el incienso, lo coloca en el turibulo. El diácono, que está a punto de proclamar el Evangelio, se inclina profundamente ante el Santo Padre y pide la bendición en voz baja:

Padre, dame tu bendición.

El Santo Padre dice en voz baja:

El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que anuncies dignamente su Evangelio; en el nombre del Padre, y del Hijo  y del Espíritu Santo.

El diácono hace la señal de la cruz y responde:

Amén.

EVANGELIO
(Jn 15, 9-17)

No son ustedes los que me eligieron a mí,
sino Yo el que los elegí a ustedes

12. El diácono se dirige al ambón, acompañado de los ministros con el incienso y los ciriales, y dice:

El Señor esté con ustedes.

El pueblo responde:

Y con tu espíritu.

El diácono dice:

 Lectura del santo Evangelio según san Juan.

En cuanto esto, hace la señal de la cruz sobre el libro y luego sobre sí mismo, en la frente, la boca y el pecho

El pueblo responde:

Gloria a ti, Señor.

A continuación, el diácono inciensa el libro y proclama el Evangelio.

Jesús dijo a sus discípulos:
«Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto.
Este es mi mandamiento: Amense los unos a los otros, como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre.
No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá.
Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.

13. Cuando termina el Evangelio, el diácono aclama:

Palabra del Señor.

El pueblo responde:

Gloria a ti, Señor.

Luego lleva el libro al Santo Padre, que lo besa en silencio y bendice al pueblo.



LITURGIA DE LA ORDENACIÓN

INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

14. Después el Santo Padre y los otros Obispos ordenantes se acercan, si es necesario, a las sedes preparadas para la Ordenación.

15. Estando todos de pie y sin mitra, se canta el himno Ven, Espíritu Creador (Veni Creator Spiritus).

PRESENTACIÓN DEL ELEGIDO

16. Acabado el himno el elegido es acompañado por sus presbíteros asistentes hasta el Santo Padre, a quien hace una reverencia.

Luego, el Prefecto del Dicastério para los Obispos, dice al Santo Padre:

Santísimo Padre, la santa Madre Iglesia católica pide que ordenes Obispo al presbítero Luis Román Galván

El Santo Padre da su consentimiento, diciendo:

Con mucho gusto.

Todos aclamam:

Demos gracias a Dios.

HOMILÍA

17. Enseguida, estando todos sentados, el Santo Padre hace la homilía, en la que partiendo del texto de las lecturas proclamadas en la liturgia de la Palabra, instruye al clero, al pueblo y al Obispo electo sobre el ministerio episcopal.

PROMESAS DEL ELEGIDO

18. Después de la homilía, solamente el elegido se pone de pie ante el Santo Padre, quien lo interroga con estas palabras:

La antigua regla de los Santos Padres establece que quien ha sido elegido para el Orden Episcopal sea, ante el pueblo, previamente examinado sobre su fe y sobre su futuro ministerio. 

Por tanto, querido hermano: ¿Quieres consagrarte, hasta la muerte, al ministerio episcopal que hemos heredado de los Apóstoles, y que por la imposición de nuestras manos te va a ser confiado con la gracia del Espíritu Santo?

El elegido:

Si, quiero.

El Santo Padre prosigue:

¿Quieres anunciar con fidelidad y constancia el Evangelio de Jesucristo?

El elegido:

Si, quiero.

El Santo Padre prosigue:

¿Quieres conservar íntegro y puro el depósito de la fe, tal como fue recibido de los Apóstoles y conservado en la Iglesia siempre y en todo lugar?

El elegido:

Si, quiero.

El Santo Padre prosigue:

¿Quieres edificar la Iglesia, Cuerpo de Cristo, y permanecer en su unidad con el Orden de los Obispos, bajo la autoridad del sucesor de Pedro?

El elegido:

Si, quiero.

El Santo Padre prosigue:
 
¿Quieres obedecer fielmente a mi, sucesor del Apóstol Pedro?

El elegido:

Si, quiero.

