PERIÓDICO LITÚRGICO
SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD
15.06.2025
RITOS INICIALES
CANTO DE ENTRADA
(Yo estaré con vosotros)
Una vez reunido el pueblo, el sacerdote se dirige al altar con los ministros, durante el canto de entrada.
"Yo estaré con vosotros", nos dice el señor;
por toda la tierra hablaréis de mi amor.
"Os dare mi espíritu, la fuerza de Dios",
y todas las gentes cantara al Señor.
Alabad a Dios nuestro creador.
Alabad a Dios nuestro salvador.
Nos da su espíritu, la alegría y el amor.
Hablaréis en las plazas, en el pueblo, en la ciudad.
Hablaréis de la Alianza, de justicia y hermandad.
Llevaréis mi Palabra que a los pobres salvará;
como lámpara encendida vuestras obras verán. ℟.
No lleveis ni oro ni plata, ni sandalias ni bastón.
Proclamad con esperanza la llegada del Señor.
Dios está a nuestro lado, Él nos llena de valor.
Él nos guía con su mano, es mi roca y salvación. ℟.
Llegado al altar y habiendo hecho la debida reverencia, besarlo en señal de veneración y, si procede, inciensarlo. Luego todos van a las sillas.
ANTÍFONA DE ENTRADA
Si no hay canto de entrada, se recita la antífona:
Bendito sea Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, porque ha tenido misericordia con nosotros.
SALUDO INICIAL
Ante la asamblea reunida, al terminar el canto de entrada, el sacerdote dice:
Pres.: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
℟.: Amén
El sacerdote saluda al pueblo con una de las fórmulas siguientes:
Pres.: La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos ustedes
℟.: Y con tu espíritu.
El sacerdote, diácono u otro ministro debidamente preparado podrá, en breves palabras, introducir a los fieles en la misa del día.
ACTO PENITENCIAL
Pres.: En el día en que celebramos la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte, confesemos nuestra necesidad de la misericordia del Padre para morir al pecado y resucitar a la vida nueva.
Se hace una breve pausa en silencio. Después, todos dicen en común la fórmula de la confesión general:
℟.: Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Y, golpeándose el pecho, dicen:
℟.: Por mi culpa, por mi culpa, por mí gran culpa.
Luego, prosiguen:
℟.: Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.
Sigue la absolución del sacerdote:
Pres.: Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
℟.: Amén.
Pres.: Señor, ten piedad.
℟.: Señor, ten piedad.
Pres.: Cristo, ten piedad.
℟.: Cristo, ten piedad.
Pres.: Señor, ten piedad.
℟.: Señor, ten piedad.
HIMNO DEL GLORIA
GLORIA A DIOS EN EL CIELO,
Y EN LA TIERRA PAZ A LOS
HOMBRESQUE AMA EL SEÑOR.
POR TU INMENSA GLORIA TE ALABAMOS, TE BENDECIMOS, TE ADORAMOS, TE GLORIFICAMOS, TE DAMOS GRACIAS, SEÑOR DIOS, REY CELESTIAL, DIOS PADRE TODOPODEROSO. SEÑOR, HIJO ÚNICO, JESUCRISTO.
GLORIA A DIOS EN EL CIELO,
Y EN LA TIERRA PAZ A LOS
HOMBRESQUE AMA EL SEÑOR.
SEÑOR DIOS, CORDERO DE DIOS, HIJO DEL PADRE; TÚ QUE QUITAS EL PECADO DEL MUNDO, TEN PIEDAD DE NOSOTROS; TÚ QUE QUITAS EL PECADO DEL MUNDO, ATIENDE NUESTRA SÚPLICA; TÚ QUE ESTÁS SENTADO A LA DERECHA DEL PADRE, TEN PIEDAD DE NOSOTROS.
GLORIA A DIOS EN EL CIELO,
Y EN LA TIERRA PAZ A LOS
HOMBRESQUE AMA EL SEÑOR.
PORQUE SÓLO TÚ ERES SANTO, SÓLO TÚ SEÑOR, SÓLO TÚ ALTÍSIMO, JESUCRISTO, CON EL ESPÍRITU SANTO EN LA GLORIA DE DIOS PADRE. AMÉN.
ORACION COLECTA
Acabado el himno, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Pres.: Oremos.
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos. Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración colecta:
Dios Padre, que al enviar al mundo la Palabra de verdad y al Espíritu santificador, revelaste a todos los hombres tu misterio admirable, concédenos que, profesando la fe verdadera, reconozcamos la gloria de la eterna Trinidad y adoremos la Unidad de su majestad omnipotente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
℟.: Amén.
