Periódico Litúrgico | XVII Domingo del Tiempo Ordinario
XVII DOMINGO DEL
TIEMPO ORDINARIO
28.07.2024
RITOS INICIALES
CANTO DE ENTRADA
Una vez reunido el
pueblo, el sacerdote se dirige al altar con los ministros, durante el canto de
entrada.
FELICIDAD DE VIVIR EN
TU CASA
Y DE ALABARTE
POR TODA LA VIDA
QUÉ BUENO ES ESTAR EN
TU CASA, ALELUYA.
PADREMÍO Y DIOS MÍO,
ALELUYA
CUANTO ANHELA MI
ALMAS, ALELUYA.
Y QUE ARDIENTE DESEA,
ALELUYA.
HABITAR
EM TU TEMPLO, ALELUYA.
TODO
ME ALEGRA EM TI, SEÑOR
FELICIDAD DE VIVIR EN
TU CASA
Y DE ALABARTE
POR TODA LA VIDA
Llegado al altar y
habiendo hecho la debida reverencia, besarlo en señal de veneración y, si
procede, inciensarlo. Luego todos van a las sillas.
SAUDAÇÃO
Ante la asamblea
reunida, al terminar el canto de entrada, el sacerdote dice:
Pres.: En el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
R.: Amen
El sacerdote saluda al
pueblo con una de las fórmulas siguientes:
Pres.: La gracia y la paz de
parte de Dios, nuestro Padre, y de Jesucristo, el Señor, estén con todos
ustedes.
R.: Y con tu espíritu.
El sacerdote, diácono
u otro ministro debidamente preparado podrá, en breves palabras, introducir a
los fieles en la misa del día.
ACTO PENITENCIAL
Pres.: Hermanos: Para
celebrar dignamente estos sagrados misterios, reconozcamos nuestros pecados.
Se hace una breve
pausa en silencio. Después, hacen todos en común la confesión de sus pecados:
R.: Yo confieso ante Dios
todo-poderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento,
palabra, obra y omisión.
Golpeándose el pecho,
dicen:
R.: Por mi culpa,
por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a
los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante
Dios, nuestro Señor.
El sacerdote concluye
con la siguiente plegaria:
Pres.: Dios todopoderoso
tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R.: Amén.
Pres.: Señor, ten
piedad.
R.: Señor, ten
piedad.
Pres.: Cristo, ten
piedad.
R.: Cristo, ten piedad.
Pres.: Señor, ten piedad.
R.: Señor, ten piedad.
HIMNO DO GLÓRIA
Canta-se
ou recita-se em seguida o hino:
R.: Gloria a Dios en el
cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria
te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias,
Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo,
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra
súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros.
Porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el
espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.
ORACION COLECTA
Acabado el himno, el
sacerdote, con las manos juntas, dice:
Pres.: Oremos.
Y todos, junto con el
sacerdote, oran en silencio durante unos momentos. Después el sacerdote, con
las manos extendidas, dice la
oración colecta:
Dios nuestro,
protector de los que esperan en ti, fuera de quien nada tiene valor ni
santidad; acrecienta sobre nosotros tu misericordia, para que, bajo tu guía
providente, usemos los bienes pasajeros de tal modo que ya desde ahora podamos
adherirnos a los eternos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los
siglos.
R.: Amén.
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMEIRA LECTURA
(2Rs 4, 42-44)
Leitor: Lectura del segundo
libro de los Reyes
En aquellos días: Llegó un hombre de
Baal Salisá, trayendo pan de los primeros frutos para el profeta Eliseo, veinte
panes de cebada y grano recién cortado, en una alforja. Eliseo dijo: “Dáselo
a la gente para que coman”. Pero su servidor respondió: “¿Cómo voy
a servir esto a cien personas?” “Dáselo a la gente para
que coman, replicó él, porque así habla el Señor: "Comerán y sobrará"”. El servidor se lo
sirvió; todos comieron y sobró, conforme a la palabra del Señor.
Leitor: Palabra de Dios.
R.: Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
(Sl 10-11.
15-18 )
R. Abres tu mano,
Señor, y nos colmas con tus bienes.
Que todas tus obras te
den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu
reino y proclamen tu poder.
Los ojos de todos
esperan en ti, y Tú les das la comida a su tiempo; abres tu mano y colmas de
favores a todos los vivientes.
El Señor es justo en
todos sus caminos y bondadoso en todas sus acciones; está cerca de aquellos que
lo invocan, de aquellos que lo invocan de verdad.