El Santo Padre prosigue:

Con amor de padre, ayudado de tus presbíteros y diáconos, ¿quieres cuidar del pueblo santo de Dios y dirigirle por el camino de la salvación?

El elegido:

Si, quiero.

El Santo Padre prosigue:

Con los pobres, con los inmigrantes, con todos los necesitados ¿quieres ser siempre bondadoso y comprensivo?

El elegido:

Si, quiero.

El Santo Padre prosigue:

Como buen pastor, ¿quieres buscar las ovejas dispersas y conducirlas al aprisco del Señor?

El elegido:

Si, quiero.

El Santo Padre prosigue:

¿Quieres rogar continuamente a Dios todopoderoso por el pueblo santo y cumplir de manera irreprochable las funciones del sumo sacerdocio?

El elegido:

Sí, quiero, con la gracia de Dios.

El Santo Padre concluye:

Dios, que comenzó en ti la obra buena, él mismo la lleve a término.

SÚPLICA LITÁNICA

19. En seguida, los Obispos dejan la mitra y todos se ponen de pie. El Santo Padre, de pie, con las manos juntas y de cara al pueblo, hace la invitación:

Oremos, hermanos, para que, en bien de la santa Iglesia, el Dios de todo poder y bondad derrame sobre este elegido suyo la abundancia de su gracia.

El elegido se postra rostro en tierra.

20. El diácono invita al pueblo a ponerse de rodillas:

Pongámonos de rodillas.

y todos se arodillan.

21. Entonces se canta la Letanía de los Santos (Litaniæ Sanctorum).

22. Concluido el canto de las letanías, el Santo Padre, de pie, y con las manos extendidas, dice:

Escucha, Señor, nuestra oración, para que al derramar sobre este siervo tuyo la plenitud de la gracia sacerdotal, descienda sobre el la fuerza de tu bendición. Por Jesucristo, nuestro Señor.

El pueblo responde:

Amén.

23. El diácono dice:

Nos ponemos de pie.

y todos se levantan.

IMPOSICIÓN DE LAS MANOS 
Y PLEGARIA DE ORDENACIÓN

24. El elegido se levanta, se acerca al Santo Padre, que está de pie delante de la sede y con mitra, y se ponen de rodillas ante él.

25. En silencio, el Santo Padre impone las manos sobre el elegido.

26. Después, el elegido retorna al lugar donde estaba. A continuación, acercándose sucesivamente, hacen lo mismo todos los demás Obispos, también en silencio. 

27. Después de la imposición de las manos, los Obispos permanecen junto al Santo Padre hasta finalizar la Plegaria de Ordenación, pero de modo que los fieles puedan ver bien el rito.

28. Enseguida, el Santo Padre recibe de un diácono el libro de los Evangelios y lo impone abierto sobre la cabeza del elegido; dos diáconos, a la derecha y a la izquierda del elegido, sostienen el libro de los Evangelios sobre la cabeza, hasta que finalice la Plegaria de Ordenación.

Con el elegido de rodillas ante él, el Obispo ordenante principal, sin mitra, y con los demás Obispos ordenantes a su lado, también sin mitra, dice con las manos extendidas la Plegaria de Ordenación:

Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios de todo consuelo, que habitas en el cielo y te fijas en los humildes; que lo conoces todo antes de que exista. 

Tú estableciste normas en tu Iglesia con tu palabra bienhechora. Desde el principio tú predestinaste un linaje justo de Abraham; nombraste príncipes y sacerdotes y no dejaste sin ministros tu santuario. Desde el principio del mundo te agrada ser glorificado por tus elegidos.

Esta parte de la oración es dicha por todos los Obispos ordenantes, con las manos juntas y en voz baja para que se oiga claramente la del Santo Padre:

INFUNDE AHORA SOBRE ESTE TU ELEGIDO LA FUERZA QUE DE TI PROCEDE: EL ESPÍRITU DE GOBIERNO QUE DISTE A TU AMADO HIJO JESUCRISTO, Y ÉL, A SU VEZ, COMUNICÓ A LOS SANTOS APÓSTOLES, QUIENES ESTABLECIERON LA IGLESIA COMO SANTUARIO TUYO EN CADA LUGAR PARA GLORIA Y ALABANZA INCESANTE DE TU NOMBRE.

