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COMUNIDADE CATÓLICA DE MINECRAFT - A UMA DÉCADA A SERVIÇO DA IGREJA

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Periódico Litúrgico | Tercer Domingo de Adviento (Domingo Gaudete)

   
 
TERCER DOMINGO DE ADVIENTO
(DOMINGO GAUDETE)
15.12.2024

En esta misa, el celebrante puede optar por ornamentos de color rosa o morados.

RITOS INICIALES

CANTO DE ENTRADA
(Levántate)

Una vez reunido el pueblo, el sacerdote se dirige al altar con los ministros, durante el canto de entrada.
//LEVÁNTATE, QUE ESTÁ LLEGANDO
EL SEÑOR VIENE YA//

//NOS TRAERÁ SU RESPLANDOR
NOS TRAERÁ LA LUZ, LA PAZ// ℟.

//EN EL SEÑOR CONFIARÉ
ÉL NOS DARÁ LA SALVACIÓN//  ℟.

//AL MISMO DIOS RECIBIRÉ
EN MI INTERIOR SE SEMBRARÁ//  ℟.

//LO PROMETIÓ, LO CUMPLIRÁ,
EL DIOS DE AMOR NOS SALVARÁ//  ℟.

ANTÍFONA DE ENTRADA
(Flp 4, 4-5)

Si no hay canto de entrada, se recita la antífona:
Alégrense siempre en el Señor; se los repito, alégrense. El Señor está cerca.
 
Llegado al altar y habiendo hecho la debida reverencia, besarlo en señal de veneración y, si procede, inciensarlo. Luego todos van a las sillas.
 
Ante la asamblea reunida, al terminar el canto de entrada, el sacerdote dice:
Pres.: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
℟.: Amén
 
El sacerdote saluda al pueblo con una de las fórmulas siguientes:
Pres.: La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y de Jesucristo, el Señor, estén con todos ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.
 
El sacerdote, diácono u otro ministro debidamente preparado podrá, en breves palabras, introducir a los fieles en la misa del día.
 
ACTO PENITENCIAL
 
Pres.: En el día en que celebramos la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte, reconozcamos que estamos necesitados de la misericordia del Padre para morir al pecado y resucitar a la vida nueva.

Se hace una breve pausa en silencio. Después, todos dicen en común la fórmula de la confesión general:
℟.: Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. 
Y, golpeándose el pecho, dicen: 
℟.: Por mi culpa, por mi culpa, por mí gran culpa. 
Luego, prosiguen: 
℟.: Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.
 
Sigue la absolución del sacerdote:
Pres.: Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
℟.: Amén.
 
Pres.: Señor, ten piedad.
℟.: Señor, ten piedad.

Pres.: Cristo, ten piedad.
℟.: Cristo, ten piedad.

Pres.: Señor, ten piedad.
℟.: Señor, ten piedad.

ORACION COLECTA
 
Acabado el himno, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Pres.: Oremos.
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos. Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración colecta:
Oh, Dios, que contemplas cómo tu pueblo espera con fidelidad la fiesta del nacimiento del Señor, concédenos llegar a la alegría de tan gran acontecimiento de salvación y celebrarlo siempre con solemnidad y júbilo desbordante. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
℟.: Amén.
 
LITURGIA DE LA PALABRA
 
PRIMERA LECTURA
(Bar 5, 1-9)
 
Lector: Lectura de la profecía de Sofonías.
Canta, hija de Sión,
da gritos de júbilo, Israel,
gózate y regocíjate de todo corazón, Jerusalén.
El Señor ha levantado su sentencia contra ti,
ha expulsado a todos tus enemigos.
El Señor será el rey de Israel en medio de ti
y ya no temerás ningún mal.
Aquel día dirán a Jerusalén:
“No temas, Sión,
que no desfallezcan tus manos.
El Señor, tu Dios, tu poderoso salvador,
está en medio de ti.
Él se goza y se complace en ti;
él te ama y se llenará de júbilo por tu causa,
como en los días de fiesta”.
Lector: Palabra de Dios.
℟.: Te alabamos, Señor.
 
SALMO RESPONSORIAL
(Is 12)

℟. El Señor es mi Dios y salvador.

El Señor es mi Dios y salvador,
con él estoy seguro y nada temo.
El Señor es mi protección y mi fuerza
y ha sido mi salvación.
Sacarán agua con gozo
de la fuente de salvación. ℟.

