Este site não pertence a Igreja Católica da realidade. Somos uma representação dela em um jogo virtual conhecido como Minecraft.

COMUNIDADE CATÓLICA DE MINECRAFT - A UMA DÉCADA A SERVIÇO DA IGREJA

COMUNIDADE CATÓLICA DE MINECRAFT - A UMA DÉCADA A SERVIÇO DA IGREJA

Peridódico Litúrgico | Solemnidad de Todos los Santos

   
 
SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS
1.11.2024

Las Vísperas de la Solemnidad son a partir de las 16hrs del 31.10.2024

RITOS INICIALES

ANTÍFONA DE ENTRADA

Si no hay canto de entrada, se recita la antífona:
Alegrémonos en el Señor y alabemos al Hijo de Dios, junto con los ángeles, al celebrar hoy esta solemnidad de Todos los Santos.
 
Llegado al altar y habiendo hecho la debida reverencia, besarlo en señal de veneración y, si procede, inciensarlo. Luego todos van a las sillas.
 
Ante la asamblea reunida, al terminar el canto de entrada, el sacerdote dice:
Pres.: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
℟.: Amén
 
El sacerdote saluda al pueblo con una de las fórmulas siguientes:
Pres.: La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.
 
El sacerdote, diácono u otro ministro debidamente preparado podrá, en breves palabras, introducir a los fieles en la misa del día.
 
ACTO PENITENCIAL
 
Pres.: Jesucristo, el justo, intercede por nosotros y nos reconcilia con el Padre. Abramos, pues, nuestro espíritu al arrepentimiento, ·para acercarnos a la mesa del Señor.

Se hace una breve pausa en silencio. Después, todos dicen en común la fórmula de la confesión general:
℟.: Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. 
Y, golpeándose el pecho, dicen: 
℟.: Por mi culpa, por mi culpa, por mí gran culpa. 
Luego, prosiguen: 
℟.: Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.
 
Sigue la absolución del sacerdote:
Pres.: Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
℟.: Amén.

Pres.: Señor, ten piedad.
℟.: Señor, ten piedad.

Pres.: Cristo, ten piedad.
℟.: Cristo, ten piedad.

Pres.: Señor, ten piedad.
℟.: Señor, ten piedad.
 
GLORIA
 
℟.: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo, Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros. Porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.
 
ORACION COLECTA
 
Acabado el himno, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Pres.: Oremos.
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos. Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración colecta:
Dios todopoderoso y eterno, que nos concedes venerar los méritos de todos tus santos en una sola fiesta, te rogamos, por las súplicas de tan numerosos intercesores, que en tu generosidad nos concedas la deseada abundancia de tu gracia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
℟.: Amén.
 
LITURGIA DE LA PALABRA
 
PRIMERA LECTURA
(Ap 7, 2-4. 9-14)
 
Lector: Lectura del libro del Apocalipsis.
Yo, Juan, vi a un ángel que venía del oriente. Traía consigo el sello del Dios vivo y gritaba con voz poderosa a los cuatro ángeles encargados de hacer daño a la tierra y al mar. Les dijo: "¡No hagan daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que terminemos de marcar con el sello la frente de los servidores de nuestro Dios!" Y pude oír el número de los que habían sido marcados: eran ciento cuarenta y cuatro mil, procedentes de todas las tribus de Israel.
Vi luego una muchedumbre tan grande, que nadie podía contarla. Eran individuos de todas las naciones y razas, de todos los pueblos y lenguas. Todos estaban de pie, delante del trono y del Cordero; iban vestidos con una túnica blanca; llevaban palmas en las manos y exclamaban con voz poderosa: "La salvación viene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero".
Y todos los ángeles que estaban alrededor del trono, de los ancianos y de los cuatro seres vivientes, cayeron rostro en tierra delante del trono y adoraron a Dios, diciendo: "Amén. La alabanza, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias, el honor, el poder y la fuerza, se le deben para siempre a nuestro Dios".
Entonces uno de los ancianos me preguntó: "¿Quiénes son y de dónde han venido los que llevan la túnica blanca?" Yo le respondí: "Señor mío, tú eres quien lo sabe". Entonces él me dijo: "Son los que han pasado por la gran persecución y han lavado y blanqueado su túnica con la sangre del Cordero".
Lector: Palabra de Dios.
℟.: Te alabamos, Señor.
 