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
(Pro 8, 22-31)
Antes de que existiera la tierra, la sabiduría ya había sido engendrada
Lector: Lectura del libro de los Proverbios.
Esto dice la sabiduría de Dios: “El Señor me poseía desde el principio, antes que sus obras más antiguas. Quedé establecida desde la eternidad, desde el principio, antes de que la tierra existiera. Antes de que existieran los abismos y antes de que brotaran los manantiales de las aguas, fui concebida. Antes de que las montañas y las colinas quedaran asentadas, nací yo. Cuando aún no había hecho el Señor la tierra ni los campos ni el primer polvo del universo, cuando él afianzaba los cielos, ahí estaba yo.
Cuando ceñía con el horizonte la faz del abismo, cuando colgaba las nubes en lo alto, cuando hacía brotar las fuentes del océano, cuando fijó al mar sus límites y mandó a las aguas que no los traspasaran, cuando establecía los cimientos de la tierra, yo estaba junto a él como arquitecto de sus obras, yo era su encanto cotidiano; todo el tiempo me recreaba en su presencia, jugando con el orbe de la tierra y mis delicias eran estar con los hijos de los hombres”.
Lector: Palabra de Dios.
℟.: Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
(Sal 8)
℟. ¡Qué admirable, Señor, es tu poder!
Contemplo el cielo, obra de tus manos, la luna y las estrellas, que has creado, me pregunto: ¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes, ese pobre ser humano, para que de él te preocupes? ℟.
Sin embargo, lo hiciste un poquito inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad; le diste el mando sobre las obras de tus manos y todo lo sometiste bajo sus pies. ℟.
Pusiste a su servicio los rebaños y las manadas, todos los animales salvajes, las aves del cielo y los peces del mar, que recorren los caminos de las aguas. ℟.
SEGUNDA LECTURA
(Rom 5, 1-5)
Vayamos a Dios por Cristo mediante el amor que nos ha infundido el Espíritu Santo
Lector: Lectura del libro de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos.
Hermanos: Ya que hemos sido justificados por la fe, mantengámonos en paz con Dios, por mediación de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos obtenido, con la fe, la entrada al mundo de la gracia, en el cual nos encontramos; por él, podemos gloriarnos de tener la esperanza de participar en la gloria de Dios. Más aún, nos gloriamos hasta de los sufrimientos, pues sabemos que el sufrimiento engendra la paciencia, la paciencia engendra la virtud sólida, la virtud sólida engendra la esperanza, y la esperanza no defrauda, porque Dios ha infundido su amor en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo, que él mismo nos ha dado.
Lector: Palabra de Dios.
℟.: Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
GLORIA AL PADRE Y AL HIJO Y AL ESPÍRITU SANTO.
AL DIOS QUE ES, QUE ERA Y QUE VENDRÁ.
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
Mientras tanto, el sacerdote, cuando se utiliza incienso, lo coloca en el incensario. El diácono, que proclamará el Evangelio, inclinándose profundamente ante el sacerdote, pide en voz baja la bendición:
℣.: Padre, dame tu bendición.
Pres.: El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que anuncies dignamente su Evangelio; en el nombre del Padre, y del Hijo ✠ y del Espíritu Santo.
℣.: Amén.
Pero si no está presente el diácono, el sacerdote, inclinado ante el altar, dice en secreto:
Purifica mi corazón y mis labios, Dios todopoderoso, para que pueda anunciar dignamente tu santo Evangelio.
EVANGELIO
(Jn 16, 12-15)
Después el diácono (o el sacerdote) va al ambón, y dice:
℣.: El Señor esté con ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.
El diácono (o el sacerdote), dice:
✠ Lectura del santo Evangelio según san Juan.
✠ Lectura del santo Evangelio según san Juan.
℟.: Gloria a ti, Señor.
Luego el diácono o el sacerdote, si procede, inciensa el libro y proclama el Evangelio.
℣.: En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Aún tengo muchas cosas que decirles, pero todavía no las pueden comprender. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él los irá guiando hasta la verdad plena, porque no hablará por su cuenta, sino que dirá lo que haya oído y les anunciará las cosas que van a suceder. El me glorificará, porque primero recibirá de mí lo que les vaya comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho que tomará de lo mío y se lo comunicará a ustedes”.
℣.: Palabra del Señor.
℟.: Gloria a ti, Señor Jesús.
Luego besa el libro, diciendo la oración en silencio.