Den gracias al Señor,
invoquen su nombre,
cuenten a los pueblos sus hazañas,
proclamen que su nombre es sublime. ℟.

Alaben al Señor por sus proezas,
anúncienlas a toda la tierra.
Griten jubilosos, habitantes de Sión,
porque el Dios de Israel
ha sido grande con ustedes. ℟.

SEGUNDA LECTURA
(Flp 4, 4-7)
 
Lector: Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses.
Hermanos míos: 
Alégrense siempre en el Señor; se lo repito: ¡alégrense! Que la benevolencia de ustedes sea conocida por todos. El Señor está cerca. 
No se inquieten por nada; más bien presenten en toda ocasión sus peticiones a Dios en la oración y la súplica, llenos de gratitud. 
Y que la paz de Dios, que sobrepasa toda inteligencia, custodie sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
Lector: Palabra de Dios.
℟.: Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
 
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
 
EL ESPÍRITU DEL SEÑOR ESTÁ SOBRE MÍ:
ME HA ENVIADO A EVANGELIZAR A LOS POBRES.

ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
 
Mientras tanto, el sacerdote, cuando se utiliza incienso, lo coloca en el incensario. El diácono, que proclamará el Evangelio, inclinándose profundamente ante el sacerdote, pide en voz baja la bendición:
℣.: Padre, dame tu bendición.

El sacerdote dice en voz baja:
Pres.:
 El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que anuncies dignamente su Evangelio; en el nombre del Padre, y del Hijo  y del Espíritu Santo.

El diácono hace la señal de la cruz y responde:
℣.:
 Amén.

Pero si no está presente el diácono, el sacerdote, inclinado ante el altar, dice en secreto:
Purifica mi corazón y mis labios, Dios todopoderoso, para que pueda anunciar dignamente tu santo Evangelio.
 
EVANGELIO
(Lc 3, 10-18)
 
Después el diácono (o el sacerdote) va al ambón, y dice:
℣.:
 
El Señor esté con ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.

El diácono (o el sacerdote), dice:
 Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
y, mientras tanto, hace la señal de la cruz sobre el libro y luego sobre sí mismo, en la frente, la boca y el pecho.
℟.:
 Gloria a ti, Señor.
 
Luego el diácono o el sacerdote, si procede, inciensa el libro y proclama el Evangelio.
℣.:
 
En aquel tiempo, la gente le preguntaba a Juan el Bautista: 
“¿Qué debemos hacer?” 
Él contestó: 
“Quien tenga dos túnicas, que dé una al que no tiene ninguna, y quien tenga comida, que haga lo mismo”.
También acudían a él los publicanos para que los bautizara, y le preguntaban: 
“Maestro, ¿qué tenemos que hacer nosotros?” 
Él les decía: 
“No cobren más de lo establecido”. 
Unos soldados le preguntaron: 
“Y nosotros, ¿qué tenemos que hacer?” 
Él les dijo: 
“No extorsionen a nadie, ni denuncien a nadie falsamente, sino conténtense con su salario”.
Como el pueblo estaba en expectación y todos pensaban que quizá Juan era el Mesías, Juan los sacó de dudas, diciéndoles: 
“Es cierto que yo bautizo con agua, pero ya viene otro más poderoso que yo, a quien no merezco desatarle las correas de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. Él tiene el bieldo en la mano para separar el trigo de la paja; guardará el trigo en su granero y quemará la paja en un fuego que no se extingue”.
Con éstas y otras muchas exhortaciones anunciaba al pueblo la buena nueva.
℣.:  Palabra del Señor.
℟.:  Gloria a ti, Señor Jesús.
 
Luego besa el libro, diciendo la oración en silencio.
 
HOMILÍA
 
Luego se pronuncia la homilía, que es responsabilidad del sacerdote o diácono; Es obligatorio todos los domingos y días festivos y también recomendado el resto de días.

CREDO
(Símbolo de los Apóstoles)

Acabada la homilía, se hace la profesión de fe
℟.: Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,
En las palabras que siguen, hasta María Virgen, todos se inclinan.
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

PLEGARIA UNIVERSAL
 
Pres.:
 Dirijamos hermanos, nuestras súplicas a Dios Padre rico en misericordia que nos ha querido dar en su Hijo la mejor muestra de su amor, y digámosle:
℟.: 
Padre de bondad, escúchanos.

