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COMUNIDADE CATÓLICA DE MINECRAFT - A UMA DÉCADA A SERVIÇO DA IGREJA

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Oremus pro pontificem nostro, Benedictus

Libreto Litúrgico | Vigilia de la Natividad de San Juan Bautista

 

PERIÓDICO LITÚRGICO
VIGILIA DE LA NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA
23.06.2025

RITOS INICIALES

CANTO DE ENTRADA
(Ut queant laxis)

Una vez reunido el pueblo, el sacerdote se dirige al altar con los ministros, durante el canto de entrada.

Ut queant laxis resonare fibris
Mira gestorum famuli tuorum,
Solve polluti labii reatum,
Sancte Joannes.

Nuntius celso veniens Olympo,
Te patri magnum fore nasciturum,
Nomen, et vitae seriem gerendae
Ordine promit.

Ille promissi dubius superni,
Perdidit promptae modulos loquelae:
Sed reformasti genitus peremptae
Organa vocis.

Ventris obstruso recubans cubili
Senseras Regem thalamo manentem:
Hinc parens nati meritis uterque
Abdita pandit.

Sic decus Patri, genitaeque Proli,
Et tibi compar utriusque virtus,
Spiritus semper, Deus unus, omni
Temporis aevo.

Llegado al altar y habiendo hecho la debida reverencia, besarlo en señal de veneración y, si procede, inciensarlo. Luego todos van a las sillas.

ANTÍFONA DE ENTRADA
(Lc 1, 15. 14)

Si no hay canto de entrada, se recita la antífona:
Él será grande a los ojos del Señor, y estará lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre, y muchos se alegrarán de su nacimiento.

SALUDO INICIAL

Ante la asamblea reunida, al terminar el canto de entrada, el sacerdote dice:
Pres.: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
℟.: Amén
 
El sacerdote saluda al pueblo con una de las fórmulas siguientes:
Pres.: El Señor, que dirige nuestros corazones para que amemos a Dios, esté con todos ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.

El sacerdote, diácono u otro ministro debidamente preparado podrá, en breves palabras, introducir a los fieles en la misa del día.

ACTO PENITENCIAL
 
Pres.: Humildes y penitentes, como el publicano en el templo, acerquémonos al Dios justo, y pidámosle que tenga piedad de nosotros, que también nos reconocemos pecadores.

Se hace una breve pausa en silencio.
Después el sacerdote o el diácono, u otro ministro, empleando éstas u otras invocaciones, con el Señor, ten piedad (Kyrie, eléison), dice: 
Pres o Diác.:  Tú que eres la plenitud de la verdad y de la gracia: Señor, ten piedad.
.:  Señor, ten piedad.

Pres o Diác.:  Tú que te has hecho pobre para enriquecernos: Cristo, ten piedad.
.:  Cristo, ten piedad.

Pres o Diác.:  Tú que has venido para hacer de nosotros tu pueblo santo: Señor, ten piedad.
.:  Señor, ten piedad.

El sacerdote concluye con la siguiente plegaria:
Pres.:
 Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
℟.: Amén.

HIMNO DEL GLORIA

GLORIA A DIOS EN EL CIELO, 
Y EN LA TIERRA PAZ A LOS 
HOMBRES QUE AMA EL SEÑOR. 

POR TU INMENSA GLORIA TE ALABAMOS, TE BENDECIMOS, TE ADORAMOS, TE GLORIFICAMOS, TE DAMOS GRACIAS, SEÑOR DIOS, REY CELESTIAL, DIOS PADRE TODOPODEROSO.

GLORIA A DIOS EN EL CIELO, 
Y EN LA TIERRA PAZ A LOS 
HOMBRES QUE AMA EL SEÑOR. 

SEÑOR, HIJO ÚNICO, JESUCRISTO. SEÑOR DIOS, CORDERO DE DIOS, HIJO DEL PADRE; TÚ QUE QUITAS EL PECADO DEL MUNDO, TEN PIEDAD DE NOSOTROS; TÚ QUE QUITAS EL PECADO DEL MUNDO, ATIENDE NUESTRA SÚPLICA; TÚ QUE ESTÁS SENTADO A LA DERECHA DEL PADRE, TEN PIEDAD DE NOSOTROS. 