El Santo Padre continúa, diciendo:

Padre santo, tú que conoces los corazones, concede a este servidor tuyo, a quien elegiste para el episcopado, que sea buen pastor de tu santa grey y ejercite ante ti el sumo sacerdocio sirviéndote sin tacha día y noche; que atraiga tu favor sobre tu pueblo y ofrezca los dones de tu santa Iglesia; que por la fuerza del Espíritu, que recibe como sumo sacerdote y según tu mandato, tenga el poder de perdonar pecados; que distribuya los ministerios y los oficios según tu voluntad, y desate todo vínculo conforme al poder que diste a los Apóstoles; que por la mansedumbre y la pureza de corazón te sea grata su vida como sacrificio de suave olor, por medio de tu Hijo Jesucristo, por quien recibes la gloria, el poder y el honor, con el Espíritu, en la santa Iglesia, ahora y por los siglos de los siglos.

El pueblo responde:

Amén.

29. Concluida la Plegaria de Ordenación, los diáconos retiran el libro de los Evangelios que sostenían sobre la cabeza del ordenado; uno de ellos conserva el libro hasta el momento de entregarlo al respectivo ordenado. Se sientan todos. El Obispo ordenante principal y los demás Obispos ordenantes se ponen la mitra.

UNCIÓN DE LA CABEZA
ENTREGA DEL LIBRO DE LOS EVANGELIOS Y DE LAS INSIGNIAS

30. El Santo Padre, protegido con el gremial, recibe de un diácono el santo crisma y unge la cabeza del ordenado, que esta arrodillado delante de él, diciendo:

Dios todopoderoso, que te ha hecho partícipe del Sumo Sacerdocio de Cristo, derrame sobre ti el bálsamo de la unción santa, y con su bendicion, haga fecundo tu ministerio.

31. Después, el Santo Padre se lava las manos.

32. El Santo Padre, recibe de un diácono el libro de los Evangelios y se lo entrega al ordenado, diciendo:

Recibe el Evangelio, y proclama la palabra de Dios con sabiduría y perseverancia.

33. El diácono toma nuevamente el libro de los Evangelios y lo deposita en su lugar.

34. El Santo Padre pone el anillo en el dedo anular de la mano derecha del ordenado, diciendo:

Recibe este anillo, signo de fidelidad, y protege fielmente a la Iglesia, Esposa santa de Dios.

35. Enseguida, el Santo Padre pone la mitra al ordenado, diciendo:

Recibe la mitra, brille en ti el resplandor de la santidad, para que, cuando aparezca el Príncipe de los pastores, merezcas recibir la corona de gloria que no se marchita.

36. Y, finalmente, entrega al ordenado el báculo pastoral, diciendo:

Recibe el báculo, signo del ministerio pastoral, y cuida de toda tu grey, porque el Espíritu Santo te ha constituido Obispo, para que apacientes la Iglesia de Dios.

37. Una vez un ordenado haya recibido las insignias, se aparta para que los demás la reciban.

38. El Santo Padre invita al ordenado a sentarse en primer lugar entre los concelebrantes.

Todos se levantan.

SALUDO DE PAZ

39. Finalmente el ordenado, dejando el báculo, se levanta y recibe del Santo Padre y de todos los obispos el gesto de paz.

El Santo Padre dice a cada uno:

La paz esté contigo.

El Ordenado:

Y con tu espíritu.

39. Se canta una canción apropiada hasta el final del saludo.


LITURGIA EUCARÍSTICA

40. Comienza el canto para el ofertorio.

41. Conviene que los fieles expresen su participación en la ofrenda, bien sea llevando el pan y el vino para la celebración de la Eucaristía, bien presentando otros dones para las necesidades de la Iglesia o de los pobres.

42. El Santo Padre, de pie ante el altar, recibe la patena con el pan en sus manos y, elevándola un poco por encima del altar, reza en silencio.

Después deposita la patena con el pan sobre el altar.