1. Para que el Señor visite su Iglesia, y le conceda las gracias necesarias para anunciar la alegría del Evangelio a todas las naciones. Oremos. ℟.

2. Para que la venida del Señor, que ya se acerca, ilumine a todos los gobernantes y les conceda claridad en cada una de sus decisiones. Oremos. ℟.

3. Por los que son perseguidos a causa de su fe, para que el Señor les conceda la gracia y la esperanza en medio de sus tribulaciones. Oremos.  ℟.

4. Por las personas que padecen la soledad, para que encuentren en el Señor refugio y consuelo. Oremos. ℟.

5. Por nosotros que celebramos esta Eucaristía, para que el gozo y la paz de Dios, custodie hoy y siempre nuestros corazones y nuestros pensamientos. Oremos. ℟.
 
Pres.: Padre eterno, recibe las súplicas que te ofrecemos y renueva en nosotros la fe en tu Providencia divina. Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟.: Amén.
 
LITURGIA EUCARÍSTICA
 
PRESENTACIÓN DE LOS DONES
(Bendito seas, Señor)
 
Terminado lo anterior, comienza el canto para el ofertorio. Mientras tanto, los ministros colocan sobre el altar el corporal, el purificador, el cáliz, la palia y el misal.

BENDITO SEAS, SEÑOR,
POR ESTE PAN Y ESTE VINO
QUE GENEROSO NOS DISTE
PARA CAMINAR CONTIGO,
Y SERÁN PARA NOSOTROS
ALIMENTO EN EL CAMINO.

TE OFRECEMOS EL TRABAJO,
LAS PENAS Y LA ALEGRÍA,
EL PAN QUE NOS ALIMENTA
Y EL AFÁN DE CADA DÍA. ℟.

TE OFRECEMOS NUESTRO BARRO
QUE OSCURECE NUESTRAS VIDAS
Y EL VINO QUE NO EMPLEAMOS
PARA CURAR LAS HERIDAS. ℟.

Conviene que los fieles expresen su participación en la ofrenda, bien sea llevando el pan y el vino para la celebración de la Eucaristía, bien presentando otros dones para las necesidades de la Iglesia o de los pobres. 
 
El sacerdote, de pie ante el altar, recibe la patena con el pan en las manos y, levantándola un poco por encima del altar, dice la oración en silencio. Luego coloca la patena con el pan sobre el corporal.
 
El diácono o sacerdote vierte vino y un poco de agua en el cáliz, orando en silencio.
 
Luego, el sacerdote recibe el cáliz en sus manos y, levantándolo un poco por encima del altar, dice la oración en silencio: luego, coloca el cáliz sobre el corporal.
 
Luego el sacerdote, profundamente inclinado, reza en silencio.
 
Y, si procede, inciensar las ofrendas, la cruz y el altar. Después, el diácono u otro ministro inciensa al sacerdote y al pueblo.
 
Luego, el sacerdote, de pie junto al altar, se lava las manos y dice la oración en silencio.
 
El sacerdote, de pie en el centro del altar, dice:
Pres.: En el momento de ofrecer el sacrificio de toda la Iglesia, oremos a Dios, Padre todopoderoso.
℟.: El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
 
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
 
Luego el sacerdote dice la oración sobre las ofrendas:
Pres.: Haz, Señor, que te ofrezcamos siempre este sacrificio como expresión de nuestra propia entrega, para que se realice el santo sacramento que tú instituiste y se lleve a cabo en nosotros eficazmente la obra de tu salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟.: Amén.
 
PREFACIO DE ADVIENTO I
(Las dos venidas de Cristo)
 
El sacerdote comienza la plegaria eucarística con el prefacio. Dice:
Pres.: 
El Señor esté con ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.

El sacerdote prosigue:
Pres.: Levantemos el corazón.
℟.: Lo tenemos levantado hacia el Señor.

El sacerdote añade:
Pres.: 
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
℟.: Es justo y necesario.