SEGUNDA LECTURA
(Ef 4, 1-6)
Leitor: Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los
cristianos de Éfeso
Hermanos:
Yo, que estoy preso
por el Señor, los exhorto a comportarse de una manera digna de la vocación que
han recibido. Con mucha humildad, mansedumbre y paciencia, sopórtense
mutuamente por amor. Traten de conservar la unidad del Espíritu, mediante el
vínculo de la paz. Hay un solo Cuerpo y un solo Espíritu, así como hay
una misma esperanza, a la que ustedes han sido llamados, de acuerdo con la
vocación recibida. Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo. Hay un
solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, lo penetra todo y está en
todos.
Leitor: Palabra de Dios.
R.: Te alabamos, Señor.
ACLAMACION AL EVANGELIO
ALELUIA, ALELUIA,
ALELUIA!
ALELUIA, ALELUIA,
ALELUIA!
UN GRAN PROFETA HA APARECIDO
EN MEDIO A NOSOTROS
Y DIOS HA VISITADO A
SU PUEBLO
ALELUIA,
ALELUIA, ALELUIA!
ALELUIA,
ALELUIA, ALELUIA!
Mientras tanto, el
sacerdote, cuando se utiliza incienso, lo coloca en el incensario. El diácono,
que proclamará el Evangelio, inclinándose profundamente ante el sacerdote, pide
en voz baja la bendición:
℣.: Dame tu bendición.
El sacerdote dice en
voz baja:
Pres.: Que el Señor esté en
vuestro corazón y en vuestros labios para que podáis proclamar dignamente su
Evangelio: en el nombre del Padre y del Hijo + y del Espíritu Santo.
El diácono hace la
señal de la cruz y responde:
℣.: Amén.
Si no hay diácono, el
sacerdote, inclinándose ante el altar, reza en silencio.
EVANGELIO
(Jo 6, 1-15)
Después el diácono (o el sacerdote) va al ambón, y
dice:
V.: El Señor esté con
ustedes.
R.: Y con tu espíritu.
El diácono (o el sacerdote), dice:
V.: Del santo Evangelio
según San Juan
y, mientras tanto, hace la señal de la cruz sobre
el libro y luego sobre sí mismo, en la frente, la boca y el pecho.
R.: Gloria a ti, Señor.
Luego el diácono o el sacerdote, si procede, inciensa el libro y
proclama el Evangelio.
℣.: En aquel tiempo, Jesús
atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades. Lo seguía una gran multitud, al
ver los signos que hacía sanando a los enfermos. Jesús subió a la montaña y se
sentó allí con sus discípulos. Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos. Al levantar los ojos,
Jesús vio que una gran multitud acudía a Él y dijo a Felipe: “¿Dónde
compraremos pan para darles de comer?” Él decía esto para
ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer. Felipe le
respondió: “Doscientos denarios no bastarían para que cada uno
pudiera comer un pedazo de pan”. Uno de sus discípulos,
Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: “Aquí hay un niño que
tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?” Jesús le
respondió: “Háganlos sentar”. Había mucho pasto en
ese lugar. Todos se sentaron y eran unos cinco mil hombres. Jesús tomó los
panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo
con los pescados, dándoles todo lo que quisieron. Cuando todos quedaron
satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: “Recojan los pedazos que
sobran, para que no se pierda nada”. Los recogieron y
llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de
cebada. Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la
gente decía: “Éste es,
verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo”. Jesús, sabiendo que
querían apoderarse de Él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la
montaña.
V.: Palabra del Señor.
R.: Gloria a ti, Señor Jesús.
Luego besa el libro,
diciendo la oración en silencio.
HOMILÍA
Luego se pronuncia la
homilía, que es responsabilidad del sacerdote o diácono; Es obligatorio todos
los domingos y días festivos y también recomendado el resto de días.
CREDO
(Símbolo de los Apostoles)
Acabada la homilía, se
hace la profesión de fe
℟.: Creo en Dios, Padre
todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único
Hijo, nuestro Señor,
En las palabras que
siguen, hasta María Virgen, todos se inclinan:
que fue concebido por
obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el
poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los
infiernos,
al tercer día resucitó
de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios,
Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en
el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el
perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Pres.: Pidamos, hermanos, el
auxilio del Espíritu Santo, para que inspire nuestras oraciones y ruegue con
nosotros por las necesidades del mundo:
℟.: Escucha, Señor,
nuestra oración.
1. Por nuestra
(Arqui)Diócesis, sus comunidades y movimientos, por los acólitos, lectores y
catequistas y por los ministros extraordinarios de la comunión, oremos.
2. Por los gobernantes de
todas las naciones, por el progreso y el bienestar de los ciudadanos, y por la
verdadera paz y libertad, oremos.
3. Por los que se
esfuerzan en seguir las sendas del Evangelio, para que nuestro Señor los
mantenga en este santo propósito hasta el fin de sus días, oremos.
