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COMUNIDADE CATÓLICA DE MINECRAFT - A UMA DÉCADA A SERVIÇO DA IGREJA

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Oremus pro pontificem nostro, Benedictus

Libreto Litúrgico | Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús


PERIÓDICO LITÚRGICO
EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
27.06.2025

RITOS INICIALES

CANTO DE ENTRADA
(Tú Reinarás)
 
Una vez reunido el pueblo, el sacerdote se dirige al altar con los ministros, durante el canto de entrada.

¡TÚ REINARÁS! ÉSTE ES EL GRITO
QUE ARDIENTE EXHALA NUESTRA FE:
¡TÚ REINARÁS! ¡OH REY BENDITO!
PUES TÚ DIJISTE: “REINARÉ”.

REINE JESÚS POR SIEMPRE,
REINE SU CORAZÓN;
EN NUESTRA PATRIA, EN NUESTRO SUELO,
QUE ES DE MARÍA LA NACIÓN:
EN NUESTRA PATRIA, EN NUESTRO SUELO,
QUE ES DE MARÍA LA NACIÓN.

¡TÚ REINARÁS! DULCE ESPERANZA
QUE EL ALMA LLENA DE PLACER.
HABRÁ POR FIN PAZ Y BONANZA,
FELICIDAD HABRÁ DOQUIER. ℟.

¡TÚ REINARÁS! DICHOSA ERA,
DICHOSO PUEBLO CON TAL REY;
SERÁ TU CRUZ NUESTRA BANDERA,
TU AMOR SERÁ LA NUESTRA LEY. ℟.

¡TU REINARÁS! TODA LA VIDA
TRABAJAREMOS CON GRAN FE
EN REALIZAR Y VER CUMPLIDA
TU GRAN PROMESA: ¡REINARÉ! ℟.

¡TU REINARÁS! REINA YA AHORA
EN ESTA CASA Y POBLACIÓN;
TEN COMPASIÓN DEL QUE TE IMPLORA
Y ACUDE A TI EN LA AFLICCIÓN. ℟.

Llegado al altar y habiendo hecho la debida reverencia, besarlo en señal de veneración y, si procede, inciensarlo. Luego todos van a las sillas.

ANTÍFONA DE ENTRADA
(Sal 32, 11. 19)

Si no hay canto de entrada, se recita la antífona:
Los proyectos de su corazón subsisten de generación en generación, para librar de la muerte a sus fieles y reanimarlos en tiempo de hambre.

SALUDO INICIAL

Ante la asamblea reunida, al terminar el canto de entrada, el sacerdote dice:
Pres.: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
℟.: Amén
 
El sacerdote saluda al pueblo con una de las fórmulas siguientes:
Pres.: La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos ustedes
℟.: Y con tu espíritu.

El sacerdote, diácono u otro ministro debidamente preparado podrá, en breves palabras, introducir a los fieles en la misa del día.

ACTO PENITENCIAL
 
Pres.: Jesucristo, el justo, intercede por nosotros y nos reconcilia con el Padre. Abramos, pues, nuestro espíritu al arrepentimiento, para acercarnos a la mesa del Señor.

Se hace una breve pausa en silencio. Después, todos dicen en común la fórmula de la confesión general:
℟.: Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. 
Y, golpeándose el pecho, dicen: 
℟.: Por mi culpa, por mi culpa, por mí gran culpa. 
Luego, prosiguen: 
℟.: Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.
 
Sigue la absolución del sacerdote:
Pres.: Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
℟.: Amén.

Pres.: Señor, ten piedad.
℟.: Señor, ten piedad.

Pres.: Cristo, ten piedad.
℟.Cristo, ten piedad.

Pres.: Señor, ten piedad.
℟.Señor, ten piedad.

HIMNO DEL GLORIA

GLORIA A DIOS EN EL CIELO, 
Y EN LA TIERRA PAZ A LOS 
HOMBRES QUE AMA EL SEÑOR. 

POR TU INMENSA GLORIA TE ALABAMOS, TE BENDECIMOS, TE ADORAMOS, TE GLORIFICAMOS, TE DAMOS GRACIAS, SEÑOR DIOS, REY CELESTIAL, DIOS PADRE TODOPODEROSO.