43. El diácono vierte vino y un poco de agua en el cáliz, orando en silencio.

44. El Santo Padre recibe el cáliz en sus manos y, levantándolo un poco sobre el altar, reza en silencio.

Coloca el cáliz sobre el altar.

45. A continuación, el Santo Padre, profundamente inclinado, reza en silencio.

46. Inciensa las ofrendas, la cruz y el altar. A continuación, el diácono inciensa al Santo Padre y al pueblo.

47. A continuación, el Santo Padre, de pie junto al altar, se lava las manos, orando en silencio.

48. Después, de pie en medio del altar y de cara al pueblo, el Santo Padre extiende y junta las manos y dice:

Oren, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.

El pueblo se levanta y responde:

El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.

49. Luego el Santo Padre, con las manos extendidas, dice la oración sobre las ofrendas.

Acepta, Señor, estos dones que ofrecemos por tu Iglesia y por tu servidor el obispo Luis Román, a quien elegiste como sumo sacerdote en medio de tu pueblo, y te pedimos que hagas crecer en él, con abundancia, las virtudes apostólicas para bien de su rebaño. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Al terminar, el pueblo aclama:

Amén.

PREFACIO
(El sacerdocio de Cristo y el ministerio de los sacerdotes)

50. El Santo Padre comienza la plegaria eucarística con el prefacio. Dice:

El Señor esté con ustedes.

El pueblo responde:

Y con tu espíritu.

El Santo Padre prosigue:

Levantemos el corazón.

El pueblo:

Lo tenemos levantado hacia el Señor.

El Santo Padre añade:

Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

El pueblo:

Es justo y necesario.

El Santo Padre prosigue el prefacio.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.

Tú constituiste a tu único Hijo Pontífice de la Alianza nueva y eterna por la unción del Espíritu Santo, y determinaste, en tu designio salvífico, que su único sacerdocio se perpetuara en la Iglesia.

Él no sólo enriquece con el sacerdocio real al pueblo de los bautizados, sino también, con amor fraterno, elige a algunos hombres para hacerlos participar de su ministerio mediante la imposición de las manos.

Tus sacerdotes, Padre, renuevan en nombre de Cristo el sacerdocio de la redención humana, preparan a tus hijos el banquete pascual, guían en la caridad a tu pueblo santo, lo alimentan con tu palabra y lo fortalecen con tus sacramentos.

Ellos, al entregar su vida por ti, Padre, y por la salvación de los hermanos, deben configurarse a Cristo y dar testimonio constante de fidelidad y de amor.

Por eso, Padre, con todos los ángeles y santos te alabamos, cantando con alegría:

En unión con el pueblo, concluye el prefacio, cantando en voz alta el Santo (Sanctus).

PLEGARIA EUCARÍSTICA I
O CANON ROMANO

51. El Santo Padre, dice:

CP Padre misericordioso, te pedimos humildemente, por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que aceptes 

Traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:

y bendigas  estos dones, este sacrificio santo y puro que te ofrecemos, 

Con las manos extendidas, prosigue: 

ante todo, por tu Iglesia santa y católica, para que le concedas la paz, la protejas, la congregues en la unidad y la gobiernes en el mundo entero, conmigo indigno siervo tuyo, con mi hermano Sahid, Obispo de esta iglesia de León, y todos los demás Obispos que, fieles a la verdad, promueven la fe católica y apostólica.
 
52. Conmemoración de los vivos
Mons. Luis Román: Acuérdate, Señor, de tus hijos [N. y N.] y de todos los aquí reunidos, cuya fe y entrega bien conoces; por ellos y todos los suyos, por el perdón de sus pecados y la salvación que esperan, te ofrecemos, y ellos mismos te ofrecen, este sacrificio de alabanza, a tí, eterno Dios, vivo y verdadero.