SALMO RESPONSORIAL
(Sal 23)
 
℟. Esta es la generación que busca tu rostro, Señor.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. ℟.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos. ℟.

Ese recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Este es el grupo que busca al Señor,
que busca tu rostro, Dios de Jacob. ℟.

SEGUNDA LECTURA
(1 Jn 3,1-3.)
 
Lector: Lectura de la primera carta del apóstol san Juan.
Queridos hijos: Miren cuánto amor nos ha tenido el Padre, pues no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos. Si el mundo no nos reconoce, es porque tampoco lo ha reconocido a él.
Hermanos míos, ahora somos hijos de Dios, pero aún no se ha manifestado cómo seremos al fin. Y ya sabemos que, cuando él se manifieste, vamos a ser semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
Todo el que tenga puesta en Dios esta esperanza, se purifica a sí mismo para ser tan puro como él.
Lector: Palabra de Dios.
℟.: Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
 
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
 
VENGAN A MÍ TODOS LOS QUE ESTÁN CANSADOS Y AGOBIADOS —DICE EL SEÑOR—,
Y YO LOS ALIVIARÉ.
 
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
 
Mientras tanto, el sacerdote, cuando se utiliza incienso, lo coloca en el incensario. El diácono, que proclamará el Evangelio, inclinándose profundamente ante el sacerdote, pide en voz baja la bendición:
℣.: Padre, dame tu bendición.

El sacerdote dice en voz baja:
Pres.:
 El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que anuncies dignamente su Evangelio; en el nombre del Padre, y del Hijo  y del Espíritu Santo.

El diácono hace la señal de la cruz y responde:
℣.:
 Amén.

Pero si no está presente el diácono, el sacerdote, inclinado ante el altar, dice en secreto:
Purifica mi corazón y mis labios, Dios todopoderoso, para que pueda anunciar dignamente tu santo Evangelio.
 
EVANGELIO
(Mt 5, 1-12a)
 
Después el diácono (o el sacerdote) va al ambón, y dice:
℣.:
 
El Señor esté con ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.

El diácono (o el sacerdote), dice:
 Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
y, mientras tanto, hace la señal de la cruz sobre el libro y luego sobre sí mismo, en la frente, la boca y el pecho.
℟.:
 Gloria a ti, Señor.
 
Luego el diácono o el sacerdote, si procede, inciensa el libro y proclama el Evangelio.
℣.:
 
En aquel tiempo, cuando Jesús vio a la muchedumbre, subió al monte y se sentó. Entonces se le acercaron sus discípulos. Enseguida comenzó a enseñarles, hablándoles así:
"Dichosos los pobres de espíritu,
porque de ellos es el Reino de los cielos.
Dichosos los que lloran,
porque serán consolados.
Dichosos los sufridos,
porque heredarán la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia,
porque serán saciados.
Dichosos los misericordiosos,
porque obtendrán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón,
porque verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz,
porque se les llamará hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el Reino de los cielos.
Dichosos serán ustedes, cuando los injurien, los persigan y digan cosas falsas de ustedes por causa mía. Alégrense y salten de contento, porque su premio será grande en los cielos".
℣.:  Palabra del Señor.
℟.:  Gloria a ti, Señor Jesús.
 
Luego besa el libro, diciendo la oración en silencio.
 
HOMILÍA
 
Luego se pronuncia la homilía, que es responsabilidad del sacerdote o diácono; Es obligatorio todos los domingos y días festivos y también recomendado el resto de días.

CREDO
(Símbolo Niceno-constantinopolitano)
 
Acabada la homilía, se hace la profesión de fe
 
℟.: Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, 
En las palabras que siguen, hasta se hizo hombre, todos se inclinan. 
y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pílato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reíno no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.
 
