PERIÓDICO LITÚRGICO - CATEQUETICO
TERCER DOMINGO DE CUARESMA
23.03.2025
RITOS INICIALES
CANTO DE ENTRADA
(Nueva Creación)
Una vez reunido el pueblo, el sacerdote se dirige al altar con los ministros, durante el canto de entrada.
//CAMINA, PUEBLO DE DIOS//
NUEVA LEY, NUEVA ALIANZA,
EN LA NUEVA CREACIÓN.
//CAMINA, PUEBLO DE DIOS//
MIRA ALLÁ EN EL CALVARIO,
EN LA ROCA HAY UNA CRUZ,
MUERTE QUE ENGENDRA LA VIDA;
NUEVOS HOMBRES, NUEVA LUZ.
CRISTO NOS HA SALVADO
CON SU MUERTE Y RESURRECCIÓN.
TODAS LAS COSAS RENACEN
EN LA NUEVA CREACIÓN. ℟.
CRISTO TOMA EN SU CUERPO
EL PECADO, LA ESCLAVITUD;
AL DESTRUIRLOS, NOS TRAE
UNA NUEVA PLENITUD.
PONE EN PAZ A LA GENTE,
A LAS COSAS Y AL CREADOR.
TODO RENACE A LA VIDA
EN LA NUEVA CREACIÓN. ℟.
CIELO Y TIERRA SE ABRAZAN,
NUESTRA ALMA HALLA EL PERDÓN.
VUELVEN A ABRIRSE LOS CIELOS,
PARA CADA PECADOR.
ISRAEL PEREGRINO,
VIVE Y CANTA TU REDENCIÓN.
HAY NUEVOS MUNDOS ABIERTOS
EN LA NUEVA CREACIÓN. ℟.
ANTÍFONA DE ENTRADA
(Sal 24, 15-16 o Cf. Ez 36, 23-26)
Si no hay canto de entrada, se recita la antífona:
Tengo los ojos puestos en el Señor, porque él saca mis pies de la red.
Mírame, oh Dios, y ten piedad de mí, que estoy solo y afligido.
O bien:
Cuando, por medio de ustedes, haga ver mi santidad, los reuniré de todos
los países; derramaré sobre ustedes un agua pura que los purificará de
todas sus inmundicias, y les daré un espíritu nuevo, dice el Señor.
Llegado al altar y habiendo hecho la debida reverencia, besarlo en señal de veneración y, si procede, inciensarlo. Luego todos van a las sillas.
Ante la asamblea reunida, al terminar el canto de entrada, el sacerdote dice:
Pres.: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
℟.: Amén
El sacerdote saluda al pueblo con una de las fórmulas siguientes:
Pres.: La gracia y el amor de Jesucristo, que nos llama a la conversión, esté con todos ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.
El sacerdote, diácono u otro ministro debidamente preparado podrá, en breves palabras, introducir a los fieles en la misa del día.
ACTO PENITENCIAL
Pres.: Jesucristo, el justo, intercede por nosotros y nos reconcilia con el Padre. Abramos, pues, nuestro espíritu al arrepentimiento, ·para acercarnos a la mesa del Señor.
Se hace una breve pausa en silencio. Después, todos dicen en común la fórmula de la confesión general:
℟.: Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Y, golpeándose el pecho, dicen:
℟.: Por mi culpa, por mi culpa, por mí gran culpa.
Luego, prosiguen:
℟.: Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.
Sigue la absolución del sacerdote:
Pres.: Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
℟.: Amén.
Pres.: Señor, ten piedad.
℟.: Señor, ten piedad.
Pres.: Cristo, ten piedad.
℟.: Cristo, ten piedad.
Pres.: Señor, ten piedad.
℟.: Señor, ten piedad.
ORACION COLECTA
Acabado el himno, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Pres.: Oremos.
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos. Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración colecta:
Oh, Dios, autor de toda misericordia y bondad,
que aceptas el ayuno, la oración y la limosna
como remedio de nuestros pecados,
mira con amor el reconocimiento de nuestra pequeñez
y levanta con tu misericordia
a los que nos sentimos abatidos por nuestra conciencia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
℟.: Amén.
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
(Éx 3,1-8a.13-15)
Lector: Lectura del libro del Éxodo.
