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COMUNIDADE CATÓLICA DE MINECRAFT - A UMA DÉCADA A SERVIÇO DA IGREJA

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Na união dos irmãos, o Espírito nos envie um novo pastor que seja mestre da Doutrina, sacerdote do Sagrado e ministro do governo. Um bom pastor ao molde do Coração de Jesus.

Periódico Litúrgico | Jueves Santo en la Cena del Señor - Misa Vespertina

   
 
PERIÓDICO LITÚRGICO

JUEVES SANTO EN LA CENA DEL CEÑOR
MISA VESPERTINA
17.04.2025

Por la tarde, en la hora más oportuna, se celebra la misa de la Cena del Señor, en la que participa plenamente toda la comunidad local y en la que todos los sacerdotes y ministros ejercen su propio oficio.

Pueden concelebrar todos los sacerdotes aunque en este día hayan celebrado la misa crismal o deban celebrar otra misa para el bien de los fieles.

Donde lo exija el bien pastoral, el ordinario del lugar puede permitir la celebración de otra misa, por la tarde, en las iglesias u oratorios públicos o semipúblicos, y en caso de verdadera necesidad, incluso por la mañana, pero solamente para los fieles que de ningún modo puedan participar en la misa vespertina.

Cuídese que estas misas no se celebren solamente para bien de personas privadas o pequeños grupos particulares y que nada perjudique la misa vespertina.

La sagrada comunión solamente se puede distribuir a los fieles dentro de la misa; a los enfermos se les puede llevar a cualquier hora del día.

Adórnese con flores el altar con la moderación conveniente al carácter de este día. El sagrario ha de estar completamente vacío; se ha de consagrar en esta misa suficiente pan para que el clero y el pueblo puedan comulgar hoy y mañana.

RITOS INICIALES

CANTO DE ENTRADA
(Pueblo de Reyes)

Una vez reunido el pueblo, el sacerdote se dirige al altar con los ministros, durante el canto de entrada.

PUEBLO DE REYES, ASAMBLEA SANTA
PUEBLO SACERDOTAL, PUEBLO DE DIOS
BENDICE A TU SEÑOR.

TE CANTAMOS, OH, HIJO AMADO DEL PADRE
TE ALABAMOS, ETERNA PALABRA SALIDA DE DIOS
TE CANTAMOS, OH, HIJO DE LA VIRGEN MARÍA
TE ALABAMOS, OH, CRISTO NUESTRO HERMANO
NUESTRO SALVADOR. ℟.

TE CANTAMOS A TI, ESPLENDOR DE LA GLORIA
TE ALABAMOS, ESTRELLA RADIANTE QUE ANUNCIAS EL DÍA
TE CANTAMOS, OH, LUZ QUE ILUMINAS NUESTRAS SOMBRAS
TE ALABAMOS, ANTORCHA DE LA NUEVA JERUSALÉN. ℟.

TE CANTAMOS, MESÍAS, QUE ANUNCIARON LOS PROFETAS
TE ALABAMOS, OH, HIJO DE ABRAHAM E HIJO DE DAVID
TE CANTAMOS, MESÍAS, ESPERADO POR LOS POBRES
TE ALABAMOS, OH, CRISTO, NUESTRO REY DE HUMILDE CORAZÓN. ℟.

TE CANTAMOS, MEDIADOR ENTRE DIOS Y LOS HOMBRES
TE ALABAMOS, OH, RUTA VIVIENTE, CAMINO DEL CIELO
TE CANTAMOS, SACERDOTE DE LA NUEVA ALIANZA
TE ALABAMOS, TÚ ERES NUESTRA PAZ 
POR LA SANGRE DE LA CRUZ. ℟.

TE CANTAMOS, CORDERO DE LA PASCUA ETERNA
TE ALABAMOS, OH, VÍCTIMA QUE BORRAS NUESTROS PECADOS
TE CANTAMOS, OH, TEMPLO DE LA NUEVA ALIANZA
OH, PIEDRA ANGULAR Y ROCA DE ISRAEL. ℟.

ANTÍFONA DE ENTRADA
(Cf. Ga 6, 14)

Si no hay canto de entrada, se recita la antífona:
Nosotros hemos de gloriarnos en la cruz de nuestro Señor Jesucristo: en él está nuestra salvación, vida y resurrección, por él hemos sido salvados y liberados. 
 
Llegado al altar y habiendo hecho la debida reverencia, besarlo en señal de veneración y, si procede, inciensarlo. Luego todos van a las sillas.
 