53. Conmemoración de los Santos
Mons. Zuriel Arizmendi: Reunidos en comunión con toda la Iglesia, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor; la de su esposo, san José; la de los santos apóstoles y mártires Pedro y Pablo, Andrés, [Santiago y Juan, Tomás, Santiago, Felipe, Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo; Lino, Cleto, Clemente, Sixto, Comelio, Cipriano, Lorenzo, Crisógono, Juan y Pablo, Cosme y Damián] y la de todos los santos; por sus méritos y oraciones concédenos en todo tu protección. 
[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]

54. Con las manos extendidas, prosigue:

CP Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa; te la ofrecemos también por tu hijo Luis Román que ha sido llamado al orden de los obispos conserva en el tus dones para que fructifique lo que ha recibido de tu bondad.

55. Extendiendo las mano sobre las ofrendas, dice: 

CC Bendice y santifica esta ofrenda, Padre, haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti: que se convierta para nosotros en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo amado, Jesucristo, nuestro Señor. 

56. En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse claramente y con precisión, como lo requiere la naturaleza de las mismas palabras.

Él cual, la víspera de su Pasión,

Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue: 

tomó pan en sus santas y venerables manos

Eleva los ojos. 

y, elevando los ojos al cielo, hacia ti, Dios, Padre suyo todopoderoso, dando gracias te bendijo, lo partió, y lo dio a sus discípulos.

Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión.

57. Después prosigue: 

Del mismo modo, acabada la cena, 

Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue: 

tomó este cáliz glorioso en sus santas y venerables manos, dando gracias te bendijo, y lo dio a sus discípulos.

Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión.

58. Luego dice: 

Éste es el Sacramento de nuestra fe.

Y el pueblo aclama:

Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

59. Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice: 

CC Por eso, Padre, nosotros, tus siervos, y todo tu pueblo santo, al celebrar este memorial de la muerte gloriosa de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, de su santa resurrección del lugar de los muertos y de su admirable ascensión a los cielos, te ofrecemos, Dios de gloría y majestad, de los mismos bienes que nos has dado, el sacrificio puro, inmaculado y santo: pan de vida eterna y cáliz de eterna salvación. 

60. Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala, como aceptaste los dones del justo Abel el sacrificio de Abraham, nuestro padre en la fe, y la oblación pura de tu sumo sacerdote Melquísedec.

61. Inclinado, con las manos juntas, prosigue: 

Te pedimos humildemente, Dios todopoderoso, que esta ofrenda sea llevada a tu presencia, hasta el altar del cielo, por manos de tu Angel, para que cuantos rcibimos el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, al participar aquí de este altar, 

Se endereza y se signa, diciendo: 

seamos colmados de gracia y bendición. 

junta las manos. 

[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]  

62. Conmemoración de los difuntos
3C: Acuérdate también, Señor, de tus hijos [N. N.], que nos han precedido con el signo de la fe y duermen ya el sueño de la paz. 

Junta las manos y ora unos momentos por los difuntos por quienes tiene intención de orar.

Después, con las manos extendidas, prosigue: 
A ellos, Señor, y a cuantos descansan en Cristo, concédeles el lugar del consuelo, de la luz y de la paz. 
Junta las manos.
[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]

63. Con la mano derecha se golpea el pecho, diciendo: 
Card. Delgado: Y a nosotros, pecadores, siervos tuyos,
Con las manos extendidas, prosigue: 
que confiamos en tu infinita misericordia, admítenos en la asamblea de los santos apóstoles y mártires Juan el Bautista, Esteban, Matías y Bernabé, [Ignacio, Alejandro, Marcelino y Pedro, Felicidad y Perpetua, Águeda, Lucía, Inés, Cecilia, Anastasia,] y de todos los santos; y acéptanos en su compañía, no por nuestros méritos, sino conforme a tu bondad. 
Junta las manos. 
Por Cristo, Señor nuestro.

64. Y continúa: 

Por quien sigues creando todos los bienes, los santificas, los llenas de vida, los bendices y los repartes entre nosotros.  
 
65. Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:

CP o CC Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.

El pueblo aclama:

Amén.

RITO DE COMUNIÓN

66. Una vez depositados el cáliz y la patena sobre el altar, el sacerdote, con las manos juntas, dice:

El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado; digamos con fe y esperanza:

El Santo Padre extiende las manos y, junto con el pueblo, continúa:

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

67. El Santo Padre, con las manos extendidas, prosigue diciendo:

Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.