En aquellos días, Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián. Llevó el rebaño trashumando por el desierto hasta llegar a Horeb, la montaña de Dios. El ángel del Señor se le apareció en una llamarada entre las zarzas. Moisés se fijó: la zarza ardía sin consumirse. Moisés se dijo: «Voy a acercarme a mirar este espectáculo admirable, a ver por qué no se quema la zarza». Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza: «Moisés, Moisés». Respondió él: «Aquí estoy». Dijo Dios: «No te acerques; quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado». Y añadió: «Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob». Moisés se tapó la cara, porque temía ver a Dios. El Señor le dijo: «He visto la opresión de mi pueblo en Egipto y he oído sus quejas contra los opresores; conozco sus sufrimientos. 8He bajado a librarlo de los egipcios, a sacarlo de esta tierra, para llevarlo a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana leche y miel». Moisés replicó a Dios: «Mira, yo iré a los hijos de Israel y les diré: “El Dios de sus padres me ha enviado a ustedes”. Si ellos me preguntan: “¿Cuál es su nombre?”, ¿qué les respondo?». Dios dijo a Moisés: «“Yo soy el que soy”; esto dirás a los hijos de Israel: “Yo soy” me envía a ustedes». Dios añadió: «Esto dirás a los hijos de Israel: “El Señor, Dios de los padres de ustedes, el Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, me envía a ustedes. Este es mi nombre para siempre: así me llamarán de generación en generación”».
Lector: Palabra de Dios.
℟.: Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
(Sal 103)
℟. El Señor es compasivo y misericordioso.
Bendice, alma mía, al Señor
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. ℟.
Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa,
y te colma de gracia y de ternura. ℟.
El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel. ℟.
Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. ℟.
SEGUNDA LECTURA
(Flp 3,17-4,1)
Lector: Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los Filipenses.
Hermanos:
Sean imitadores míos y fíjense en los que andan según el modelo que tienen en nosotros. Porque —como les decía muchas veces, y ahora lo repito con lágrimas en los ojos— hay muchos que andan como enemigos de la cruz de Cristo: su paradero es la perdición; su Dios, el vientre; su gloria, sus vergüenzas; solo aspiran a cosas terrenas. Nosotros, en cambio, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo. Así, pues, hermanos míos queridos y añorados, mi alegría y mi corona, manténganse así, en el Señor, queridos.
Lector: Palabra de Dios.
℟.: Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
(Mt 4, 4b)
℟.: Alabanza a ti, Cristo, rey de la gloria eterna.
℣.: Conviértanse -dice el Señor-, porque está cerca el reino de los cielos.
℟.: Alabanza a ti, Cristo, rey de la gloria eterna.
Mientras tanto, el sacerdote, cuando se utiliza incienso, lo coloca en el incensario. El diácono, que proclamará el Evangelio, inclinándose profundamente ante el sacerdote, pide en voz baja la bendición:
℣.: Padre, dame tu bendición.
Pres.: El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que anuncies dignamente su Evangelio; en el nombre del Padre, y del Hijo ✠ y del Espíritu Santo.
℣.: Amén.
Pero si no está presente el diácono, el sacerdote, inclinado ante el altar, dice en secreto:
Purifica mi corazón y mis labios, Dios todopoderoso, para que pueda anunciar dignamente tu santo Evangelio.
Después el diácono (o el sacerdote) va al ambón, y dice:
℣.: El Señor esté con ustedes.
EVANGELIO
(Lc 13, 1-9)
Después el diácono (o el sacerdote) va al ambón, y dice:
℣.: El Señor esté con ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.
El diácono (o el sacerdote), dice:
✠ Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
✠ Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
℟.: Gloria a ti, Señor.
Luego el diácono o el sacerdote, si procede, inciensa el libro y proclama el Evangelio.
℣.: En aquel momento se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús respondió: «¿Piensan que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos porque han padecido todo esto? Les digo que no; y, si no se convierten, todos perecerán lo mismo. O aquellos dieciocho sobre los que cayó la torre en Siloé y los mató, ¿piensan que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Les digo que no; y, si no se convierten, todos perecerán de la misma manera». Y les dijo esta parábola: «Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: “Ya ves, tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a perjudicar el terreno?”. Pero el viñador respondió: “Señor, déjala todavía este año y mientras tanto yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto en adelante. Si no, la puedes cortar”».
℣.: Palabra del Señor.
℟.: Gloria a ti, Señor Jesús.
Luego besa el libro, diciendo la oración en silencio.
HOMILÍA
CREDO
(Símbolo de los Apóstoles)
Acabada la homilía, se hace la profesión de fe
℟.: Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,
En las palabras que siguen, hasta María Virgen, todos se inclinan.
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
℟.: Escucha, Padre, nuestra oración.
1. Por la Iglesia universal, para que continúe su misión de anunciar la salvación, y sea signo de alegría, unidad y esperanza para todo el mundo. Oremos. ℟.