Ante la asamblea reunida, al terminar el canto de entrada, el sacerdote dice:
Pres.: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
℟.: Amén
 
El sacerdote saluda al pueblo con una de las fórmulas siguientes:
Pres.: El Señor, que dirige nuestros corazones para que amemos a Dios, esté con todos ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.
 
El sacerdote, diácono u otro ministro debidamente preparado podrá, en breves palabras, introducir a los fieles en la misa del día.
 
ACTO PENITENCIAL
 
Pres.: Hermanos: para celebrar dignamente estos sagrados misterios, reconozcamos nuestros pecados.

Se hace una breve pausa en silencio. Después, todos dicen en común la fórmula de la confesión general:
℟.: Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. 
Y, golpeándose el pecho, dicen: 
℟.: Por mi culpa, por mi culpa, por mí gran culpa. 
Luego, prosiguen: 
℟.: Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.
 
Sigue la absolución del sacerdote:
Pres.: Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
℟.: Amén.

Pres.: Señor, ten piedad.
℟.: Señor, ten piedad.

Pres.: Cristo, ten piedad.
℟.: Cristo, ten piedad.

Pres.: Señor, ten piedad.
℟.: Señor, ten piedad.

Mientras se canta el himno del Gloria, se hacen sonar las campanas, que ya no se vuelven a tocar hasta la Vigilia pascual, a no ser que el obispo diocesano juzgue oportuno establecer otra cosa. Así mismo durante este tiempo puede usarse el órgano y otros instrumentos musicales solo para sostener el canto.
 
GLORIA
 
℟.: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo, Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros. Porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.
 
ORACION COLECTA
 
Acabado el himno, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Pres.: Oremos.
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos. Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración colecta:
Al congregarnos oh, Dios, para celebrar esta Cena santísima en la que tu Unigénito, cuando iba a entregarse a la muerte, confió a la Iglesia el sacrificio nuevo y eterno y el banquete de su amor, te pedimos alcanzar, de tan gran misterio, la plenitud de caridad y de vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
℟.: Amén.
 
LITURGIA DE LA PALABRA
 
PRIMERA LECTURA
(Éx 12, 1-8. 11-14)
 
Lector: Lectura del libro del Éxodo.
En aquellos días, dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto:
«Este mes será para ustedes el principal de los meses; será para ustedes el primer mes del año. Digan a toda la asamblea de los hijos de Israel: “El diez de este mes cada uno procurará un animal para su familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con el vecino de casa, hasta completar el número de personas; y cada uno comerá su parte hasta terminarlo.
Será un animal sin defecto, macho, de un año; lo escogerán entre los corderos o los cabritos. 
Lo guardarán hasta el día catorce del mes y toda la asamblea de Israel lo matará al atardecer”. Tomarán la sangre y rociarán las dos jambas y el dintel de la casa donde lo coman. Esa noche comerán la carne, asada a fuego, y comerán panes sin fermentar y hierbas amargas.
Y lo comerán así: la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano; y se lo comerán a toda prisa, porque es la Pascua, el Paso del Señor.
Yo pasaré esta noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los primogénitos de la tierra de Egipto, desde los hombres hasta los ganados, y me tomaré justicia de todos los dioses de Egipto. Yo, el Señor.
La sangre será la señal de ustedes en las casas donde habitan. Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo ante ustedes, y no habrá entre ustedes plaga exterminadora, cuando yo hiera a la tierra de Egipto.
Este día será memorable para ustedes; en él celebrarán fiesta en honor del Señor. De generación en generación, como ley perpetua lo festejarán».
Lector: Palabra de Dios.
℟.: Te alabamos, Señor.
 
SALMO RESPONSORIAL
(Sal 115)
 
℟. El cáliz de la bendición es comunión
de la sangre de Cristo.

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando el nombre del Señor. ℟.

Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas. ℟.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando el nombre del Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo. ℟.

SEGUNDA LECTURA
(1 Cor 11, 23-26)
 
Lector: Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios.
Hermanos:
Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez les he transmitido: Que el Señor Jesús, en la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y, pronunciando la Acción de Gracias, lo
partió y dijo:
«Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía».
Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo:
«Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre; hagan esto cada vez que lo beban, en memoria mía».
Por eso, cada vez que comen de este pan y beben del cáliz, proclaman la muerte del Señor, hasta que vuelva.
Lector: Palabra de Dios.
℟.: Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
(Jn 13, 34)
 
℟.Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
 
℣.: Les doy un mandamiento nuevo —dice el Señor—:
que se amen unos a otros, como yo los he amado.
 