GLORIA A DIOS EN EL CIELO, 
Y EN LA TIERRA PAZ A LOS 
HOMBRES QUE AMA EL SEÑOR. 

SEÑOR, HIJO ÚNICO, JESUCRISTO. SEÑOR DIOS, CORDERO DE DIOS, HIJO DEL PADRE; TÚ QUE QUITAS EL PECADO DEL MUNDO, TEN PIEDAD DE NOSOTROS; TÚ QUE QUITAS EL PECADO DEL MUNDO, ATIENDE NUESTRA SÚPLICA; TÚ QUE ESTÁS SENTADO A LA DERECHA DEL PADRE, TEN PIEDAD DE NOSOTROS. 

GLORIA A DIOS EN EL CIELO, 
Y EN LA TIERRA PAZ A LOS 
HOMBRES QUE AMA EL SEÑOR. 

PORQUE SÓLO TÚ ERES SANTO, SÓLO TÚ SEÑOR, SÓLO TÚ ALTÍSIMO, JESUCRISTO, CON EL ESPÍRITU SANTO EN LA GLORIA DE DIOS PADRE. AMÉN.

ORACION COLECTA
 
Acabado el himno, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Pres.: Oremos.
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos. Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración colecta:
Señor Dios, que en tu misericordia te dignas enriquecernos con los infinitos tesoros del amor del Corazón de tu Hijo, traspasado por nuestros pecados, concédenos que al presentarte el fervoroso homenaje de nuestra devoción, cumplamos también con el deber de una digna reparación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
℟.: Amén.

O bien:

Dios rico en misericordia, que nos das la alegría de celebrar las grandes obras de tu amor en el Corazón de tu Hijo muy amado; te rogamos que de esta fuente inagotable alcancemos la abundancia de tu gracia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
 
LITURGIA DE LA PALABRA
 
PRIMERA LECTURA
(Ez 34, 11-16)

Yo mismo apacentaré a mis ovejas y las haré reposar
 
Lector: Lectura del libro del profeta Ezequiel.
Esto dice el Señor Dios: “Yo mismo iré a buscar a mis ovejas y velaré por ellas. Así como un pastor vela por su rebaño cuando las ovejas se encuentran dispersas, así velaré yo por mis ovejas e iré por ellas a todos los lugares por donde se dispersaron un día de niebla y de oscuridad.
Las sacaré de en medio de los pueblos, las congregaré de entre las naciones, las traeré a su tierra y las apacentaré por los montes de Israel, por las cañadas y por los poblados del país. Las apacentaré en pastizales escogidos, y en lo alto de los montes de Israel tendrán su aprisco; allí reposarán en buenos prados, y en pastos suculentos serán apacentadas sobre los montes de Israel. Yo mismo apacentaré a mis ovejas; yo mismo las haré reposar, dice el Señor Dios.
Buscaré a la oveja perdida y haré volver a la descarriada; curaré a la herida, robusteceré a la débil, y a la que está gorda y fuerte, la cuidaré. Yo las apacentaré en la justicia”.
Lector: Palabra de Dios.
℟.: Te alabamos, Señor.
 
SALMO RESPONSORIAL
(Sal 22)
 
℟. El Señor es mi pastor, nada me faltará.

El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas. ℟. 

Por ser un Dios fiel a sus promesas, me guía por el sendero recto; así, aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú estás conmigo. Tu vara y tu cayado me dan seguridad. ℟. 

Tú mismo me preparas la mesa, a despecho de mis adversarios; me unges la cabeza con perfume y llenas mi copa hasta los bordes. ℟. 

Tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días de mi vida; y viviré en la casa del Señor por años sin término. ℟.