Junta las manos.

El pueblo concluye la oración, aclamando:

Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.

68. Después el Santo Padre, con las manos extendidas, dice en voz alta:

Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.

Junta las manos.

Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

El pueblo responde:

Amén.

69. El Santo Padre, vuelto hacia el pueblo, extendiendo y juntando las manos, añade:

La paz del Señor esté siempre con ustedes.

El pueblo responde:

Y con tu espíritu.

Luego, si se juzga oportuno, el diácono, añade:

Dense fraternalmente la paz.
 
70. Después toma el pan consagrado, lo parte sobre la patena y pone una partícula dentro del cáliz, rezando en silencio.
 
71. En cuanto pasa esto, se canta el Cordero de Dios (Agnus Dei).

72. A continuación, el Santo Padre, con las manos juntas, reza en silencio.

73. El Santo Padre hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la patena o sobre el cáliz, de cara al pueblo, dice con voz clara:

Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.

Y, juntamente con el pueblo, añade:

Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.  

74. En cuanto el Santo Padre comulga el Cuerpo de Cristo, inicia el canto da Comunión.

75. Terminada la Comunión, el diácono purifica la patena y el cáliz.

Mientras tiene lugar la purificación, el Santo Padre reza en silencio.

76. A continuación, el Santo Padre vuelve a la cátedra. Es aconsejable guardar un momento de silencio sagrado o recitar un salmo u otro canto de alabanza.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

77. Luego, de pie en la sede o en el altar, el Santo Padre dice:

Oremos.

Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos, a no ser que este silencio ya se haya hecho antes. 

Después el Santo Padre, con las manos extendidas, dice la oración después de la comunión.

Por la eficacia de este misterio, derrama la abundancia de tu gracia, Padre, sobre tu servidor, el obispo Luis Román, para que desempeñe dignamente el oficio pastoral y alcance la recompensa eterna prometida a los administradores fieles. Por Jesucristo, nuestro Señor.

al terminar, el pueblo aclama:

Amén. 

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RITO DE CONCLUSIÓN

TE DEUM

78. Terminada la oración después de la Comunión, se canta el A tí, oh Dios (Te Deum, laudamos). Mientras tanto, el ordenado recibe la mitra y el báculo y, acompañado por dos de los Obispos ordenantes, recorren la iglesia bendiciendo a todos.

ALOCUCIÓN

79. Después del himno, el ordenado, de pie con la mitra, puede dirigir un breve discurso al pueblo y presentar sus respetos y agradecimientos.

BENDICIÓN FINAL

80. Siguen, si es necesario, breves avisos para el pueblo.

81. El Santo Padre, extendiendo las manos, dice:

El Señor esté con ustedes.

Todos responde:

Y con tu espíritu.

El Santo Padre dice:

El Señor los bendiga y los proteja, y puesto que quiso constituirlos pontífices de su pueblo, les dé la felicidad en esta vida y les permita compartir la felicidad eterna.

Todos responde:

Amén.

El Santo Padre dice:

El Señor les conceda, por su providencia y con el esfuerzo de ustedes, conducir fielmente por muchos años al clero y al pueblo que ha querido reunirlos alrededor de cada uno de ustedes.

Todos responden:

Amén.

El Santo Padre dice:

El Señor otorgue a los fieles encomendados a ustedes que, obedeciendo los preceptos divinos, superando toda adversidad, recibiendo toda clase de bienes y respetando su ministerio con fe, gocen de la tranquilidad y la paz en este mundo y merezcan, junto a ustedes, gozar de la compañía eterna de los santos.

Todos responden:

Amén.

Entonces, el Santo Padre recibe la férula, y dice:

Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre  y Hijo   y Espíritu  Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

Todos:

Amén.

82. Luego el diácono, con las manos juntas, dice:

Pueden ir en paz.

El pueblo responde:

Demos gracias a Dios.

83. Finalmente, todos se vuelven hacia la imagen de la Virgen María, mientras se canta la antífona mariana.

84. A continuación, como al principio, todos se retiran.