4. Por los fieles
difuntos, que han salido ya de este mundo, especialmente por nuestros
familiares, amigos y bienhechores, para que el Señor, por su gran misericordia,
los reciba en su gloria y los coloque entre los santos y elegidos, oremos.
Pres.: Escucha, Padre santo, nuestras oraciones e
ilumínanos con la luz de tu Espíritu, para que sintiéndonos pobres y débiles,
experimentemos la fuerza de Cristo y el poder de su resurrección. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
℟.: Amén.
LITURGIA EUCARÍSTICA
PRESENTACIÓN DE LAS
OFRENDAS
Es recomendable que
los fieles expresen su participación trayendo una ofrenda, ya sea pan y vino
para la celebración de la Eucaristía, u otra donación para ayudar a la
comunidad y a los pobres.
El sacerdote, de pie
ante el altar, recibe la patena con el pan en las manos y, levantándola un poco
por encima del altar, dice la oración en silencio. Luego coloca la patena con
el pan sobre el corporal.
El diácono o sacerdote
vierte vino y un poco de agua en el cáliz, orando en silencio.
Luego, el sacerdote
recibe el cáliz en sus manos y, levantándolo un poco por encima del altar, dice
la oración en silencio: luego, coloca el cáliz sobre el corporal.
Luego el sacerdote,
profundamente inclinado, reza en silencio.
Y, si procede,
inciensar las ofrendas, la cruz y el altar. Después, el diácono u otro ministro
inciensa al sacerdote y al pueblo.
Luego, el sacerdote,
de pie junto al altar, se lava las manos y dice la oración en silencio.
INVITACIÓN A LA
ORACIÓN
El sacerdote, de pie
en el centro del altar, dice:
Pres.: Oren, hermanos, para
que este sacrificio, mío y de ustedes, sea agradable a Dios, Padre
todopoderoso.
℟.: El Señor reciba de tus
manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y
el de toda su santa Iglesia.
ORACIÓN SOBRE LAS
OFRENDAS
Luego el sacerdote
dice la oración sobre las ofrendas:
Pres.: Acepta, Padre, estos
dones recibidos de tu generosidad, y, por la acción poderosa de tu gracia, haz
que estos sagrados misterios santifiquen nuestra vida presente y nos conduzcan
a los gozos eternos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟.: Amén.
PREFÁCIO
El sacerdote comienza
la plegaria eucarística con el prefacio. Dice:
Pres.: El Señor esté con
ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.
El sacerdote prosigue:
Pres.: Levantemos el corazón.
℟.: Lo tenemos levantado
hacia el Señor.
El sacerdote añade:
Pres.: Demos gracias al
Señor, nuestro Dios.
℟.: Es justo y necesario.
El sacerdote prosigue
el prefacio.
Pres.: En verdad es justo y
necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Porque tu amor al mundo fue tan
misericordioso, que no sólo nos enviaste como redentor a tu propio Hijo, sino
que lo quisiste en todo semejante a nosotros, menos en el pecado, para poder
así amar en nosotros lo que en él amabas. Y con su obediencia nos devolviste
aquellos dones que por nuestra desobediencia habíamos perdido. Por eso, ahora
nosotros, llenos de alegría, te aclamamos con los ángeles y los santos,
diciendo:
En unión con el
pueblo, concluye el prefacio, cantando o diciendo en voz alta:
℟.: Santo, Santo es el
Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el
cielo.
PLEGARIA EUCARÍSTICA
II
El sacerdote dice:
Pres.: Santo eres en verdad, Señor, fuente de toda
santidad, por eso te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu, de manera que sean para nosotros Cuerpo y
+ Sangre de Jesucristo, nuestro Señor.
El relato de la
institución de la Eucaristía debe darse de forma clara y audible, como lo exige
su naturaleza.
Pres.: El cual, cuando iba a ser entregado a su Pasión, voluntariamente
aceptada, tomó pan,
Toma el pan y,
manteniéndolo un poco elevado sobre el altar, continúa:
dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos.
Muestra al pueblo la
hostia consagrada, la coloca en la patena y hace una genuflexión en adoración.
El sacerdote prosigue:
Pres.: Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz,
Toma el cáliz en sus
manos y, manteniéndolo ligeramente elevado sobre el altar, continúa:
y, dándote gracias de
nuevo, lo pasó a sus discípulos.
Muestra el cáliz al
pueblo, la coloca sobre su cuerpo y hace una genuflexión en adoración.
El sacerdote prosigue:
Pres.: Éste es el Sacramento
de nuestra fe!
℟.: Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección. Ven, Señor Jesús!