SEGUNDA LECTURA
(Rom 5, 5b-11)

La prueba de que Dios nos ama está en que Cristo murió por nosotros
 
Lector: Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos.
Hermanos: Dios ha infundido su amor en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo, que él mismo nos ha dado. En efecto, cuando todavía no teníamos fuerzas para salir del pecado, Cristo murió por los pecadores en el tiempo señalado. Difícilmente habrá alguien que quiera morir por un justo, aunque puede haber alguno que esté dispuesto a morir por una persona sumamente buena. Y la prueba de que Dios nos ama está en que Cristo murió por nosotros, cuando aún éramos pecadores. Con mayor razón, ahora que ya hemos sido justificados por su sangre, seremos salvados por él del castigo final. Porque, si cuando éramos enemigos de Dios, fuimos reconciliados con él por la muerte de su Hijo, con mucho más razón, estando ya reconciliados, recibiremos la salvación participando de la vida de su Hijo. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación.
Lector: Palabra de Dios.
℟.: Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
 
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
 
YO SOY EL BUEN PASTOR, DICE EL SEÑOR, YO CONOZCO A MIS OVEJAS Y ELLAS ME CONOCEN A MÍ.
 
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
 
Mientras tanto, el sacerdote, cuando se utiliza incienso, lo coloca en el incensario. El diácono, que proclamará el Evangelio, inclinándose profundamente ante el sacerdote, pide en voz baja la bendición:
℣.: Padre, dame tu bendición.

El sacerdote dice en voz baja:
Pres.:
 El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que anuncies dignamente su Evangelio; en el nombre del Padre, y del Hijo  y del Espíritu Santo.

El diácono hace la señal de la cruz y responde:
℣.:
 Amén.

Pero si no está presente el diácono, el sacerdote, inclinado ante el altar, dice en secreto:
Purifica mi corazón y mis labios, Dios todopoderoso, para que pueda anunciar dignamente tu santo Evangelio.

EVANGELIO
(Lc 15, 3-7)
 
Después el diácono (o el sacerdote) va al ambón, y dice:
℣.:
 El Señor esté con ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.

El diácono (o el sacerdote), dice:
 Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
y, mientras tanto, hace la señal de la cruz sobre el libro y luego sobre sí mismo, en la frente, la boca y el pecho.
℟.:
 Gloria a ti, Señor.
 
Luego el diácono o el sacerdote, si procede, inciensa el libro y proclama el Evangelio.
℣.:
 En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos y a los escribas esta parábola: “¿Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y se le pierde una, no deja las noventa y nueve en el campo y va en busca de la que se le perdió hasta encontrarla? Y una vez que la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa, reúne a los amigos y vecinos y les dice: ‘Alégrense conmigo, porque ya encontré la oveja que se me había perdido’. Yo les aseguro que también en el cielo habrá más alegría por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos, que no necesitan arrepentirse”.
℣.:  Palabra del Señor.
℟.:  Gloria a ti, Señor Jesús.

Luego besa el libro, diciendo la oración en silencio.

HOMILÍA
 
Luego se pronuncia la homilía, que es responsabilidad del sacerdote o diácono; Es obligatorio todos los domingos y días festivos y también recomendado el resto de días.

CREDO
(Símbolo Niceno-constantinopolitano)
 
Acabada la homilía, se hace la profesión de fe
℟.: Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, 
En las palabras que siguen, hasta se hizo hombre, todos se inclinan. 
y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pílato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reíno no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.

PLEGARIA UNIVERSAL

Pres.: A Dios Padre, fuente de toda ternura y que nos ama sin límites, dirijámonos con confianza filial diciendo todos:
℟.: Llena nuestros corazones de tu amor.

1. Por la Iglesia, para que, nacida y acogida en el Corazón abierto de Jesús, camine en la historia con verdad y libertad, bendiciendo, amando y custodiando la vida de cada hombre y mujer que está en busca de Dios. Roguemos al Señor.

2. Por el Santo Padre y todo el colegio episcopal, para que den testimonio del valor de la humildad como única clave para acceder al conocimiento de Dios que se revela a los hombres en Cristo Jesús, manso y humilde de corazón. Roguemos al Señor.

3. Por la paz en el mundo, para que todos nos dejemos invadir por el amor inmenso que Dios nos tiene y, al sentirnos amados, seamos capaces de amar a los demás, conviviendo en armonía fraterna con todos. Roguemos al Señor.

4. Por todos nosotros, para que podamos encontrar el amor de Jesús y seamos consolados por Jesucristo que ha asumido el peso de la humanidad y nos ha abierto  su Corazón para que encontremos  refugio y reposo. Roguemos al Señor.