HOMILÍA
CREDO
(Símbolo Apostólico)
Acabada la homilía, se hace la profesión de fe
℟.: Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,
En las palabras que siguen, hasta María Virgen, todos se inclinan.
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Pres.: Oremos a Dios nuestro Padre, que por Jesucristo nos ha revelado su amor y que escucha complacido los gemidos con que el Espíritu intercede por nosotros, digamos diciendo (o cantando) con alegría:
℟.: Escúchanos, Señor.
1. Para que Dios Padre, lleve el mundo a su plenitud y haga nacer aquel cielo nuevo y aquella tierra nueva que nos ha prometido, en la que la humanidad encontrará la felicidad y podrá contemplar su rostro glorioso. Roguemos al Señor.
2. Para que el Hijo Unigénito de Dios, que se hizo hombre para desposarse con la Iglesia, infunda en ella un amor semejante al suyo. Roguemos al Señor.
3. Para que el Espíritu del Señor, sea padre para los pobres, consuelo para los tristes, salud para los enfermos y fuerza para los decaídos. Roguemos al Señor.
4. Para que los que conocemos el misterio de la vida íntima de Dios, tengamos celo para anunciarlo a quienes lo desconocen, a fin de que también ellos encuentren gozo y descanso en el Dios, tal y como se nos ha revelado. Roguemos al Señor.
Pres.: Dios nuestro, tú que, por medio de Jesucristo, nos has justificado y en tu Espíritu Santo nos has santificado, escucha la oración de tu pueblo y haz que alcancemos el conocimiento de la verdad plena y te adoremos a ti, que eres amor, verdad y vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟.: Amén.
LITURGIA EUCARÍSTICA
PRESENTACIÓN DE LOS DONES
(Te ofrecemos, Señor)
Terminado lo anterior, comienza el canto para el ofertorio. Mientras tanto, los ministros colocan sobre el altar el corporal, el purificador, el cáliz, la palia y el misal.
TE OFRECEMOS, SEÑOR,
ESTE PAN Y ESTE VINO;
QUE EN TU CUERPO Y TU SANGRE
QUEDARÁN CONVERTIDOS.
CON EL VINO Y EL PAN,
TE OFRECEMOS EL FRUTO DE NUESTRO TRABAJO;
LA ILUSIÓN DE VIVIR,
EL PLACER Y EL DOLOR,
LA ALEGRÍA Y EL LLANTO. ℟.
JUNTAMENTE, SEÑOR,
TE OFRECEMOS LA VIDA QUE TÚ NOS HAS DADO;
LA ESPERANZA, LA FE Y EL AMOR,
QUE NOS HACE SENTIRNOS HERMANOS. ℟.
Conviene que los fieles expresen su participación en la ofrenda, bien sea llevando el pan y el vino para la celebración de la Eucaristía, bien presentando otros dones para las necesidades de la Iglesia o de los pobres.
El sacerdote, de pie ante el altar, recibe la patena con el pan en las manos y, levantándola un poco por encima del altar, dice la oración en silencio. Luego coloca la patena con el pan sobre el corporal.
El diácono o sacerdote vierte vino y un poco de agua en el cáliz, orando en silencio.
Luego, el sacerdote recibe el cáliz en sus manos y, levantándolo un poco por encima del altar, dice la oración en silencio: luego, coloca el cáliz sobre el corporal.
Luego el sacerdote, profundamente inclinado, reza en silencio.
Y, si procede, inciensar las ofrendas, la cruz y el altar. Después, el diácono u otro ministro inciensa al sacerdote y al pueblo.
Luego, el sacerdote, de pie junto al altar, se lava las manos y dice la oración en silencio.
El sacerdote, de pie ante el altar, recibe la patena con el pan en las manos y, levantándola un poco por encima del altar, dice la oración en silencio. Luego coloca la patena con el pan sobre el corporal.
El diácono o sacerdote vierte vino y un poco de agua en el cáliz, orando en silencio.
Luego, el sacerdote recibe el cáliz en sus manos y, levantándolo un poco por encima del altar, dice la oración en silencio: luego, coloca el cáliz sobre el corporal.
Luego el sacerdote, profundamente inclinado, reza en silencio.
Y, si procede, inciensar las ofrendas, la cruz y el altar. Después, el diácono u otro ministro inciensa al sacerdote y al pueblo.
Luego, el sacerdote, de pie junto al altar, se lava las manos y dice la oración en silencio.
El sacerdote, de pie en el centro del altar, dice:
Pres.: Oremos, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.