℟.Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
 
Mientras tanto, el sacerdote, cuando se utiliza incienso, lo coloca en el incensario. El diácono, que proclamará el Evangelio, inclinándose profundamente ante el sacerdote, pide en voz baja la bendición:
℣.: Padre, dame tu bendición.

El sacerdote dice en voz baja:
Pres.:
 El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que anuncies dignamente su Evangelio; en el nombre del Padre, y del Hijo  y del Espíritu Santo.

El diácono hace la señal de la cruz y responde:
℣.:
 Amén.

Pero si no está presente el diácono, el sacerdote, inclinado ante el altar, dice en secreto:
Purifica mi corazón y mis labios, Dios todopoderoso, para que pueda anunciar dignamente tu santo Evangelio.
 
EVANGELIO
(Jn 13, 1-15)
 
Después el diácono (o el sacerdote) va al ambón, y dice:
℣.:
 
El Señor esté con ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.

El diácono (o el sacerdote), dice:
 Lectura del santo Evangelio según san Juan.
y, mientras tanto, hace la señal de la cruz sobre el libro y luego sobre sí mismo, en la frente, la boca y el pecho.
℟.:
 Gloria a ti, Señor.
 
Luego el diácono o el sacerdote, si procede, inciensa el libro y proclama el Evangelio.
℣.:
 
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
Estaban cenando; ya el diablo había suscitado en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, la intención de entregarlo; y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.
Llegó a Simón Pedro, y éste le dice:
«Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?».
Jesús le replicó:
«Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde».
Pedro le dice:
«No me lavarás los pies jamás».
Jesús le contestó:
«Si no te lavo, no tienes parte conmigo».
Simón Pedro le dice:
«Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza».
Jesús le dice:
«Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También ustedes están limpios, aunque no todos».
Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos están limpios».
Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo:
«¿Comprenden lo que he hecho con ustedes? Ustedes me llaman “el Maestro” y “el Señor”, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros: les he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con ustedes, ustedes también lo hagan».
℣.:  Palabra del Señor.
℟.:  Gloria a ti, Señor Jesús.
 
Luego besa el libro, diciendo la oración en silencio.
 
HOMILÍA
 
Después de la proclamación del Evangelio, el sacerdote pronuncia la homilía, en la cual se comentan los grandes misterios que se celebran en esta misa: la institución de la sagrada Eucaristía y del orden sacerdotal, y el mandato del Señor sobre la caridad fraterna.

LAVATORIO DE LOS PIES

Terminada la homilía, se procede al lavatorio de los pies donde lo aconseje el bien pastoral.

Los que han sido designados de entre el pueblo de Dios, acompañados por los ministros, van a ocupar los asientos preparados para ellos. El sacerdote (dejada la casulla, si es necesario) se acerca a cada uno y, con la ayuda de los ministros, vierte agua sobre los pies y se los seca.

Mientras tanto se cantan algunas de las siguientes antífonas o algún otro canto apropiado.

CANTO
(Doce hombres)

DOCE HOMBRES Y EL MAESTRO, 
DOCE PANES Y LA VIDA, 
DOCE COPAS Y LA ALIANZA,
SE MEZCLABAN AQUEL DÍA.

DONDE JESÚS LAVÁNDOLES LOS PIES
LES ENSEÑABA LO QUE ES LA VIDA.
DONDE JESÚS DERRAMANDO SU SANGRE
LES PERDONABA SU MALDAD VIVIDA.
EUCARISTÍA.

MUCHOS HOMBRES, UN MAESTRO
MUCHOS PANES, UNA VIDA
MUCHAS COPAS, UNA ALIANZA,
SE COMPARTEN HOY EN DÍA.

DONDE JESÚS CON SU RESURRECCIÓN
SOLO NOS PIDE AMARNOS SIEMPRE Y SIN MEDIDA,
DONDE JESÚS CON SU EUCARISTÍA
NOS DA LA GRACIA DE LA NUEVA VIDA,
EUCARISTÍA.

UN CORDERO, EL MAESTRO
UNA OFRENDA, SU VIDA
UNA MUERTE, EL CAMINO
FORMAN NUESTRA EUCARISTÍA.

DONDE JESÚS SE HACE CARNE VIVA
Y NOS LA OFRECE COMO PAN DE VIDA.
DONDE JESÚS NOS BAÑA CON SU SANGRE
Y NOS LA OFRECE COMO ALIANZA NUEVA.