2. Por los gobernantes, para que permaneciendo atentos a la voluntad de Dios y siendo conscientes de su responsabilidad ante el mundo, busquen el progreso y la fraternidad de los pueblos. Oremos. ℟.
3. Por todos los que sufren, para que con nuestra solidaridad y oración, encuentren la fortaleza que necesitan en los momentos de dolor y dificultad. Oremos. ℟.
4. Por todos aquellos que se encuentran sometidos y esclavizados por el poder del maligno en su cuerpo y en su espíritu, para que gocen de la libertad que Cristo les otorgó con su Sangre. Oremos. ℟.
5. Por todos los que nos unimos para participar en este banquete del Señor, para que comprometidos en el proceso de conversión, avancemos con su ayuda hacia la Pascua. Oremos. ℟.
Pres.: Dios de bondad, te pedimos que acojas estas súplicas y que con la gracia de tu amor, podamos vivir en la fe, en la esperanza y en la paz. Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟.: Amén.
LITURGIA EUCARÍSTICA
PRESENTACIÓN DE LOS DONES
(Te ofrecemos, Señor)
Terminado lo anterior, comienza el canto para el ofertorio. Mientras tanto, los ministros colocan sobre el altar el corporal, el purificador, el cáliz, la palia y el misal.
TE OFRECEMOS, SEÑOR,
ESTE PAN Y ESTE VINO,
TE OFRECEMOS TAMBIÉN
EL AMOR DE NUESTRA VIDA.
//TE OFRECEMOS, SEÑOR,
LA ALEGRÍA DE AMAR;
TE OFRECEMOS, SEÑOR,
NUESTRA VIDA Y NUESTRO AMOR.//
TE OFRECEMOS, SEÑOR,
EL AMOR Y LA ESPERANZA,
LOS DOLORES TAMBIÉN
DE ESTE PUEBLO QUE TE BUSCA. ℟.
TE OFRECEMOS, SEÑOR,
EL TRABAJO Y LA FATIGA,
NUESTRO PAN, NUESTRA UNIÓN,
NUESTRA SED DE LA JUSTICIA. ℟.
Conviene que los fieles expresen su participación en la ofrenda, bien sea llevando el pan y el vino para la celebración de la Eucaristía, bien presentando otros dones para las necesidades de la Iglesia o de los pobres.
El sacerdote, de pie ante el altar, recibe la patena con el pan en las manos y, levantándola un poco por encima del altar, dice la oración en silencio. Luego coloca la patena con el pan sobre el corporal.
El diácono o sacerdote vierte vino y un poco de agua en el cáliz, orando en silencio.
Luego, el sacerdote recibe el cáliz en sus manos y, levantándolo un poco por encima del altar, dice la oración en silencio: luego, coloca el cáliz sobre el corporal.
Luego el sacerdote, profundamente inclinado, reza en silencio.
Y, si procede, inciensar las ofrendas, la cruz y el altar. Después, el diácono u otro ministro inciensa al sacerdote y al pueblo.
Luego, el sacerdote, de pie junto al altar, se lava las manos y dice la oración en silencio.
El sacerdote, de pie en el centro del altar, dice:
Pres.: En el momento de ofrecer el sacrificio de toda la Iglesia, oremos a Dios, Padre todopoderoso.
℟.: El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
Luego el sacerdote dice la oración sobre las ofrendas:
Pres.: Señor, por la celebración de este sacrificio concédenos, en tu bondad, que, al pedirte el perdón nuestras ofensas, nos esforcemos en perdonar las de nuestros hermanos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟.: Amén.
El sacerdote comienza la plegaria eucarística con el prefacio. Dice:
Pres.: El Señor esté con ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.
El sacerdote, de pie ante el altar, recibe la patena con el pan en las manos y, levantándola un poco por encima del altar, dice la oración en silencio. Luego coloca la patena con el pan sobre el corporal.
El diácono o sacerdote vierte vino y un poco de agua en el cáliz, orando en silencio.
Luego, el sacerdote recibe el cáliz en sus manos y, levantándolo un poco por encima del altar, dice la oración en silencio: luego, coloca el cáliz sobre el corporal.
Luego el sacerdote, profundamente inclinado, reza en silencio.
Y, si procede, inciensar las ofrendas, la cruz y el altar. Después, el diácono u otro ministro inciensa al sacerdote y al pueblo.
Luego, el sacerdote, de pie junto al altar, se lava las manos y dice la oración en silencio.
Pres.: En el momento de ofrecer el sacrificio de toda la Iglesia, oremos a Dios, Padre todopoderoso.