Pres.: Dios Padre omnipotente y bueno, que nos has entregado a tu Hijo amado para enseñarnos a amar, haz que la caridad sea el origen y el fin de todas nuestras acciones. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
℟.: Amén.

LITURGIA EUCARÍSTICA
 
PRESENTACIÓN DE LOS DONES
(Recibe, oh Dios)
 
Terminado lo anterior, comienza el canto para el ofertorio. Mientras tanto, los ministros colocan sobre el altar el corporal, el purificador, el cáliz, la palia y el misal.

RECIBE, OH DIOS, EL PAN QUE TE OFRECEMOS.
LUEGO SERÁ EL CUERPO DE JESÚS.
TAMBIÉN ACEPTA NUESTROS SACRIFICIOS,
NUESTRA ORACIÓN Y NUESTRO CORAZÓN.

RECIBE, OH DIOS, EL VINO QUE OFRECEMOS.
LUEGO SERÁ LA SANGRE DE JESÚS.
TAMBIÉN ACEPTA NUESTROS SACRIFICIOS,
NUESTRA ORACIÓN Y NUESTRO CORAZÓN.

RECÍBELOS, SEÑOR, POR NUESTRAS FALTAS,
POR LOS QUE ESTÁN AQUÍ, JUNTO AL ALTAR,
POR LOS CRISTIANOS VIVOS Y DIFUNTOS,
POR TODO EL MUNDO, POR SU SALVACIÓN.

Conviene que los fieles expresen su participación en la ofrenda, bien sea llevando el pan y el vino para la celebración de la Eucaristía, bien presentando otros dones para las necesidades de la Iglesia o de los pobres. 
 
El sacerdote, de pie ante el altar, recibe la patena con el pan en las manos y, levantándola un poco por encima del altar, dice la oración en silencio. Luego coloca la patena con el pan sobre el corporal.
 
El diácono o sacerdote vierte vino y un poco de agua en el cáliz, orando en silencio.
 
Luego, el sacerdote recibe el cáliz en sus manos y, levantándolo un poco por encima del altar, dice la oración en silencio: luego, coloca el cáliz sobre el corporal.
 
Luego el sacerdote, profundamente inclinado, reza en silencio.
 
Y, si procede, inciensar las ofrendas, la cruz y el altar. Después, el diácono u otro ministro inciensa al sacerdote y al pueblo.
 
Luego, el sacerdote, de pie junto al altar, se lava las manos y dice la oración en silencio.

El sacerdote, de pie en el centro del altar, dice:
Pres.: Oremos, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.
℟.: El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
 
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
 
Luego el sacerdote dice la oración sobre las ofrendas:
Pres.: Mira, Señor, el inefable amor del Corazón de tu Hijo amado, para que este don que te ofrecemos sea agradable a tus ojos y sirva como expiación de nuestros pecados. Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟.: Amén.

PREFACIO
(El inmenso amor de Cristo)
 
El sacerdote comienza la plegaria eucarística con el prefacio. Dice:
Pres.: 
El Señor esté con ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.

El sacerdote prosigue:
Pres.: Levantemos el corazón.
℟.: Lo tenemos levantado hacia el Señor.

El sacerdote añade:
Pres.: Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
℟.: Es justo y necesario.

El sacerdote prosigue el prefacio.
Pres.: En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.

El cual, con inmenso amor, se entregó por nosotros en la cruz e hizo salir sangre y agua de su costado herido, de donde habrían de brotar los sacramentos de la Iglesia, para que todos los hombres, atraídos hacia el corazón abierto del Salvador, pudieran beber siempre, con gozo, de la fuente de la salvación.

Por eso, con todos los ángeles y los santos te alabamos, diciendo sin cesar.

En unión con el pueblo, concluye el prefacio, cantando o diciendo en voz alta:
℟.:
 Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.

PLEGARIA EUCARÍSTICA III
 
El sacerdote dice:
Pres.:
 SANTO eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus criaturas, ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso.
 
Pres.: Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera que se conviertan en Cuerpo  y Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que nos mandó celebrar estos misterios.
 
El relato de la institución de la Eucaristía debe darse de forma clara y audible, como lo exige su naturaleza.
Pres.: Porque el mismo, la noche en que iba a ser entregado,
Toma el pan y, manteniéndolo un poco elevado sobre el altar, continúa:
tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos.