PLEGARIA UNIVERSAL
 
Pres.:
 Hermanos, presentemos a Dios nuestras súplicas, seguros de que por intercesión de su Hijo Jesucristo serán escuchadas y atendidas y digámosle:
℟.: Padre Santo, escucha nuestra oración.

1. Por la Iglesia universal, para que a ejemplo de Cristo, se esfuerce todos los días por buscar la santidad y ser ofrenda agradable al Padre. Oremos. ℟.

2. Por los gobernantes, para que en el cumplimiento de sus labores, busquen siempre la equidad y la justicia entre los pueblos. Oremos.  ℟.

3. Por los enfermos, para que en medio de sus dolores sientan el llamado a la santidad, y se ofrezcan, como Cristo, en sacrificio agradable en su presencia, con perseverancia y esperanza. Oremos.  ℟.

4. Por los bautizados, para que en el ejercicio de la caridad con nuestros hermanos, busquen la santidad y sean siempre agradables a Dios Padre. Oremos. ℟.

5. Por todos nosotros reunidos en esta Eucaristía, para que al celebrar estos misterios, nos alimentemos con la presencia viva de Cristo resucitado, y respondamos al llamado que tenemos a la santidad, vivida desde el amor a Dios y a los hermanos. Oremos. ℟.
 
Pres.: Recibe, Padre de amor, estas súplicas que te presentamos por la intercesión de todos los Santos. Que, siguiendo sus ejemplos de vida, alcancemos, como ellos, la corona de gloria que no se marchita. Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟.: Amén.
 
LITURGIA EUCARÍSTICA
 
PRESENTACIÓN DE LOS DONES
 
Terminado lo anterior, comienza el canto para el ofertorio. Mientras tanto, los ministros colocan sobre el altar el corporal, el purificador, el cáliz, la palia y el misal.

RECIBE, OH PADRE SANTO, ESTA OBLACIÓN,
QUE ALEGRES TE OFRECEMOS A TI, SEÑOR.

POR NUESTRAS NEGLIGENCIAS, ACÉPTALA, SEÑOR,
POR LAS FALTAS DEL MUNDO, TAN PECADOR. ℟.

POR ESTE SACRIFICIO, PERDÓNANOS, SEÑOR,
Y DANOS, COMPASIVO, TU BENDICIÓN. ℟.

POR TODOS LOS QUE ESTAMOS JUNTO AL ALTAR,
POR LOS QUE YA DESCANSAN EN SANTA PAZ. ℟.

Conviene que los fieles expresen su participación en la ofrenda, bien sea llevando el pan y el vino para la celebración de la Eucaristía, bien presentando otros dones para las necesidades de la Iglesia o de los pobres. 
 
El sacerdote, de pie ante el altar, recibe la patena con el pan en las manos y, levantándola un poco por encima del altar, dice la oración en silencio. Luego coloca la patena con el pan sobre el corporal.
 
El diácono o sacerdote vierte vino y un poco de agua en el cáliz, orando en silencio.
 
Luego, el sacerdote recibe el cáliz en sus manos y, levantándolo un poco por encima del altar, dice la oración en silencio: luego, coloca el cáliz sobre el corporal.
 
Luego el sacerdote, profundamente inclinado, reza en silencio.
 
Y, si procede, inciensar las ofrendas, la cruz y el altar. Después, el diácono u otro ministro inciensa al sacerdote y al pueblo.
 
Luego, el sacerdote, de pie junto al altar, se lava las manos y dice la oración en silencio.
 
El sacerdote, de pie en el centro del altar, dice:
Pres.: Oren, hermanos, para que, trayendo al altar los gozos y las fatigas de cada día, nos dispongamos a ofrecer el sacrificio agradable a Dios, Padre todopoderoso.
℟.: El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
 
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
 
Luego el sacerdote dice la oración sobre las ofrendas:
Pres.: Que te sean gratos, Señor, los dones que ofrecemos en honor de todos los santos, y concédenos experimentar la ayuda para obtener nuestra salvación, de aquellos que ya alcanzaron con certeza la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro. Señor.
℟.: Amén.
 