EUCARISTÍA, EUCARISTÍA, 
LA GRACIA SANTA DE LA PAZ, 
EUCARISTÍA, EUCARISTÍA, 
SIGNO SAGRADO DE VERDAD,
EUCARISTÍA, EUCARISTÍA, 
PRESENCIA VIVA DE JESÚS, 
EUCARISTÍA, EUCARISTÍA, 
EL DON MÁS GRANDE DEL AMOR… DE DIOS…

O bien:
Antífona 1 (Cf. Jn 13, 4. 5. 15)
El Señor, después de levantarse de la Cena, echó agua en la jofaina y se puso a lavarles los pies a los discípulos. Éste fue el ejemplo que les dejó. 

Antífona 2 (Cf. Jn 13, 12. 13. 15)
El Señor Jesús, después de haber cenado con sus discípulos, les lavó los pies y les dijo: «Comprenden lo que yo, Señor y Maestro, he hecho con ustedes? Les he dado ejemplo para que ustedes también lo hagan».

Antífona 3 (Jn 13, 6. 7. 8)
℟. Señor, ¿lavarme los pies tú a mí? 
Jesús le contestó: «Si no te lavo los pies, no tienes parte conmigo».

℣. Llegó a Simón Pedro y éste le dice: ℟.

℣. «Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora; pero lo comprenderás más tarde». ℟.

Antífona 4 (Cf. Jn 13, 14)
Si yo, su Señor y Maestro, les he lavado los pies, cuánto más ustedes deben lavarse los pies unos a otros.

Antífona 5 (Cf. Jn 13, 35) 
℟. «En esto conocerán todos que son discípulos míos: si se aman unos a otros».

℣. Dijo Jesús a sus discípulos: ℟.

Antífona 6 (Cf. Jn 13, 34)
Less doy un mandamiento nuevo: que se amen unos a otros como yo los he amado, dice el Señor.

Antífona 7 (Cf. 1 Cor 13, 13)
℟. Permanezcan en ustedes la fe, la esperanza, el amor, estas tres: la más grande es el amor.

℣. Ahora quedan la fe, la esperanza, el amor, estas tes: la más grande es el amor. ℟.

Inmediatamente después del lavatorio de los pies el sacerdote se lava y seca las manos, vuelve a ponerse la casulla y va a la sede desde la que dirige la oración universal.

No se dice Credo.

PLEGARIA UNIVERSAL
 
Pres.:
 Oremos, hermanas y hermanos, a Dios Padre que, en Jesucristo nos ha amado hasta el extremo, y digámosle confiados:
℟.: Dios de amor, e
scúchanos.

1. Para que la Iglesia, Cuerpo de Cristo, guarde la unidad en la caridad, sea testimonio para todos los hombres y conduzca a sus fieles al encuentro definitivo con el Señor. Oremos. ℟.

2. Para que los gobernantes de las naciones sirvan a sus pueblos y privilegien los caminos de justicia y paz. Oremos. ℟.

3. Para que los sacerdotes, religiosos, religiosas y seminaristas, imitando el ejemplo de Cristo, continúen su servicio con amor y generosidad, sin temor a la crítica y la persecución. Oremos. ℟.

4. Para que las vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa, escuchando la llamada del Señor, no se dejen seducir por las tentaciones del mundo y encuentren en Jesús el amor verdadero. Oremos. ℟.

5.  Para que nosotros, pueblo de Dios, sigamos el ejemplo de Cristo y vivamos a plenitud el mandamiento del amor hacia todos los hermanos. Oremos. ℟.
 
Pres.: Dios Padre nuestro, que has amado tanto al mundo que has constituido a tu Hijo Jesucristo, Pontífice en favor nuestro: escucha nuestras súplicas, y que su entrega por el sacramento que celebramos sea culto agradable a ti, y fuente de santificación para tus fieles. Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟.: Amén.

LITURGIA EUCARÍSTICA
 
PRESENTACIÓN DE LOS DONES
(Ubi Caritas)
 
Terminado lo anterior, comienza el canto para el ofertorio. Mientras tanto, los ministros colocan sobre el altar el corporal, el purificador, el cáliz, la palia y el misal.

UBI CÁRITAS EST VERA, DEUS IBI EST.
 
CONGREGÁVIT NOS IN UNUM CHRISTI AMOR.
EXSULTÉMUS ET IN IPSO IUCUNDÉMUR.
TIMEÁMUS ET AMÉMUS DEUM VIVUM.
ET EX CORDE DILIGÁMUS NOS SINCÉRO. ℟.