℟.: El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Luego el sacerdote dice la oración sobre las ofrendas:
Pres.: Señor, por la celebración de este sacrificio concédenos, en tu bondad, que, al pedirte el perdón nuestras ofensas, nos esforcemos en perdonar las de nuestros hermanos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟.: Amén.
PREFACIO
El sacerdote comienza la plegaria eucarística con el prefacio. Dice:
Pres.: El Señor esté con ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.
El sacerdote prosigue:
Pres.: Levantemos el corazón.
℟.: Lo tenemos levantado hacia el Señor.
El sacerdote añade:
Pres.: Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
℟.: Es justo y necesario.
El sacerdote prosigue el prefacio.
Pres.: En verdad es justo y necesario darte gracias siempre, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno:
Porque no dejas de alentarnos a tener una vida más plena, y, como eres rico en misericordia, ofreces siempre tu perdón e invitas a los pecadores a confiar sólo en tu indulgencia.
Nunca te has apartado de nosotros, que muchas veces hemos quebrantado tu alianza, y por Jesucristo tu Hijo, nuestro Redentor, tan estrechamente te has unido a la familia humana con un nuevo vínculo de amor, que ya nada lo podrá romper.
Y ahora, mientras le ofreces a tu pueblo un tiempo de gracia y reconciliación, alientas a esperar en Cristo Jesús a quien se convierte a ti y le concedes ponerse al servicio de todos los hombres, confiando mas plenamente en el Espíritu Santo.
Por eso, llenos de admiración, ensalzamos la fuerza de tu amor y proclamando la alegría de nuestra salvación, con todos los coros celestiales, cantemos sin cesar el himno de tu gloria:
En unión con el pueblo, concluye el prefacio, cantando o diciendo en voz alta:
℟.: Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.
PLEGARIA EUCARÍSTICA
DE LA RECONCILIACIÓN I
El sacerdote dice:
Pres.: SANTO eres en verdad, Señor, que desde el principio del mundo obras siempre para que el hombre sea santo, como tú mismo eres santo.
Pres.: Te pedimos que mires los dones de tu pueblo, y derrames sobre ellos la fuerza de tu Espíritu para que se conviertan en el Cuerpo y ✠ la Sangre de tu amado Hijo, Jesucristo, en quien nosotros también somos hijos tuyos.
Aunque en otro tiempo estábamos perdidos y éramos incapaces de acercarnos a ti, nos amaste hasta el extremo: tu Hijo, que es el único Justo, se entregó a sí mismo a la muerte, aceptando ser clavado en la cruz por nosotros.
Pero antes de que sus brazos, extendidos entre el cielo y la tierra trazasen el signo indeleble de tu alianza, él mismo quiso celebrar la Pascua con sus discípulos.
El relato de la institución de la Eucaristía debe darse de forma clara y audible, como lo exige su naturaleza.
Pres.: Y mientras comía con ellos,
Toma el pan y, manteniéndolo un poco elevado sobre el altar, continúa:
tomó pan y dando gracias te bendijo, lo partió y se lo dio.
Muestra al pueblo la hostia consagrada, la coloca en la patena y hace una genuflexión en adoración.
El sacerdote prosigue:
Pres.: Del mismo modo, acabada la cena, sabiendo que iba a reconciliar todas las cosas en sí mismo, por su sangre derramada en la cruz,
Toma el cáliz en sus manos y, manteniéndolo ligeramente elevado sobre el altar, continúa:
tomó el cáliz, lleno del fruto de la vid, y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos.
Muestra el cáliz al pueblo, la coloca sobre su cuerpo y hace una genuflexión en adoración.
El sacerdote prosigue:
Pres.: Éste es el Misterio de la fe, Cristo nos redimió.
℟.: Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.
Después, el sacerdote, con las manos extendidas dice:
Pres.: Así, al celebrar el memorial de tu Hijo Jesucristo, nuestra Pascua y nuestra paz verdadera, hacemos presente su muerte y resurrección de entre los muertos, y, mientras esperamos la venida gloriosa, te ofrecemos, Dios fiel y misericordioso, la víctima que reconcilia a los hombres contigo.
Mira bondadosamente, Padre, a quienes unes a ti por el sacrificio te tu Hijo, y concédeles, por la fuerza del Espíritu Santo, que, participando de un mismo pan y de un mismo cáliz, formen en Cristo un solo cuerpo, en el que no haya ninguna división.
1C: Guárdanos siempre en comunión de fe y amor con nuestro Papa Clemente, y con nuestro Obispo N., Ayúdanos a esperar la venida de tu reino hasta la hora en que nos presentemos a ti, santos entre los santos del cielo, con María, la Virgen Madre de Dios, con los apóstoles y con todos los santos, y con nuestros hermanos difuntos, que confiamos humildemente a tu misericordia.