PREFACIO
(La gloria de nuestra madre; la Jerusalén celeste)
 
El sacerdote comienza la plegaria eucarística con el prefacio. Dice:
Pres.: 
El Señor esté con ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.

El sacerdote prosigue:
Pres.: Levantemos el corazón.
℟.: Lo tenemos levantado hacia el Señor.

El sacerdote añade:
Pres.: 
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
℟.: Es justo y necesario.

El sacerdote prosigue el prefacio.
Pres.: En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque hoy nos concedes celebrar a tu familia, que es nuestra madre, la Jerusalén del cielo, en donde nuestros hermanos ya glorificados te alaban eternamente.
Hacia ella, peregrinos, caminando por la fe, nos apresuramos jubilosos, regocijándonos por los más ilustres miembros de la Iglesia, en cuya gloria nos das al mismo tiempo ejemplo y ayuda para nuestra fragilidad.
Por eso, unidos a ellos y a todos los ángeles, a una voz te alabamos y glorificamos, diciendo:
 
En unión con el pueblo, concluye el prefacio, cantando o diciendo en voz alta:
℟.:
 Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.
 
PLEGARIA EUCARÍSTICA I
O CANON ROMANO

El sacerdote dice:
Pres.: PADRE misericordioso, te pedimos humildemente, por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que aceptes 
Traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:
y bendigas estos dones, este sacrificio santo y puro que te ofrecemos, 
Con las manos extendidas, prosigue: 
ante todo, por tu Iglesia santa y católica, para que le concedas la paz, la protejas, la congregues en la unidad y la gobiernes en el mundo entero, con tu servidor el Papa Juan Pablo VI, nuestro obispo N., y todos los demás Obispos que, fieles a la verdad, promueven la fe católica y apostólica.
 
Conmemoración de los vivos
1C: Acuérdate, Señor, de tus hijos [N. y N.] 
Junta las manos y ora unos momentos por quienes tiene la intención de orar. 
Después, con las manos extendida, prosigue: 
y de todos los aquí reunidos, cuya fe y entrega bien conoces; por ellos y todos los suyos, por el perdón de sus pecados y la salvación que esperan, te ofrecemos, y ellos mismos te ofrecen, este sacrificio de alabanza, a tí, eterno Dios, vivo y verdadero.

Conmemoración de los Santos
2C: Reunidos en comunión con toda la Iglesia, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor; la de su esposo, san José; la de los santos apóstoles y mártires Pedro y Pablo, Andrés, [Santiago y Juan, Tomás, Santiago, Felipe, Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo; Lino, Cleto, Clemente, Sixto, Comelio, Cipriano, Lorenzo, Crisógono, Juan y Pablo, Cosme y Damián] y la de todos los santos; por sus méritos y oraciones concédenos en todo tu protección. 
[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]

Con las manos extendidas, prosigue:
Pres.: Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa; ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos.

Extendiendo las mano sobre las ofrendas, dice: 
Pres.: Bendice y santifica esta ofrenda, Padre, haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti: que se convierta para nosotros en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo amado, Jesucristo, nuestro Señor. 
En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse claramente y con precisión, como lo requiere la naturaleza de las mismas palabras.
El cual, la víspera de su Pasión, 
Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue: 
tomó pan en sus santas y venerables manos, 
Eleva los ojos. 
y, elevando los ojos al cielo, hacia ti, Dios, Padre suyo todopoderoso, dando gracias te bendijo, lo partió, y lo dio a sus discípulos.

Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión.

Después prosigue: 
Pres.: Del mismo modo, acabada la cena, 
Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue: 
tomó este cáliz glorioso en sus santas y venerables manos, dando gracias te bendijo, y lo dio a sus discípulos.

Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión.

Luego dice: 
Éste es el Sacramento de nuestra fe.
℟.: Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice: 
Pres.: Por eso, Padre, nosotros, tus siervos, y todo tu pueblo santo, al celebrar este memorial de la muerte gloriosa de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, de su santa resurrección del lugar de los muertos y de su admirable ascensión a los cielos, te ofrecemos, Dios de gloría y majestad, de los mismos bienes que nos has dado, el sacrificio puro, inmaculado y santo: pan de vida eterna y cáliz de eterna salvación. 

Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala, como aceptaste los dones del justo Abel el sacrificio de Abraham, nuestro padre en la fe, y la oblación pura de tu sumo sacerdote Melquísedec.

Inclinado, con las manos juntas, prosigue: 
Te pedimos humildemente, Dios todopoderoso, que esta ofrenda sea llevada a tu presencia, hasta el altar del cielo, por manos de tu Angel, para que cuantos recibimos el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, al participar aquí de este altar, 
Se endereza y se signa, diciendo: 
seamos colmados de gracia y bendición. 
junta las manos. 
[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]  

Conmemoración de los difuntos
Con las manos extendidas, dice: 
3C: Acuérdate también, Señor, de tus hijos [N. y N.], que nos han precedido con el signo de la fe y duermen ya el sueño de la paz. 
Junta las manos y ora unos momentos por los difuntos por quienes tiene intención de orar.
Después, con las manos extendidas, prosigue: 
A ellos, Señor, y a cuantos descansan en Cristo, concédeles el lugar del consuelo, de la luz y de la paz. 
Junta las manos. 
[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]

Con la mano derecha se golpea el pecho, diciendo: 
4C: Y a nosotros, pecadores, siervos tuyos, 
Con las manos extendidas, prosigue: 
que confiamos en tu infinita misericordia, admítenos en la asamblea de los santos apóstoles y mártires Juan el Bautista, Esteban, Matías y Bernabé, [Ignacio, Alejandro, Marcelino y Pedro, Felicidad y Perpetua, Águeda, Lucía, Inés, Cecilia, Anastasia,] y de todos los santos; y acéptanos en su compañía, no por nuestros méritos, sino conforme a tu bondad. 
Junta las manos. 
Por Cristo, Señor nuestro.

Y continúa: 
Pres.: Por quien sigues creando todos los bienes, los santificas, los llenas de vida, los bendices y los repartes entre nosotros.  

Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz, los eleva y dice:
Pres.: Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. 
℟. Amén.
RITO DE COMUNIÓN
 
Una vez que ha dejado el cáliz y la patena, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Pres.:
 Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:

Junto con el pueblo, continúa:
℟.:
 Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal

El sacerdote prosigue él solo:
Pres.: Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
El pueblo concluye la oración, aclamando:
℟.:
 Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.

Después el sacerdote dice en voz alta:
Pres.:
 Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.
El sacerdote junta sus manos y concluye:
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
℟.: Amén.

El sacerdote añade:
Pres.: La paz del Señor esté siempre con ustedes
℟.: Y con tu espíritu.

Luego, si se juzga oportuno, el diácono, o el sacerdote, añade: 
℣.: Como hijos de Dios, intercambien ahora un signo de comunión fraterna.

Y cada uno, según la costumbre del lugar, se manifiesta entre sí paz, comunión y caridad; el sacerdote da la paz al diácono y a los demás ministros.
 
Luego, el sacerdote parte el pan consagrado sobre la patena y coloca un trozo en el cáliz, orando en silencio.
 
Se canta o se dice:
℟.:  Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.
 
El sacerdote hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la patena, lo muestra al pueblo, diciendo:
Pres.: 
Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
℟.: Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
 
COMUNIÓN
 
Después de comulgar, el sacerdote se acerca a los que quieren comulgar y les presenta el pan consagrado, diciendo a cada uno de ellos:
℣.:
 
El Cuerpo de Cristo.
El que va a comulgar responde:
℟.: Amén.
 
Si se comulga bajo las dos especies, se observa el rito descrito en el misal de altar. Cuando el sacerdote comulga el Cuerpo de Cristo, comienza el canto de comunión.

LOS QUE A LA POBREZA SE ABRAZAN
DE LOS CIELOS HAN DE GOZAR.

CERCA DEL SEÑOR POR UNA ETERNIDAD,
BIENAVENTURADOS SERÁN.