GLORIA A DIOS EN EL CIELO, 
Y EN LA TIERRA PAZ A LOS 
HOMBRES QUE AMA EL SEÑOR. 

PORQUE SÓLO TÚ ERES SANTO, SÓLO TÚ SEÑOR, SÓLO TÚ ALTÍSIMO, JESUCRISTO, CON EL ESPÍRITU SANTO EN LA GLORIA DE DIOS PADRE. AMÉN.

ORACION COLECTA
 
Acabado el himno, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Pres.: Oremos.
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos. Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración colecta:
Dios todopoderoso, concede que tu familia progresar en el camino de la salvación, para que, siguiendo la voz de san Juan el Precursor, pueda llegar con seguridad al Salvador anunciado, Jesucristo nuestro Señor. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
℟.: Amén.
 
LITURGIA DE LA PALABRA
 
PRIMERA LECTURA
(Jer 1, 4-10)

Antes de formarte en el vientre materno,
yo te conocía
 
Lector: Lectura del libro del profeta Jeremías.
La palabra del Señor llegó a mí en estos términos:
«Antes de formarte en el vientre materno, yo te conocía; antes de que salieras del seno, yo te había consagrado, te había constituido profeta para las naciones.»
Yo respondí: «¡Ah, Señor! Mira que no sé hablar, porque soy demasiado joven.»
El Señor me dijo: «No digas: "Soy demasiado joven", porque tú irás adonde yo te envíe y dirás todo lo que yo te ordene. No temas delante de ellos, porque yo estoy contigo para librarte -oráculo del Señor-.»
El Señor extendió su mano, tocó mi boca y me dijo: «Yo pongo mis palabras en tu boca. Yo te establezco en este día sobre las naciones y sobre los reinos, para arrancar y derribar, para perder y demoler, para edificar y plantar.»
Lector: Palabra de Dios.
℟.: Te alabamos, Señor.
 
SALMO RESPONSORIAL
(Sal 70)
 
℟. Desde el seno materno fuiste mi protector.

Yo me refugio en ti, Señor, ¡que nunca tenga que avergonzarme! Por tu justicia, líbrame y rescátame, inclina tu oído hacia mí, y sálvame. ℟. 

Sé para mí una roca protectora, tú que decidiste venir siempre en mi ayuda, porque tú eres mi Roca y mi fortaleza. ¡Líbrame, Dios mío, de las manos del impío. ℟. 

Porque tú, Señor, eres mi esperanza y mi seguridad desde mi juventud. En ti me apoyé desde las entrañas de mi madre; desde el seno materno fuiste mi protector. ℟. 

Mi boca anunciará incesantemente tus actos de justicia y salvación. Dios mío, tú me enseñaste desde mi juventud, y hasta hoy he narrado tus maravillas. ℟. 

SEGUNDA LECTURA
(1 Pe 1, 8-12)

Esta salvación ha sido el objeto de la búsqueda
y la investigación de los profetas
 
Lector: Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro.
Queridos hermanos:
Ustedes aman a Jesucristo sin haberlo visto, y creyendo en él sin verlo todavía, se alegran con un gozo indecible y lleno de gloria, seguros de alcanzar el término de esa fe, que es la salvación.
Esta salvación ha sido el objeto de la búsqueda y la investigación de los profetas que vaticinaron sobre la gracia destinada a ustedes. Ellos trataban de descubrir el tiempo y las circunstancias señaladas por el Espíritu de Cristo, que estaba presente en ellos, y anunciaba anticipadamente los sufrimientos reservados a Cristo y la gloria que les seguiría. A ellos les fue revelado que estaban al servicio de un mensaje destinado no a sí mismos, sino a ustedes. Y ahora ustedes han recibido el anuncio de ese mensaje por obra de quienes, bajo la acción del Espíritu Santo enviado desde el cielo, les transmitieron la Buena Noticia que los ángeles ansían contemplar.
Lector: Palabra de Dios.
℟.: Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
 
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
 
VINO PARA DAR TESTIMONIO DE LA LUZ;
PARA PREPARAR AL SEÑOR UN PUEBLO BIEN DISPUESTO.
 
