La Iglesia de Cristo, edificada sobre la sólida roca de Pedro y confiada a su Sucesor por el designio divino, necesita pastores sabios, comprometidos y diligentes, llenos de fervor apostólico, dedicación y un incansable espíritu de servicio. Ellos deben guiar con fidelidad, prudencia y amor el rebaño del Señor, cuidando de cada uno de sus miembros, tanto de los más cercanos como de los más distantes. En este contexto, la misión pastoral de la Ciudad del Vaticano se destaca por su importancia, siendo no solo la sede del Papa, el Príncipe de los Apóstoles, sino también el corazón espiritual de la Iglesia universal y el lugar de peregrinación de innumerables fieles a lo largo de los siglos.
Considerando vuestra reconocida dedicación al servicio del Evangelio y el celo con el que habéis ejercido vuestro ministerio episcopal, y teniendo en cuenta la reciente transición de nuestro querido hermano, el Obispo Antônio Carneiro, de Vicario General de Su Santidad para la Diócesis de Roma a la noble responsabilidad de Custodio de la Tierra Santa, cargo que requiere dedicación total, hemos considerado oportuno, en el ejercicio de nuestra misión apostólica, confiaros, Vuestra Eminencia, la responsabilidad de Vicario de Su Santidad para la Ciudad de Roma.
Por medio de este mandato, Vuestra Eminencia será llamada a asistir directamente al Obispo de Roma en el ejercicio del gobierno pastoral de esta Iglesia particular, promoviendo con diligencia la vida litúrgica, la formación continua del clero y la santificación de los fieles que ejercen su ministerio en ella o que recurren a ella en su peregrinación espiritual. También será vuestra misión asegurar que la presencia del Papa en Roma se traduzca en un verdadero testimonio de unidad, paz y esperanza para toda la Iglesia universal.
Confiamos plenamente en vuestra capacidad para afrontar con sabiduría y dedicación esta misión tan relevante y desafiante. Al confiaros este cargo, os exhortamos a ejercerlo con humildad, valentía y paciencia, procurando siempre ser un reflejo del amor y la misericordia de Cristo, el Buen Pastor, y de la guía paternal del Sucesor de Pedro.
Es nuestra esperanza que, con la gracia de Dios y el apoyo de la comunidad eclesial, esta nueva etapa de vuestro ministerio sea un ejemplo vivo del cuidado paternal que el Papa extiende a todos los fieles, para que, en cada rincón de Roma, el Evangelio de Cristo se viva de manera fiel, plena y alegre.
Pedimos a la Bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia, y al Bienaventurado Apóstol Pedro que intercedan por vosotros, que os fortalezcan en vuestro trabajo y que os acompañen siempre en esta noble tarea que hoy se os encomienda.
Dado en Roma, junto a San Pedro, a los tres días del mes de mayo, durante la fiesta de Santos Felipe y Santiago, Apóstoles, en el Año Santo del Jubileo de 2025 - Peregrinos de Esperanza, en el segundo año de nuestro Pontificado.
† Pietro Albuquerque Card. FerrazPraefectus Dicasterii pro Episcopis