Pres.: Oremos, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.
℟.: El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
Luego el sacerdote dice la oración sobre las ofrendas:
Pres.: Por la invocación de tu nombre, santifica, Señor, estos dones que te presentamos y transfórmanos por ellos en una continua oblación a ti. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Luego el sacerdote dice la oración sobre las ofrendas:
Pres.: Por la invocación de tu nombre, santifica, Señor, estos dones que te presentamos y transfórmanos por ellos en una continua oblación a ti. Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟.: Amén.
PREFACIO
(El misterio de la Santísima Trinidad)
El sacerdote comienza la plegaria eucarística con el prefacio. Dice:
Pres.: El Señor esté con ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.
El sacerdote prosigue:
Pres.: Levantemos el corazón.
℟.: Lo tenemos levantado hacia el Señor.
El sacerdote añade:
Pres.: Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
℟.: Es justo y necesario.
El sacerdote prosigue el prefacio.
Pres.: En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Que con tu Hijo único y el Espíritu Santo, eres un solo Dios, un solo Señor, no en la singularidad de una sola persona, sino en la trinidad de una sola substancia.
Y lo que creemos de tu gloria, porque tú lo revelaste, eso mismo lo afirmamos de tu Hijo y también del Espíritu Santo, sin diferencia ni distinción.
De modo que al proclamar nuestra fe en la verdadera y eterna divinidad, adoramos a tres personas distintas, en la unidad de un solo ser e iguales en su majestad.
A quien alaban los ángeles y los arcángeles, y todos los coros celestiales, que no cesan de aclamarte con una sola voz.
En unión con el pueblo, concluye el prefacio, cantando o diciendo en voz alta:
℟.: Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.
℟.: Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.
PLEGARIA EUCARÍSTICA III
El sacerdote dice:
Pres.: SANTO eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus criaturas, ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso.
Pres.: Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera que se conviertan en Cuerpo ✠ y Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que nos mandó celebrar estos misterios.
El relato de la institución de la Eucaristía debe darse de forma clara y audible, como lo exige su naturaleza.
Pres.: Porque el mismo, la noche en que iba a ser entregado,
Toma el pan y, manteniéndolo un poco elevado sobre el altar, continúa:
tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos.
tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos.
Muestra al pueblo la hostia consagrada, la coloca en la patena y hace una genuflexión en adoración.
El sacerdote prosigue:
Pres.: Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz,
y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos.
Muestra el cáliz al pueblo, la coloca sobre su cuerpo y hace una genuflexión en adoración.
El sacerdote prosigue:
Pres.: Éste es el Misterio de la fe, Cristo nos redimió.
℟.: Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.
Después, el sacerdote, con las manos extendidas dice:
Pres.: Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección, y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la Víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.
1C: Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con Maria, la Virgen, Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y los mártires, y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.
2C: Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor, el Papa N., a nuestro Obispo N., al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti.
Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia. Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo.
Pres.: Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección, y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la Víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.
1C: Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con Maria, la Virgen, Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y los mártires, y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.
2C: Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor, el Papa N., a nuestro Obispo N., al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti.
Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia. Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo.
†A nuestros hermanos difuntos, y a cuantos murieron en tu amistad, recíbelos en tu Reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:
Pres.: Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:
Pres.: Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:
℟.: Amén.
℟.: Amén.
RITO DE COMUNIÓN
Una vez que ha dejado el cáliz y la patena, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Pres.: Llenos de alegría por ser hijos de Dios, digamos confiadamente la oración que Cristo nos enseñó:
℟.: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal
El sacerdote prosigue él solo:
Pres.: Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
℟.: Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.
Después el sacerdote dice en voz alta:
Pres.: Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
℟.: Amén.
El sacerdote añade:
Pres.: La paz del Señor esté siempre con ustedes
℟.: Y con tu espíritu.
Luego, si se juzga oportuno, el diácono, o el sacerdote, añade:
℣.: Como hijos de Dios, intercambien ahora un signo de comunión fraterna.
Luego, el sacerdote parte el pan consagrado sobre la patena y coloca un trozo en el cáliz, orando en silencio.
Se canta o se dice:
℟.: Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.
El sacerdote hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la patena, lo muestra al pueblo, diciendo:
Pres.: Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
℟.: Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
COMUNIÓN
(El camino firme)
Después de comulgar, el sacerdote se acerca a los que quieren comulgar y les presenta el pan consagrado, diciendo a cada uno de ellos:
℣.: El Cuerpo de Cristo.
℟.: Amén.