SIMUL ERGO CUM IN UNUM CONGREGÁMUR:
NE NOS MENTE DIVIDÁMUR, CAVEÁMUS.
CESSENT IÚRGIA MALÍGNA, CESSENT LITES.
ET IN MÉDIO NOSTRI SIT CHRISTUS DEUS. ℟.

SIMUL QUOQUE CUM BEÁTIS VIDEÁMUS
GLORIÁNTER VULTUM TUUM, CHRISTE DEUS:
GÁUDIUM, QUOD EST IMMÉNSUM ATQUE PROBUM,
SAECULA PER INFINÍTA SAECULÓRUM. AMEN. ℟.

O bien:

(Donde hay Caridad y Amor)

DONDE HAY CARIDAD Y AMOR
//ALLÍ ESTÁ EL SEÑOR.//

UNA SALA Y UNA MESA,
UNA COPA, VINO Y PAN,
LOS HOMBRES COMPARTIENDO
EN AMOR Y EN UNIDAD. 

NOS REÚNE LA PRESENCIA
Y EL RECUERDO DEL SEÑOR,
CELEBRAMOS SU MEMORIA
Y LA ENTREGA DE SU AMOR. ℟.

INVITADOS A LA MESA
DEL BANQUETE DEL SEÑOR,
RECORDEMOS SU MANDATO
DE VIVIR EN EL AMOR.

COMULGUEMOS EN EL CUERPO
Y LA SANGRE QUE EL NOS DA
Y TAMBIÉN EN EL HERMANO,
SI LO AMAMOS DE VERDAD. ℟.

ESTE PAN QUE DA LA VIDA
Y ESTE CÁLIZ DE SALUD,
NOS REÚNE A LOS HERMANOS
EN EL NOMBRE DE JESÚS.

ANUNCIAMOS SU MEMORIA,
CELEBRAMOS SU PASIÓN,
EL MISTERIO DE SU MUERTE
Y DE SU RESURRECCIÓN. ℟.

Conviene que los fieles expresen su participación en la ofrenda, bien sea llevando el pan y el vino para la celebración de la Eucaristía, bien presentando otros dones para las necesidades de la Iglesia o de los pobres. 
 
El sacerdote, de pie ante el altar, recibe la patena con el pan en las manos y, levantándola un poco por encima del altar, dice la oración en silencio. Luego coloca la patena con el pan sobre el corporal.
 
El diácono o sacerdote vierte vino y un poco de agua en el cáliz, orando en silencio.
 
Luego, el sacerdote recibe el cáliz en sus manos y, levantándolo un poco por encima del altar, dice la oración en silencio: luego, coloca el cáliz sobre el corporal.
 
Luego el sacerdote, profundamente inclinado, reza en silencio.
 
Y, si procede, inciensar las ofrendas, la cruz y el altar. Después, el diácono u otro ministro inciensa al sacerdote y al pueblo.
 
Luego, el sacerdote, de pie junto al altar, se lava las manos y dice la oración en silencio.
 
El sacerdote, de pie en el centro del altar, dice:
Pres.: Oren, hermanos, para que, trayendo al altar los gozos y las fatigas de cada día, nos dispongamos a ofrecer el sacrificio agradable a Dios, Padre todopoderoso.
℟.: El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
 
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
 
Luego el sacerdote dice la oración sobre las ofrendas:
Pres.: Concédenos, Señor, participar dignamente en estos misterios, pues cada vez que se celebra el memorial del sacrificio de Cristo, se realiza la obra de nuestra redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟.: Amén.
 
PREFACIO DE LA SANTÍSIMA EUCARISTÍA I
(El Sacrificio y el Sacramento de Cristo)
 
El sacerdote comienza la plegaria eucarística con el prefacio. Dice:
Pres.: 
El Señor esté con ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.

El sacerdote prosigue:
Pres.: Levantemos el corazón.
℟.: Lo tenemos levantado hacia el Señor.

El sacerdote añade:
Pres.: 
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
℟.: Es justo y necesario.

El sacerdote prosigue el prefacio.
Pres.: 
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Quien como verdadero y eterno Sacerdote, al instituir el sacrificio de la eterna alianza, se ofreció a ti como primera víctima de salvación, y nos mandó perpetuar esta ofrenda en conmemoración suya. Su carne, inmolada por nosotros, es alimento que nos fortalece; su sangre, derramada por nosotros, es bebida que nos purifica. 
Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
 
En unión con el pueblo, concluye el prefacio, cantando o diciendo en voz alta:
℟.:
 Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.
 