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
 
Mientras tanto, el sacerdote, cuando se utiliza incienso, lo coloca en el incensario. El diácono, que proclamará el Evangelio, inclinándose profundamente ante el sacerdote, pide en voz baja la bendición:
℣.: Padre, dame tu bendición.

El sacerdote dice en voz baja:
Pres.:
 El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que anuncies dignamente su Evangelio; en el nombre del Padre, y del Hijo  y del Espíritu Santo.

El diácono hace la señal de la cruz y responde:
℣.:
 Amén.

Pero si no está presente el diácono, el sacerdote, inclinado ante el altar, dice en secreto:
Purifica mi corazón y mis labios, Dios todopoderoso, para que pueda anunciar dignamente tu santo Evangelio.

EVANGELIO
(Lc 1, 5-17)
 
Después el diácono (o el sacerdote) va al ambón, y dice:
℣.:
 El Señor esté con ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.

El diácono (o el sacerdote), dice:
 Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
y, mientras tanto, hace la señal de la cruz sobre el libro y luego sobre sí mismo, en la frente, la boca y el pecho.
℟.:
 Gloria a ti, Señor.
 
Luego el diácono o el sacerdote, si procede, inciensa el libro y proclama el Evangelio.
℣.:
 En tiempos de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, de la clase sacerdotal de Abías. Su mujer, llamada Isabel, era descendiente de Aarón. Ambos eran justos a los ojos de Dios y seguían en forma irreprochable todos los mandamientos y preceptos del Señor. Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril; y los dos eran de edad avanzada.
Un día en que su clase estaba de turno y Zacarías ejercía la función sacerdotal delante de Dios, le tocó en suerte, según la costumbre litúrgica, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso. Toda la asamblea del pueblo permanecía afuera, en oración, mientras se ofrecía el incienso.
Entonces se le apareció el Angel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías quedó desconcertado y tuvo miedo. Pero el Angel le dijo: «No temas, Zacarías; tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu esposa, te dará un hijo al que llamarás Juan. El será para ti un motivo de gozo y de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento, porque será grande a los ojos del Señor. No beberá vino ni bebida alcohólica; estará lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre, y hará que muchos israelitas vuelvan al Señor, su Dios. Precederá al Señor con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar a los padres con sus hijos y atraer a los rebeldes a la sabiduría de los justos, preparando así al Señor un Pueblo bien dispuesto.»
℣.:  Palabra del Señor.
℟.:  Gloria a ti, Señor Jesús.

Luego besa el libro, diciendo la oración en silencio.
 
HOMILÍA
 
Luego se pronuncia la homilía, que es responsabilidad del sacerdote o diácono; Es obligatorio todos los domingos y días festivos y también recomendado el resto de días.

CREDO
(Símbolo Niceno-constantinopolitano)
 
Acabada la homilía, se hace la profesión de fe
℟.: Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, 
En las palabras que siguen, hasta se hizo hombre, todos se inclinan. 
y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pílato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reíno no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.

PLEGARIA UNIVERSAL

Pres.: Dirijámonos a Dios Padre, que ha enviado al Bautista a preparar los caminos a su hijo diciendo juntos:
℟.: Concédenos, Padre bueno, tu salvación.

1. Por la santa Iglesia, para que, como Juan Bautista, sepa siempre mostrar a Cristo que viene al hombre de hoy y prepararlo para el encuentro con Él. Roguemos al Señor.

2. Por el Santo Padre Benedicto VIII, los obispos y los sacerdotes, para que siempre sean sostenidos por el Espíritu para anunciar la verdad del Evangelio, llevar la humanidad a Cristo y ser una voz fuerte y profética, también incómoda, al mostrar a los hombres la verdad de sí mismos, por su verdadero bien. Roguemos al Señor.

3. Por todas las familias: que sean lugares habitados por la presencia de Dios, donde los padres puedan acoger a los hijos como un don y hacerlos crecer en el amor y en la verdad. Roguemos al Señor.