Si se comulga bajo las dos especies, se observa el rito descrito en el misal de altar. Cuando el sacerdote comulga el Cuerpo de Cristo, comienza el canto de comunión.
YO SOY LA LUZ DEL MUNDO
NO HAY TINIEBLAS JUNTO A MÍ.
TENDRÁN LA LUZ DE LA VIDA
POR LA PALABRA QUE LES DI.
YO SOY EL CAMINO FIRME,
YO SOY LA VIDA Y LA VERDAD.
POR MÍ LLEGARÁN AL PADRE
Y EL SANTO ESPÍRITU TENDRÁN.
YO SOY EL PAN DE VIDA
Y CON USTEDES ME QUEDÉ
ME ENTREGO COMO ALIMENTO,
SOY EL MISTERIO DE LA FE. ℟.
YO SOY EL BUEN PASTOR
Y POR AMOR MI VIDA DOY;
YO QUIERO UN SOLO REBAÑO,
SOY PARA TODOS SALVADOR. ℟.
YO SOY LA VID VERDADERA,
MI PADRE DIOS, EL VIÑADOR;
PRODUZCAN FRUTO ABUNDANTE
PERMANECIENDO EN MI AMOR. ℟.
YO SOY SEÑOR Y MAESTRO
Y UN MANDAMIENTO NUEVO OS DOY:
QUE SE AMEN UNOS A OTROS
COMO LOS HE AMADO YO. ℟.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN
(Cf. Gal 4, 6)
Si no hay canto de comunión, se recita la antífona:
℣.: Porque ustedes son hijos de Dios, Dios infundió en sus corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: Abbá, Padre.
℣.: Porque ustedes son hijos de Dios, Dios infundió en sus corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: Abbá, Padre.
Después, el sacerdote puede ir a la sede. Si se juzga oportuno, se pueden guardar unos momentos de silencio o cantar un salmo o cántico de alabanza.
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos, a no ser que este silencio ya se haya hecho antes.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración después de la comunión.
Pres.: Oremos.
Que la recepción de este sacramento y nuestra profesión de fe en la Trinidad santa y eterna, y en su Unidad indivisible, nos aprovechen, Señor, Dios nuestro, para la salvación de cuerpo y alma. Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟.: Amén.
RITO DE CONCLUSIÓN
BENDICIÓN FINAL
En este momento se hacen, si es necesario y con brevedad, los oportunos anuncios o advertencias al pueblo.
Después tiene lugar la despedida. El sacerdote extiende las manos hacia el pueblo y dice
Pres.: El Señor esté con ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.
Después tiene lugar la despedida. El sacerdote extiende las manos hacia el pueblo y dice
Pres.: El Señor esté con ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.
El sacerdote bendice al pueblo, diciendo:
Pres.: Y la bendición de Dios todopoderoso, del Padre, del Hijo ✠ y del Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
℟.: Amén.
Luego el diácono, o el sacerdote, despide al pueblo con una de las fórmulas siguientes:
℣.: La alegría del Señor sea nuestra fuerza. Pueden ir en paz.
Pres.: Y la bendición de Dios todopoderoso, del Padre, del Hijo ✠ y del Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
℟.: Amén.
Luego el diácono, o el sacerdote, despide al pueblo con una de las fórmulas siguientes:
℣.: La alegría del Señor sea nuestra fuerza. Pueden ir en paz.
℟.: Demos gracias a Dios.
CANTO DE SALIDA
(Peregrinos de Esperanza)
LLAMA VIVA PARA MI ESPERANZA,
QUE ESTE CANTO LLEGUE HASTA TI,
SENO ETERNO DE INFINITA VIDA,
ME ENCAMINO, YO CONFÍO EN TI.
TODA LENGUA, PUEBLOS Y NACIONES
HALLAN LUCES SIEMPRE EN TU PALABRA.
HIJOS, HIJAS, FRÁGILES, DISPERSOS,
ACOGIDOS EN TU HIJO AMADO. ℟.
DIOS NOS CUIDA, TIERNO Y PACIENTE
NACE EL DÍA, UN FUTURO NUEVO.
CIELOS NUEVOS Y UNA TIERRA NUEVA.
CAEN MUROS GRACIAS AL ESPÍRITU. ℟.
UNA SENDA TIENES POR DELANTE,
PASO FIRME, DIOS SALE A TU ENCUENTRO.
MIRA AL HIJO QUE SE HA HECHO HOMBRE
PARA TODOS, ÉL ES EL CAMINO. ℟.