LOS QUE SEAN MANSOS Y HUMILDES,
POSEEN LA TIERRA TOTAL. ℟.

TODOS LOS QUE GIMEN Y LLORAN
LUEGO CONSOLADOS SERÁN. ℟.

QUIEN TENGA HAMBRE Y SED DE JUSTICIA,
SU HAMBRE Y SED SACIADAS VERÁN. ℟.

LOS DE CORAZÓN COMPASIVO,
COMPASIÓN EN DIOS HALLARÁN. ℟.

LOS QUE EL CORAZÓN TENGAN LIMPIO
CARA A CARA A DIOS HAN DE VER. ℟.

LOS QUE SIEMBRAN PAZ A SU PASO,
DE DIOS HIJOS SE LLAMARÁN. ℟.

DE LOS PERSEGUIDOS SIN CAUSA
EL REINO DEL CIELO SERÁ. ℟.


ANTÍFONA DE COMUNIÓN
(Mt 5, 8-10)

Si no hay canto de comunión, se recita la antífona: 
℣.:
 Dichosos los limpios de corazón, porque verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque se les llamará hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.

Después, el sacerdote puede ir a la sede. Si se juzga oportuno, se pueden guardar unos momentos de silencio o cantar un salmo o cántico de alabanza.
 
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos, a no ser que este silencio ya se haya hecho antes.
 
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
 
Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración después de la comunión.
Pres.: 
Oremos.
El sacerdote, con los brazos abiertos, dice la oración:
Dios nuestro, a quien adoramos, admirable y único Santo entre todos tus santos, imploramos tu gracia para que, al consumar nuestra santificación en la plenitud de tu amor, podamos pasar de esta mesa de la Iglesia peregrina, al banquete de la patria celestial. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
℟.: Amén.

 
RITO DE CONCLUSIÓN
 
BENDICIÓN FINAL
(De Todos los Santos)
 
En este momento se hacen, si es necesario y con brevedad, los oportunos anuncios o advertencias al pueblo.
 
Después tiene lugar la despedida. El sacerdote extiende las manos hacia el pueblo y dice
Pres.: El Señor esté con ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.

Pres.: Que Dios, gloria y felicidad de los santos, cuya solemnidad les ha concedido celebrar hoy, los bendiga con una bendición perpetua.
℟.: Amén.

Pres.: Que por la intercesión de los santos se vean libres de todos los males presentes y, alentados por el ejemplo de su vida, sean constantes en el servicio de Dios y de sus hermanos.
℟.: Amén.

Pres.: Que lleguen a poseer los gozos de la patria celestial en unión de todos los santos, entre los cuales la Iglesia se alegra de ver a sus hijos en una paz sempiterna.
℟.: Amén.

El sacerdote bendice al pueblo, diciendo:
Pres.:
 Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo  y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
℟.: Amén.
 
Luego el diácono, o el sacerdote, despide al pueblo con una de las fórmulas siguientes:
℣.:
 Glorifiquen al Señor con su vida. Pueden ir en paz.
℟.: Demos gracias a Dios.

Después el sacerdote se retira a la sacristía.

CANTO DE SALIDA

MARÍA, TÚ ERES MADRE
DE LOS QUE HEMOS DEJADO PADRE Y MADRE
POR SEGUIR LA LLAMADA DEL SEÑOR
AYÚDANOS OH MADRE,
A LLEVAR A LOS HOMBRES EL MENSAJE
DE TU HIJO REDENTOR.

MADRE DE LOS APÓSTOLES, MARÍA,
AUMENTA NUESTRA ENTREGA Y NUESTRO AMOR
NUESTRA FIDELIDAD A LA PALABRA
NUESTRA FE EN EL PODER DE LA ORACIÓN. ℟.

MADRE DE LOS APÓSTOLES, MARÍA,
INCÚLCANOS EL CELO ABRASADOR
QUE TUVIERON UN DÍA PEDRO Y PABLO
RESPONDIENDO A LA LLAMADA DEL SEÑOR. ℟.