4. Por todos nosotros, para que podamos encontrar profetas que, ayudándonos a iluminar nuestra historia, nos lleven a conocer la misericordia de Dios y a desear su perdón. Roguemos al Señor.

Pres.: Sostennos, Señor, en nuestro camino de fe, para que el mundo pueda encontrarte y conocer tu salvación. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
℟.: Amén.

LITURGIA EUCARÍSTICA
 
PRESENTACIÓN DE LOS DONES
(Te ofrecemos Padre nuestro)
 
Terminado lo anterior, comienza el canto para el ofertorio. Mientras tanto, los ministros colocan sobre el altar el corporal, el purificador, el cáliz, la palia y el misal.

TE OFRECEMOS, PADRE NUESTRO,
CON EL VINO Y CON EL PAN
NUESTRAS PENAS Y ALEGRÍAS,
EL TRABAJO Y NUESTRO AFÁN.

COMO EL TRIGO DE LOS CAMPOS,
BAJO EL SIGNO DE LA CRUZ,
SE TRANSFORMAN NUESTRAS VIDAS
EN EL CUERPO DE JESÚS. ℟.

ESTOS DONES SON EL SIGNO
DEL ESFUERZO DE UNIDAD,
QUE LOS HOMBRES REALIZAMOS
EN EL CAMPO Y LA CIUDAD. ℟.

ES TU PUEBLO QUIEN TE OFRECE,
CON LOS DONES DEL ALTAR,
LA NATURALEZA ENTERA
ANHELANDO LIBERTAD. ℟.

Conviene que los fieles expresen su participación en la ofrenda, bien sea llevando el pan y el vino para la celebración de la Eucaristía, bien presentando otros dones para las necesidades de la Iglesia o de los pobres. 
 
El sacerdote, de pie ante el altar, recibe la patena con el pan en las manos y, levantándola un poco por encima del altar, dice la oración en silencio. Luego coloca la patena con el pan sobre el corporal.
 
El diácono o sacerdote vierte vino y un poco de agua en el cáliz, orando en silencio.
 
Luego, el sacerdote recibe el cáliz en sus manos y, levantándolo un poco por encima del altar, dice la oración en silencio: luego, coloca el cáliz sobre el corporal.
 
Luego el sacerdote, profundamente inclinado, reza en silencio.
 
Y, si procede, inciensar las ofrendas, la cruz y el altar. Después, el diácono u otro ministro inciensa al sacerdote y al pueblo.
 
Luego, el sacerdote, de pie junto al altar, se lava las manos y dice la oración en silencio.

El sacerdote, de pie en el centro del altar, dice:
Pres.: Oremos, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.
℟.: El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
 
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
 
Luego el sacerdote dice la oración sobre las ofrendas:
Pres.: Mira con bondad, Señor, las ofrendas de tu pueblo, que te presentamos en la solemnidad de san Juan Bautista, y concédenos que cuanto celebramos en estos misterios, lo manifestemos con una vida dedicada a tu servicio. Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟.: Amén.

PREFACIO
(La misión del Precursor)
 
El sacerdote comienza la plegaria eucarística con el prefacio. Dice:
Pres.: 
El Señor esté con ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.

El sacerdote prosigue:
Pres.: Levantemos el corazón.
℟.: Lo tenemos levantado hacia el Señor.

El sacerdote añade:
Pres.: Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
℟.: Es justo y necesario.

El sacerdote prosigue el prefacio.
Pres.: En verdad es justo y necesario, 
es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor Nuestro.

Alabamos tu grandeza manifestada en san Juan Bautista, el Precursor de tu Hijo, y el mayor entre los nacidos de mujer.

Antes de nacer, saltó de alegría en el vientre de su madre al sentir la proximidad del Salvador, y fue el único profeta que señaló al Cordero que quita el pecado del mundo.

Él bautizó en el río Jordán al mismo autor del bautismo, para que el agua viva santificara a todos los hombres, y mereció dar el supremo testimonio de Cristo, derramando su sangre por Él.