PLEGARIA EUCARÍSTICA I
O CANON ROMANO

El sacerdote dice:
Pres.: PADRE misericordioso, te pedimos humildemente, por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que aceptes 
Traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:
y bendigas  estos dones, este sacrificio santo y puro que te ofrecemos, 
Con las manos extendidas, prosigue: 
ante todo, por tu Iglesia santa y católica, para que le concedas la paz, la protejas, la congregues en la unidad y la gobiernes en el mundo entero, con tu servidor el Papa Juan Pablo, nuestro obispo N., y todos los demás Obispos que, fieles a la verdad, promueven la fe católica y apostólica.
 
Conmemoración de los vivos
1C: Acuérdate, Señor, de tus hijos [N. y N.] 
Junta las manos y ora unos momentos por quienes tiene la intención de orar. 
Después, con las manos extendida, prosigue: 
y de todos los aquí reunidos, cuya fe y entrega bien conoces; por ellos y todos los suyos, por el perdón de sus pecados y la salvación que esperan, te ofrecemos, y ellos mismos te ofrecen, este sacrificio de alabanza, a tí, eterno Dios, vivo y verdadero.

Conmemoración de los Santos
2C: Reunidos en comunión con toda la Iglesia para celebrar el día santo en que nuestro Señor Jesucristo fue entregado por nosotros, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor; la de su esposo, san José; la de los santos apóstoles y mártires Pedro y Pablo, Andrés, [Santiago y Juan, Tomás, Santiago, Felipe, Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo; Lino, Cleto, Clemente, Sixto, Comelio, Cipriano, Lorenzo, Crisógono, Juan y Pablo, Cosme y Damián] y la de todos los santos; por sus méritos y oraciones concédenos en todo tu protección. 
[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]

Con las manos extendidas, prosigue:
Pres.: Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa, que te presentamos en el día mismo en que nuestro Señor Jesucristo encomendó a sus discípulos la celebración del sacramento de su Cuerpo y de su Sangre; ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos.

Extendiendo las mano sobre las ofrendas, dice: 
Pres.: Bendice y santifica esta ofrenda, Padre, haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti: que se convierta para nosotros en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo amado, Jesucristo, nuestro Señor. 
En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse claramente y con precisión, como lo requiere la naturaleza de las mismas palabras.
Él cual, hoy, la víspera de padecer por nuestra salvación y la de todos los hombres,
Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue: 
tomó pan en sus santas y venerables manos, 
Eleva los ojos. 
y, elevando los ojos al cielo, hacia ti, Dios, Padre suyo todopoderoso, dando gracias te bendijo, lo partió, y lo dio a sus discípulos.

Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión.

Después prosigue: 
Pres.: Del mismo modo, acabada la cena, 
Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue: 
tomó este cáliz glorioso en sus santas y venerables manos, dando gracias te bendijo, y lo dio a sus discípulos.

Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión.

Luego dice: 
Éste es el Sacramento de nuestra fe.
℟.: Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice: 
Pres.: Por eso, Padre, nosotros, tus siervos, y todo tu pueblo santo, al celebrar este memorial de la muerte gloriosa de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, de su santa resurrección del lugar de los muertos y de su admirable ascensión a los cielos, te ofrecemos, Dios de gloría y majestad, de los mismos bienes que nos has dado, el sacrificio puro, inmaculado y santo: pan de vida eterna y cáliz de eterna salvación. 

Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala, como aceptaste los dones del justo Abel el sacrificio de Abraham, nuestro padre en la fe, y la oblación pura de tu sumo sacerdote Melquísedec.

Inclinado, con las manos juntas, prosigue: 
Te pedimos humildemente, Dios todopoderoso, que esta ofrenda sea llevada a tu presencia, hasta el altar del cielo, por manos de tu Angel, para que cuantos recibimos el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, al participar aquí de este altar, 
Se endereza y se signa, diciendo: 
seamos colmados de gracia y bendición. 
junta las manos. 
[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]  

Conmemoración de los difuntos
Con las manos extendidas, dice: 
3C: Acuérdate también, Señor, de tus hijos [N. y N.], que nos han precedido con el signo de la fe y duermen ya el sueño de la paz. 
Junta las manos y ora unos momentos por los difuntos por quienes tiene intención de orar.
Después, con las manos extendidas, prosigue: 
A ellos, Señor, y a cuantos descansan en Cristo, concédeles el lugar del consuelo, de la luz y de la paz. 
Junta las manos. 
[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]

Con la mano derecha se golpea el pecho, diciendo: 
4C: Y a nosotros, pecadores, siervos tuyos, 
Con las manos extendidas, prosigue: 
que confiamos en tu infinita misericordia, admítenos en la asamblea de los santos apóstoles y mártires Juan el Bautista, Esteban, Matías y Bernabé, [Ignacio, Alejandro, Marcelino y Pedro, Felicidad y Perpetua, Águeda, Lucía, Inés, Cecilia, Anastasia,] y de todos los santos; y acéptanos en su compañía, no por nuestros méritos, sino conforme a tu bondad. 
Junta las manos. 
Por Cristo, Señor nuestro.