Después, el sacerdote,
con las manos extendidas dice:
Pres.: Así, pues, Padre, al
celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos
el pan de vida y el cáliz de salvación, y te damos gracias porque nos haces
dignos de servirte en tu presencia.
Pres.: Te pedimos,
humildemente, que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos
participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo.
1C: Acuérdate, Señor, de
tu Iglesia extendida por toda la tierra; y con el Papa Juan Pablo VI, con nuestro Obispo N., y todos los pastores
que cuidan de tu pueblo, llévala a su perfección por la caridad.
2C: Acuérdate también de
nuestros hermanos que durmieron en la esperanza de la resurrección, y de todos
los que han muerto en tu misericordia, admítelos a contemplar la luz de tu
rostro.
3C: Ten
misericordia de todos nosotros, y así, con María, la Virgen, Madre de Dios, los
apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos,
por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas.
Toma la patena con el
pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:
Pres.: Por Cristo, con
él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo
honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:
℟.: Amen.
RITO DE LA COMUNIÓN
Una vez que ha dejado
el cáliz y la patena, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Pres.: El amor de Dios ha
sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado;
digamos con fe y esperanza:
Junto con el pueblo,
continúa:
℟.: Padre nuestro, que
estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase
tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos
ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal
El sacerdote prosigue él solo:
Pres.: Líbranos de todos los
males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu
misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda
perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador
Jesucristo.
El pueblo concluye la
oración, aclamando:
℟.: Tuyo es el reino, tuyo
el poder y la gloria, por siempre, Señor.
Después el sacerdote dice en voz alta:
Pres.: Señor Jesucristo, que
dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no tengas
en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra,
concédele la paz y la unidad.
El sacerdote junta sus
manos y concluye:
Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos.
℟.: Amén.
El sacerdote añade:
Pres.: La paz del
Señor esté siempre con ustedes
℟.: Y con tu espíritu.
SALUDO DE PAZ
Luego, si procede, el
diácono o sacerdote dice:
℣.: En Cristo, que nos ha
hecho hermanos con su cruz, dense la paz como signo de reconciliación.
Y cada uno, según la
costumbre del lugar, se manifiesta entre sí paz, comunión y caridad; el
sacerdote da la paz al diácono y a los demás ministros.
FRACCIÓN DE PAN
Luego, el sacerdote parte
el pan consagrado sobre la patena y coloca un trozo en el cáliz, orando en
silencio.
Se canta o se dice:
℟.: Cordero de Dios, que
quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que
quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que
quitas el pecado del mundo, danos la paz.
El sacerdote hace
genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la
patena, lo muestra al pueblo, diciendo:
Pres.:Éste es el Cordero de
Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del
Señor.
℟.: Señor, no soy digno de
que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
COMUNIÓN
Después de comulgar,
el sacerdote se acerca a los que quieren comulgar y les presenta el pan
consagrado, diciendo a cada uno de ellos:
℣.: El Cuerpo de Cristo.
El que va a comulgar
responde:
℟.: Amen.
Si se comulga bajo las dos especies, se observa el
rito descrito en el misal de altar. Cuando el sacerdote comulga el Cuerpo de
Cristo, comienza el canto de comunión.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN
(Cf. Sl 102,2)
℣.: Bendice al Señor,
alma mía, y nunca olvides sus beneficios.
Después, el sacerdote puede ir a la sede. Si se juzga oportuno, se
pueden guardar unos momentos de silencio o cantar un salmo o cántico de
alabanza.
Y todos, junto con el sacerdote,
oran en silencio durante unos momentos, a no ser que este silencio ya se haya
hecho antes
ORACIÓN DESPUÉS DE LA
COMUNIÓN
Después el sacerdote,
con las manos extendidas, dice la oración después de la comunión.
Pres.: Oremos.
El sacerdote, con los
brazos abiertos, dice la oración:
Te pedimos, Padre, que
alimentados con este sacramento divino, memorial perpetuo de la Pasión de tu
Hijo, este don de su amor inefable nos conduzca a la salvación. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
℟.: Amén.
RITO DE CONCLUSIÓN
FINAL BENDICIÓN FINAL
(Tempo Comum III)
En este momento se
hacen, si es necesario y con brevedad, los oportunos anuncios o advertencias al
pueblo.
Después tiene lugar la
despedida. El sacerdote extiende las manos hacia el pueblo y dice
Pres.: El Señor esté con
ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.
El sacerdote bendice
al pueblo, diciendo:
Pres.: La bendición de Dios
todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
℟.: Amén.
Luego el diácono, o el
sacerdote, despide al pueblo con una de las fórmulas siguientes:
℣.: En el nombre del
Señor, pueden ir en paz.
℟.: Demos gracias a Dios.
Después el sacerdote
se retira a la sacristía.