Por eso, unidos a los ángeles en el cielo, cantamos en la tierra un himno a tu gloria, diciendo sin cesar:

En unión con el pueblo, concluye el prefacio, cantando o diciendo en voz alta:
℟.:
 Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.

PLEGARIA EUCARÍSTICA III
 
El sacerdote dice:
Pres.:
 SANTO eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus criaturas, ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso.
 
Pres.: Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera que se conviertan en Cuerpo  y Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que nos mandó celebrar estos misterios.
 
El relato de la institución de la Eucaristía debe darse de forma clara y audible, como lo exige su naturaleza.
Pres.: Porque el mismo, la noche en que iba a ser entregado,
Toma el pan y, manteniéndolo un poco elevado sobre el altar, continúa:
tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos.

Muestra al pueblo la hostia consagrada, la coloca en la patena y hace una genuflexión en adoración.
 
El sacerdote prosigue:
Pres.:  Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz,
Toma el cáliz en sus manos y, manteniéndolo ligeramente elevado sobre el altar, continúa:
y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos.

Muestra el cáliz al pueblo, la coloca sobre su cuerpo y hace una genuflexión en adoración.
 
El sacerdote prosigue:
Pres.: Éste es el Misterio de la fe, Cristo nos redimió.
℟.: Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.

Después, el sacerdote, con las manos extendidas dice:
Pres.: Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección, y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.
 
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la Víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.
 
1C: Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con Maria, la Virgen, Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y los mártires, (San Juan Bautista) y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.
 
2C: Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor, el Papa Benedicto, a nuestro Obispo N., al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti.
 
Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia. Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo.

A nuestros hermanos difuntos, y a cuantos murieron en tu amistad, recíbelos en tu Reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
 
Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:
Pres.:
 Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:
℟.: Amén.

RITO DE COMUNIÓN
 
Una vez que ha dejado el cáliz y la patena, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Pres.: 
Llenos de alegría por ser hijos de Dios, 
digamos confiadamente la oración que Cristo nos enseñó:

Junto con el pueblo, continúa:
℟.:
 Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal

El sacerdote prosigue él solo:
Pres.: Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
El pueblo concluye la oración, aclamando:
℟.:
 Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.

Después el sacerdote dice en voz alta:
Pres.:
 Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.
El sacerdote junta sus manos y concluye:
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
℟.: Amén.

El sacerdote añade:
Pres.: La paz del Señor esté siempre con ustedes
℟.: Y con tu espíritu.

Luego, si se juzga oportuno, el diácono, o el sacerdote, añade: 
℣.: Como hijos de Dios, intercambien ahora un signo de comunión fraterna.

Y cada uno, según la costumbre del lugar, se manifiesta entre sí paz, comunión y caridad; el sacerdote da la paz al diácono y a los demás ministros.
 
Luego, el sacerdote parte el pan consagrado sobre la patena y coloca un trozo en el cáliz, orando en silencio.
 
Se canta o se dice:
℟.:  Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.
 
El sacerdote hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la patena, lo muestra al pueblo, diciendo:
Pres.: 
Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
℟.: Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.

COMUNIÓN
(Pescador de Hombres)
 
Después de comulgar, el sacerdote se acerca a los que quieren comulgar y les presenta el pan consagrado, diciendo a cada uno de ellos:
℣.:
 El Cuerpo de Cristo.
El que va a comulgar responde:
℟.: Amén.
 
Si se comulga bajo las dos especies, se observa el rito descrito en el misal de altar. Cuando el sacerdote comulga el Cuerpo de Cristo, comienza el canto de comunión.

TÚ HAS VENIDO A LA ORILLA,
NO HAS BUSCADO NI A SABIOS NI A RICOS.
TAN SÓLO QUIERES QUE YO TE SIGA. 

SEÑOR, ME HAS MIRADO A LOS OJOS,
SONRIENDO HAS DICHO MI NOMBRE.
EN LA ARENA HE DEJADO MI BARCA:
JUNTO A TI BUSCARÉ OTRO MAR.

TÚ SABES BIEN LO QUE TENGO,
EN MI BARCA NO HAY ORO NI ESPADAS,
TAN SÓLO REDES Y MI TRABAJO. ℟.