Y continúa: 
Pres.: Por quien sigues creando todos los bienes, los santificas, los llenas de vida, los bendices y los repartes entre nosotros.  
 
Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:
Pres.:
 Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:
℟.: Amén.

RITO DE COMUNIÓN
 
Una vez que ha dejado el cáliz y la patena, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Pres.: 
El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado; digamos con fe y esperanza:

Junto con el pueblo, continúa:
℟.:
 Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal

El sacerdote prosigue él solo:
Pres.: Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
El pueblo concluye la oración, aclamando:
℟.:
 Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.

Después el sacerdote dice en voz alta:
Pres.:
 Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.
El sacerdote junta sus manos y concluye:
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
℟.: Amén.

El sacerdote añade:
Pres.: La paz del Señor esté siempre con ustedes
℟.: Y con tu espíritu.

Luego, si se juzga oportuno, el diácono, o el sacerdote, añade: 
℣.: Como hijos de Dios, intercambien ahora un signo de comunión fraterna.

Y cada uno, según la costumbre del lugar, se manifiesta entre sí paz, comunión y caridad; el sacerdote da la paz al diácono y a los demás ministros.
 
Luego, el sacerdote parte el pan consagrado sobre la patena y coloca un trozo en el cáliz, orando en silencio.
 
Se canta o se dice:
℟.:  Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.
 
El sacerdote hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la patena, lo muestra al pueblo, diciendo:
Pres.: 
Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
℟.: Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
 
COMUNIÓN
(En memoria del Señor)
 
Después de comulgar, el sacerdote se acerca a los que quieren comulgar y les presenta el pan consagrado, diciendo a cada uno de ellos:
℣.:
 
El Cuerpo de Cristo.
El que va a comulgar responde:
℟.: Amén.
 
Si se comulga bajo las dos especies, se observa el rito descrito en el misal de altar. Cuando el sacerdote comulga el Cuerpo de Cristo, comienza el canto de comunión.

EN MEMORIA DEL SEÑOR
CELEBRAMOS ESTA CENA.
//DE GRACIA EL ALMA SE LLENA
AL RENOVAR SU PASIÓN//.

A LA MUERTE EL REDENTOR
ENTREGA SU CUERPO Y SANGRE;
//ESE SACRIFICIO GRANDE,
RENOVAMOS CON FERVOR//.

ES EL CORDERO DE DIOS;
DEL PECADO PURIFICA;
//SU VIDA NOS COMUNICA,
EN LA SANTA COMUNIÓN//.

VIVAMOS ESTE MISTERIO,
ESTE SIGNO DE UNIDAD,
//VAMOS EN MARCHA HACIA EL CIELO
UNIDOS EN CARIDAD//.

CADA DÍA EN EL ALTAR,
LOS HERMANOS NOS JUNTARNOS,
//Y LA CENA CELEBRAMOS
EN QUE CRISTO ES EL MANJAR//.

ESTE PAN NOS FORTALECE
PARA SEGUIR EL CAMINO
//HACIA EL ÚLTIMO DESTINO
QUE ES LA CIUDAD FRATERNAL//.

CAMINANDO HACIA LA PATRIA
DONDE CRISTO REINA YA,
//SU RETORNO ESPERAMOS:
¡TODOS HEMOS DE LLEGAR!//

ANTÍFONA DE COMUNIÓN
(Cf. 1 Cor 11, 24-25)

Si no hay canto de comunión, se recita la antífona: 
℣.:
 Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes; este cáliz es la nueva alianza en mi sangre, dice el Señor; hagan esto, cada vez que lo beban, en memoria mía.

Después, el sacerdote puede ir a la sede. Si se juzga oportuno, se pueden guardar unos momentos de silencio o cantar un salmo o cántico de alabanza.
 
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos, a no ser que este silencio ya se haya hecho antes.
 