Muestra al pueblo la hostia consagrada, la coloca en la patena y hace una genuflexión en adoración.
 
El sacerdote prosigue:
Pres.:  Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz,
Toma el cáliz en sus manos y, manteniéndolo ligeramente elevado sobre el altar, continúa:
y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos.

Muestra el cáliz al pueblo, la coloca sobre su cuerpo y hace una genuflexión en adoración.
 
El sacerdote prosigue:
Pres.: Éste es el Sacramento de nuestra fe.
℟.: Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

Después, el sacerdote, con las manos extendidas dice:
Pres.: Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección, y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.
 
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la Víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.
 
1C: Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con Maria, la Virgen, Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y los mártires, (san N.: Santo del día o patrono) y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.
 
2C: Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor, el Papa Benedicto, a nuestro Obispo N., al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti.
 
Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia. Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo.

A nuestros hermanos difuntos, y a cuantos murieron en tu amistad, recíbelos en tu Reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
 
Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:
Pres.:
 Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:
℟.: Amén.

RITO DE COMUNIÓN
 
Una vez que ha dejado el cáliz y la patena, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Pres.: 
El amor de Dios a sido derramado en nuestros corazones 
con el Espíritu Santo que se nos ha dado; movidos por ese Espíritu digamos con fe y esperanza:

Junto con el pueblo, continúa:
℟.:
 Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal

El sacerdote prosigue él solo:
Pres.: Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
El pueblo concluye la oración, aclamando:
℟.:
 Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.

Después el sacerdote dice en voz alta:
Pres.:
 Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.
El sacerdote junta sus manos y concluye:
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
℟.: Amén.

El sacerdote añade:
Pres.: La paz del Señor esté siempre con ustedes
℟.: Y con tu espíritu.

Luego, si se juzga oportuno, el diácono, o el sacerdote, añade: 
℣.En Cristo, que nos ha hecho hermanos con su cruz, démonos la paz como signo de reconciliación.

Y cada uno, según la costumbre del lugar, se manifiesta entre sí paz, comunión y caridad; el sacerdote da la paz al diácono y a los demás ministros.
 
Luego, el sacerdote parte el pan consagrado sobre la patena y coloca un trozo en el cáliz, orando en silencio.
 
Se canta o se dice:
℟.:  Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.
 
El sacerdote hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la patena, lo muestra al pueblo, diciendo:
Pres.: 
Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
℟.: Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.

COMUNIÓN
(Oh buen Jesús)
 
Después de comulgar, el sacerdote se acerca a los que quieren comulgar y les presenta el pan consagrado, diciendo a cada uno de ellos:
℣.:
 El Cuerpo de Cristo.
El que va a comulgar responde:
℟.: Amén.
 
Si se comulga bajo las dos especies, se observa el rito descrito en el misal de altar. Cuando el sacerdote comulga el Cuerpo de Cristo, comienza el canto de comunión.

¡OH, BUEN JESÚS! YO CREO FIRMEMENTE
QUE POR MI BIEN ESTÁS EN EL ALTAR,
QUE DAS TU CUERPO Y SANGRE JUNTAMENTE
AL ALMA FIEL EN CELESTIAL MANJAR,
AL ALMA FIEL EN CELESTIAL MANJAR.

INDIGNO SOY, CONFIESO AVERGONZADO,
DE RECIBIR LA SANTA COMUNIÓN;
JESÚS, QUE VES MI NADA Y MI PECADO,
PREPARA TÚ MI POBRE CORAZÓN,
PREPARA TÚ MI POBRE CORAZÓN.

PEQUÉ SEÑOR; INGRATO TE HE VENDIDO;
INFIEL TE FUI, CONFIESO MI MALDAD.
CONTRITO YA, PERDÓN, SEÑOR, TE PIDO;
ERES MI DIOS, APELO A TU BONDAD,
ERES MI DIOS, APELO A TU BONDAD.

ESPERO EN TI, PIADOSO JESÚS MÍO;
OIGO TU VOZ, QUE DICE “VEN A MÍ”.
PORQUE ERES FIEL, POR ESO EN TI CONFÍO;
TODO, SEÑOR, ESPÉROLO DE TI,
TODO, SEÑOR, ESPÉROLO DE TI.