TÚ NECESITAS MIS MANOS,
MI CANSANCIO QUE A OTROS DESCANSE,
AMOR QUE QUIERA SEGUIR AMANDO. ℟.

TÚ, PESCADOR DE OTROS LAGOS,
ANSIA ETERNA DE ALMAS QUE ESPERAN.
AMIGO BUENO QUE ASÍ ME LLAMAS. ℟.

ANTÍFONA DE COMUNIÓN
(Lc  1, 68)

Si no hay canto de comunión, se recita la antífona: 
℣.:
 Bendito sea el Señor, Dios de Israel, 
porque ha visitado y redimido a su pueblo.

Después, el sacerdote puede ir a la sede. Si se juzga oportuno, se pueden guardar unos momentos de silencio o cantar un salmo o cántico de alabanza.
 
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos, a no ser que este silencio ya se haya hecho antes.
 
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
 
Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración después de la comunión.
Pres.: 
Oremos.
El sacerdote, con los brazos abiertos, dice la oración:
Padre y Señor nuestro, que la poderosa intercesión de san Juan Bautista acompañe siempre a quienes has alimentado con el pan del cielo, e interceda por nosotros ante tu Hijo, que él anunció como el Cordero que quita el pecado del mundo. El que vive y reina por los siglos de los siglos.
℟.: Amén.

RITO DE CONCLUSIÓN

BENDICIÓN SOLEMNE

En este momento se hacen, si es necesario y con brevedad, los oportunos anuncios o advertencias al pueblo.
 
Después tiene lugar la despedida. El sacerdote extiende las manos hacia el pueblo y dice
Pres.: El Señor esté con ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.

Pres.: Dios, nuestro Padre, que nos ha congregado para celebrar hoy la solemnidad de san Juan Bautista, los bendiga, proteja y confirme en su paz.
℟.: Amén.

Pres.:  Cristo, el Señor, que ha manifestado en san Juan Bautista la fuerza renovadora del misterio pascual, los haga auténticos testigos de su Evangelio.
℟.: Amén.

Pres.: El Espíritu Santo, que en san Juan Bautista ha ofrecido un ejemplo de caridad evangélica, les conceda la gracia de acrecentar en la Iglesia la verdadera comunión de fe y amor.
℟.: Amén.

El sacerdote bendice al pueblo, diciendo:
Pres.:
 Y la bendición de Dios todopoderoso, del Padre, del Hijo  y del Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
℟.: Amén.
 
Luego el diácono, o el sacerdote, despide al pueblo con una de las fórmulas siguientes:
℣.
La alegría del Señor sea nuestra fuerza. Pueden ir en paz.
℟.: Demos gracias a Dios.

CANTO DE SALIDA
(Madre de nuestra alegría)

MARÍA, TÚ QUE VELAS JUNTO A MÍ,
Y VES EL FUEGO DE MI INQUIETUD.
MARÍA, MADRE, ENSÉÑAME A VIVIR
CON RITMO ALEGRE DE JUVENTUD

VEN, SEÑORA A NUESTRA SOLEDAD,
VEN A NUESTRO CORAZÓN,
A TANTAS ESPERANZAS QUE SE HAN MUERTO,
A NUESTRO CAMINAR SIN ILUSIÓN.

VEN, Y DANOS LA ALEGRÍA
QUE NACE DE LA FE Y DEL AMOR,
EL GOZO DE LAS ALMAS QUE CONFÍAN
EN MEDIO DEL ESFUERZO Y EL DOLOR. ℟.

VEN, Y DANOS TU ESPERANZA 
PARA SONREÍR EN LA AFLICCIÓN, 
LA MANO QUE DEL SUELO NOS LEVANTA, 
LA GRACIA DE LA PAZ EN EL PERDÓN. 

VEN Y DANOS CONFIANZA,
SONRISA QUE EN TU PENA FLORECIÓ, 
SABIENDO QUE, EN LA DUDA Y LAS TORMENTAS, 
JAMÁS NOS ABANDONA NUESTRO DIOS. ℟.