El sacerdote prosigue el prefacio.
Pres.: En verdad es justo darte gracias, es nuestro deber cantar en tu honor himnos de bendición y de alabanza, Padre todopoderoso, principio y fin de todo lo creado. 
Tú nos has ocultado el día y la hora en que Cristo, tu Hijo, Señor y Juez de la historia, aparecerá revestido de poder y de gloria, sobre las nubes del cielo. 
En aquel día terrible y glorioso pasará la figura de este mundo y nacerán los cielos nuevos y la tierra nueva. 
El mismo Señor que se nos mostrará entonces lleno de gloria viene ahora a nuestro encuentro en cada hombre y en cada acontecimiento, para que lo recibamos en la fe y por el amor demos testimonio de la esperanza dichosa de su reino. 
Por eso, mientras aguardamos su última venida, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos el himno de tu gloria:
 
En unión con el pueblo, concluye el prefacio, cantando o diciendo en voz alta:
℟.:
 Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.
 
PLEGARIA EUCARÍSTICA II
 
El sacerdote dice:
Pres.:
 SANTO eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad;
 
Pres.: Por eso te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu, de manera que se conviertan para nosotros en el Cuerpo y  la Sangre de Jesucristo, nuestro Señor.
 
El relato de la institución de la Eucaristía debe darse de forma clara y audible, como lo exige su naturaleza.
Pres.: Él cual, cuando iba a ser entregado a su pasión, voluntariamente aceptada,
Toma el pan y, manteniéndolo un poco elevado sobre el altar, continúa:
tomó pan, dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos.
Muestra al pueblo la hostia consagrada, la coloca en la patena y hace una genuflexión en adoración.
 
El sacerdote prosigue:
Pres.:  Del mismo modo, acabada la cena,
Toma el cáliz en sus manos y, manteniéndolo ligeramente elevado sobre el altar, continúa:
tomó el cáliz, y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos.
Muestra el cáliz al pueblo, la coloca sobre su cuerpo y hace una genuflexión en adoración.
 
El sacerdote prosigue:
Pres.: Éste es el Sacramento de nuestra fe. 
℟.: Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
 
Después, el sacerdote, con las manos extendidas dice:
Pres.: Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos el Pan de Vida y el Cáliz de Salvación, y te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia.

Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo.
 
1C: Acuérdate, Señor de tu Iglesia, extendida por toda la tierra, y reunida aquí en el domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal; y con el Papa 
N., con nuestro Obispo N., y todos los pastores que cuidan de tu pueblo, llévala a su perfección por la caridad.
 
2C: Acuérdate también de nuestros hermanos que se durmieron en la esperanza de la resurrección, y de todos los que han muerto en tu misericordia; admítelos a contemplar la luz de tu rostro. 

Ten misericordia de todos nosotros, y así, con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas.
 
Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:
Pres.:
 Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:
℟.:
 Amén.

RITO DE COMUNIÓN
 
Una vez que ha dejado el cáliz y la patena, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Pres.:
 Llenos de alegría por ser hijos de Dios, digamos confiadamente la oración que Cristo nos enseñó:

Junto con el pueblo, continúa:
℟.:
 Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal

El sacerdote prosigue él solo:
Pres.: Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
El pueblo concluye la oración, aclamando:
℟.:
 Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.

Después el sacerdote dice en voz alta:
Pres.:
 Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.
El sacerdote junta sus manos y concluye:
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
℟.: Amén.

El sacerdote añade:
Pres.: La paz del Señor esté siempre con ustedes
℟.: Y con tu espíritu.

Luego, si se juzga oportuno, el diácono, o el sacerdote, añade: 
℣.: Como hijos de Dios, intercambien ahora un signo de comunión fraterna.

Y cada uno, según la costumbre del lugar, se manifiesta entre sí paz, comunión y caridad; el sacerdote da la paz al diácono y a los demás ministros.
 
Luego, el sacerdote parte el pan consagrado sobre la patena y coloca un trozo en el cáliz, orando en silencio.
 
Se canta o se dice:
℟.: 
 Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.
 
El sacerdote hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la patena, lo muestra al pueblo, diciendo:
Pres.: 
Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
℟.: Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
 
COMUNIÓN
(Abre tu tienda al Señor)
 
Después de comulgar, el sacerdote se acerca a los que quieren comulgar y les presenta el pan consagrado, diciendo a cada uno de ellos:
℣.:
 
El Cuerpo de Cristo.
El que va a comulgar responde:
℟.: Amén.
 
Si se comulga bajo las dos especies, se observa el rito descrito en el misal de altar. Cuando el sacerdote comulga el Cuerpo de Cristo, comienza el canto de comunión.