¡OH, BUEN JESÚS, PASTOR FINO Y AMANTE!
MI CORAZÓN SE ABRAZA EN SANTO ARDOR;
SI TE OLVIDÉ, HOY JURO QUE, CONSTANTE,
HE DE VIVIR TAN SÓLO DE TU AMOR,
HE DE VIVIR TAN SÓLO DE TU AMOR.

DULCE MANÁ DE CELESTIAL COMIDA,
GOZO Y SALUD DEL QUE TE COME BIEN;
VEN SIN TARDAR, MI DIOS, MI LUZ, MI VIDA;
DESCIENDE A MÍ, HASTA MI PECHO VEN,
DESCIENDE A MÍ, HASTA MI PECHO VEN.

ANTÍFONA DE COMUNIÓN
(Jn 19, 34)

Si no hay canto de comunión, se recita la antífona: 
℣.:
 Uno de los soldados le traspasó el costado con su lanza, e inmediatamente salió sangre y agua.

Después, el sacerdote puede ir a la sede. Si se juzga oportuno, se pueden guardar unos momentos de silencio o cantar un salmo o cántico de alabanza.
 
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos, a no ser que este silencio ya se haya hecho antes.
 
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
 
Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración después de la comunión.
Pres.: 
Oremos.
El sacerdote, con los brazos abiertos, dice la oración:
Señor y Padre nuestro, que este sacramento de amor nos haga arder en santo afecto, de modo que, atraídos siempre hacia tu Hijo, sepamos reconocerlo en nuestros hermanos. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
℟.: Amén.

RITO DE CONCLUSIÓN

BENDICIÓN FINAL

En este momento se hacen, si es necesario y con brevedad, los oportunos anuncios o advertencias al pueblo.
 
Después tiene lugar la despedida. El sacerdote extiende las manos hacia el pueblo y dice
Pres.: El Señor esté con ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.

El sacerdote bendice al pueblo, diciendo:
Pres.:
 Y la bendición de Dios todopoderoso, del Padre, del Hijo  y del Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
℟.: Amén.
 
Luego el diácono, o el sacerdote, despide al pueblo con una de las fórmulas siguientes:
℣.
La alegría del Señor sea nuestra fuerza. Pueden ir en paz.
℟.: Demos gracias a Dios.

CANTO DE SALIDA
(Viva Cristo Rey)

UN GRITO DE GUERRA SE ESCUCHA EN LA FAZ DE LA TIERRA Y EN TODO LUGAR 
LOS PRESTOS GUERREROS EMPUÑAN SU ESPADA Y SE ENLISTAN PARA PELEAR 
PARA ESO HAN SIDO ENTRENADOS, DEFENDERÁN LA VERDAD 
Y NO LES SERÁ ARREBATADO EL FUEGO QUE EN SU SANGRE ESTÁ.

VIVA CRISTO REY, VIVA CRISTO REY 
EL GRITO DE GUERRA QUE ENCIENDE LA TIERRA 
VIVA CRISTO REY 
NUESTRO SOBERANO SEÑOR 
NUESTRO CAPITÁN Y CAMPEÓN 
PELEAR POR ÉL ES TODO UN HONOR.

SABEMOS QUE ESTA BATALLA NO ES FÁCIL Y MUCHOS SE ACOBARDARÁN 
Y BAJO LOS DARDOS DE NUESTRO ENEMIGO, SIN DUDA PERECERÁN 
YO TENDRÉ MI ESPADA EN ALTO COMO LA USA MI SEÑOR 
A ÉL NADA LO HA DERROTADO, SU FUERZA ES LA DE DIOS. ℟.

NO CONOCEMOS MAYOR ALEGRÍA, NO EXISTE MÁS HONRO AFÁN 
QUE, CON MIS HERMANOS, ESTAR EN LA LÍNEA Y JUNTOS LA VIDA ENTREGAR 
A ÉL, QUE MERECE LA GLORIA Y NOS RECLUTÓ POR AMOR 
ANTE ÉL, LA RODILLA SE DOBLA Y SE POSTRA EL CORAZÓN. ℟.