Acabada la distribución de la comunión, se deja sobre el altar el píxide con el pan consagrado para la comunión del día siguiente. La misa acaba con la oración después de la comunión.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
 
Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración después de la comunión.
Pres.: 
Oremos.
El sacerdote, con los brazos abiertos, dice la oración:
Dios todopoderoso, alimentados en el tiempo por la Cena de tu Hijo, concédenos, de la misma manera, merecer ser saciados en el banquete eterno. Por Jesucristo nuestro Señor.
℟.: Amén.
 
TRASLADO DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO
 
Dicha la oración después de la comunión, el sacerdote, de pie, pone incienso en el incensario, y de rodillas inciensa tres veces el Santísimo Sacramento. Después, poniéndose el paño de hombros de color blanco, se levanta, toma en sus manos la píxide y la cubre con el extremo del humeral. 

Se organiza la procesión, en la que, en medio de cirios e incienso, se lleva el Santísimo Sacramento por la iglesia hasta el lugar de la reserva, preparada en alguna parte de la iglesia o en alguna capilla convenientemente ornamentada. Va delante un ministro laico con la cruz, en medio de otros dos con cirios encendidos. Le siguen otros llevando velas encendidas. Delante del sacerdote que lleva el Santísimo Sacramento va el turiferario con el incensario humeante. Mientras tanto, se canta el himno Pange, lingua, en castellano: Que la lengua humana (excepto las dos últimas estrofas), u otro canto eucarístico.

PROCESIÓN DE LA RESERVA
(Pange, lingua)

PANGE LINGUA GLORIÓSI
CÓRPORIS MYSTÉRIUM,
SANGUINÍSQUE PRETIÓSI,
QUEM IN MUNDI PRÉTIUM
FRUCTUS VENTRIS GENERÓSI
REX EFFÚDIT GÉNTIUM.

NOBIS DATUS, NOBIS NATUS
EX INTÁCTA VÍRGINE,
ET IN MUNDO CONVERSÁTUS,
SPARSO VERBI SÉMINE,
SUI MORAS INCOLÁTUS
MIRO CLAUSIT ÓRDINE.

IN SUPRÉMÆ NOCTE CŒNÆ
RECÚMBENS CUM FRÁTRIBUS,
OBSERVÁTA LEGE PLENE
CIBIS IN LEGÁLIBUS,
CIBUM TURBÆ DUODÉNÆ
SE DAT SUIS MÁNIBUS.

VERBUM CARO, PANEM VERUM
VERBO CARNEM ÉFFICIT:
FITQUE SANGUIS CHRISTI MERUM,
ET SI SENSUS DÉFICIT,
AD FIRMÁNDUM COR SINCÉRUM
SOLA FIDES SÚFFICIT.

Cuando la procesión ha llegado al lugar de la reserva, el sacerdote, con la ayuda del diácono si es necesario, deposita la píxide en el tabernáculo dejando la puerta abierta. A continuación, después de poner incienso, de rodillas, inciensa al Santísimo Sacramento, mientras se canta el Tantum ergo, en castellano: Adorad postrados, u otro canto eucarístico. Después, el diácono o el mismo sacerdote, cierra la puerta del sagrario.

EN EL LUGAR DE LA RESERVA
(Tantum ergo)

TANTUM ERGO SACRAMÉNTUM
VENERÉMUR CÉRNUI:
ET ANTÍQUUM DOCUMÉNTUM
NOVO CEDAT RÍTUI:
PRÆSTET FIDES SUPPLEMÉNTUM
SÉNSUUM DEFÉCTUI.

GENITÓRI, GENITÓQUE
LAUS ET JUBILÁTIO,
SALUS, HONOR, VIRTUS QUOQUE
SIT ET BENEDÍCTIO:
PROCEDÉNTI AB UTRÓQUE
COMPAR SIT LAUDÁTIO.

AMEN.

Después de un tiempo de adoración en silencio, el sacerdote y los ministros, hecha la genuflexión, vuelven a la sacristía. 

Oportunamente se despoja el altar y se quitan, si es posible, las cruces de la iglesia. Si quedan algunas cruces en la iglesia, conviene que se cubran con un velo. 

Los que han participado en la misa vespertina no celebran las Vísperas.

Exhórtese a los fieles a que dediquen algún tiempo de esta noche, según las circunstancias y costumbres de cada lugar, a la adoración del Santísimo Sacramento. Esta adoración, con todo, si se prolonga más allá de la medianoche, debe hacerse sin solemnidad. 

Si en la misma iglesia no se celebra al día siguiente el Viernes Santo de la Pasión del Señor, la misa se concluye de modo acostumbrado y se guarda en el tabernáculo el Santísimo Sacramento.