//ABRE TU TIENDA AL SEÑOR,
RECÍBELE DENTRO, ESCUCHA SU VOZ.
ABRE TU TIENDA AL SEÑOR,
PREPARA TU FUEGO QUE LLEGA EL AMOR //

EL ADVIENTO ES ESPERANZA, 
LA ESPERANZA, SALVACIÓN;
YA SE ACERCA EL SEÑOR.

PREPAREMOS LOS CAMINOS, 
LOS CAMINOS DEL AMOR,
ESCUCHEMOS SU VOZ. ℟.

QUE SE ROMPAN LAS CADENAS, 
QUE SE CANTE LIBERTAD,
EL SEÑOR NOS VA A SALVAR.

SANARÁ NUESTRAS HERIDAS, N
UESTRO MIEDO Y SOLEDAD;
ÉL SERÁ NUESTRA PAZ. ℟.

POR LA RUTA DE LOS POBRES 
VA MARÍA, VA JOSÉ;
VAN CAMINO DE BELÉN.

EN SUS OJOS MIL ESTRELLAS, 
EN SU SENO EMMANUEL;
ÉL SERÁ NUESTRO REY. ℟.

ANTÍFONA DE COMUNIÓN
(Cf. Is 35, 4)

Si no hay canto de comunión, se recita la antífona: 
℣.:
 Digan a los cobardes de corazón: sean fuertes, no teman. He aquí nuestro Dios que viene y nos salvará.

Después, el sacerdote puede ir a la sede. Si se juzga oportuno, se pueden guardar unos momentos de silencio o cantar un salmo o cántico de alabanza.
 
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos, a no ser que este silencio ya se haya hecho antes.
 
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
 
Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración después de la comunión.
Pres.: 
Oremos.
El sacerdote, con los brazos abiertos, dice la oración:
Imploramos tu misericordia, Señor, para que este divino alimento que hemos recibido nos purifique del pecado y nos prepare a las fiestas que se acercan. Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟.: Amén.

RITO DE CONCLUSIÓN
 
BENDICIÓN FINAL
(Tiempo de adviento)
 
En este momento se hacen, si es necesario y con brevedad, los oportunos anuncios o advertencias al pueblo.
 
Después tiene lugar la despedida. El sacerdote extiende las manos hacia el pueblo y dice
Pres.: El Señor esté con ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.

Pres.: Que Dios omnipotente y misericordioso los santifique con la celebración del advenimiento de su Hijo unigénito y los llene de sus bendiciones, ya que creen que Cristo vino al mundo y esperan su retomo glorioso.
℟.: Amén.

Pres.: Que durante toda la vida les conceda permanecer firmes en la fe, alegres en la esperanza y eficaces en la caridad.
℟.: Amén.

Pres.: Que los enriquezca con los premios eternos cuando venga de nuevo en la majestad de su gloria el Redentor, de cuya encarnación, llenos de fe, se alegran ahora.
℟.: Amén.

El sacerdote bendice al pueblo, diciendo:
Pres.:
 Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo  y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
℟.: Amén.
 
Luego el diácono, o el sacerdote, despide al pueblo con una de las fórmulas siguientes:
℣.:
 En el nombre del Señor, pueden ir en paz.
℟.: Demos gracias a Dios.

Después el sacerdote se retira a la sacristía.

CANTO DE SALIDA
(Arcilla entre tus manos)

ERES MADRE MUY SENCILLA
CRIATURA DEL SEÑOR,
VIRGEN POBRE, MADRE MÍA,
LLENA DE GRACIA Y DE AMOR.
FUISTE ARCILLA ENTRE SUS MANOS
Y EL SEÑOR TE MODELÓ,
ACEPTASTE SER SU ESCLAVA,
SIEMPRE DÓCIL A SU VOZ. ℟.

YO QUIERO SER ARCILLA ENTRE SUS MANOS,
YO QUIERO SER VASIJA DE SU AMOR.
QUIERO DEJAR LO MÍO PARA ÉL.
YO QUIERO SER ARCILLA ENTRE SUS MANOS,
YO QUIERO SER VASIJA DE SU AMOR.

NO ENTENDÍAS SUS PALABRAS,
PERO RESPONDES CON FE.
DEJAS QUE TU AMOR TE GUÍE,
CONFIANDO SIEMPRE EN ÉL.
POR SU ESPÍRITU DE VIDA
TE DEJASTE TRANSFORMAR,
TE ABANDONAS EN SUS MANOS
PARA HACER SU VOLUNTAD. ℟.