2C: Entonces, liberados por fin de toda corrupción y constituidos plenamente en nuevas criaturas, te cantaremos gozosos la acción de gracias
Junta las manos.
de tu Ungido, que vive eternamente.
Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:
Pres.: Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:
℟.: Amén.
RITO DE COMUNIÓN
Una vez que ha dejado el cáliz y la patena, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Pres.: Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:
℟.: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal
El sacerdote prosigue él solo:
Pres.: Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
℟.: Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.
Después el sacerdote dice en voz alta:
Pres.: Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
℟.: Amén.
El sacerdote añade:
Pres.: La paz del Señor esté siempre con ustedes
℟.: Y con tu espíritu.
Luego, si se juzga oportuno, el diácono, o el sacerdote, añade:
℣.: Como hijos de Dios, intercambien ahora un signo de comunión fraterna.
Luego, el sacerdote parte el pan consagrado sobre la patena y coloca un trozo en el cáliz, orando en silencio.
Se canta o se dice:
℟.: Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.
El sacerdote hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la patena, lo muestra al pueblo, diciendo:
Pres.: Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
℟.: Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
COMUNIÓN
(Caminaré en presencia del Señor)
Después de comulgar, el sacerdote se acerca a los que quieren comulgar y les presenta el pan consagrado, diciendo a cada uno de ellos:
℣.: El Cuerpo de Cristo.
℟.: Amén.
Si se comulga bajo las dos especies, se observa el rito descrito en el misal de altar. Cuando el sacerdote comulga el Cuerpo de Cristo, comienza el canto de comunión.
//CAMINARÉ EN PRESENCIA DEL SEÑOR//
AMO AL SEÑOR PORQUE ESCUCHA
MI VOZ SUPLICANTE
PORQUE INCLINA SU OÍDO HACIA MÍ
EL DÍA QUE LO INVOCÓ. ℟.
ME ENVOLVÍAN REDES DE MUERTE
CAÍ EN TRISTEZA Y EN ANGUSTIA
INVOQUÉ EL NOMBRE DEL SEÑOR:
SEÑOR, SALVA MI VIDA! ℟.
EL SEÑOR ES BENIGNO Y JUSTO
NUESTRO DIOS ES COMPASIVO
EL SEÑOR GUARDA A LOS SENCILLOS;
ESTANDO YO SIN FUERZAS, ME SALVÓ! ℟.
ALMA MÍA, RECOBRA TU CALMA
QUE EL SEÑOR FUE BUENO CONTIGO:
ARRANCÓ MI ALMA DE LA MUERTE,
MIS OJOS DE LAS LÁGRIMAS,
MIS PIES DE LA CAÍDA. ℟.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN
(Sal 85, 4-5
)
Si no hay canto de comunión, se recita la antífona:
℣.: Hasta el gorrión ha encontrado una casa; la golondrina, un nido donde colocar sus polluelos: tus altares, Señor del universo, Rey mío y Dios mío. Dichosos los que viven en tu casa, alabándote siempre.
℣.: Hasta el gorrión ha encontrado una casa; la golondrina, un nido donde colocar sus polluelos: tus altares, Señor del universo, Rey mío y Dios mío. Dichosos los que viven en tu casa, alabándote siempre.
Después, el sacerdote puede ir a la sede. Si se juzga oportuno, se pueden guardar unos momentos de silencio o cantar un salmo o cántico de alabanza.
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos, a no ser que este silencio ya se haya hecho antes.
Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración después de la comunión.
Pres.: Oremos.
El sacerdote, con los brazos abiertos, dice la oración:
Alimentados ya en la tierra con el pan del cielo, prenda de eterna salvación, te suplicamos, Señor, que se haga realidad en nuestra vida lo que hemos recibido en este sacramento. Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟.: Amén.
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos, a no ser que este silencio ya se haya hecho antes.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración después de la comunión.
Pres.: Oremos.
Alimentados ya en la tierra con el pan del cielo, prenda de eterna salvación, te suplicamos, Señor, que se haga realidad en nuestra vida lo que hemos recibido en este sacramento. Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟.: Amén.
RITO DE CONCLUSIÓN
BENDICIÓN FINAL
(Bendición sobre el pueblo)
En este momento se hacen, si es necesario y con brevedad, los oportunos anuncios o advertencias al pueblo.
Después tiene lugar la despedida. El sacerdote extiende las manos hacia el pueblo y dice
Pres.: El Señor esté con ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.
Pres.: Te pedimos, Señor, que dirijas los corazones de tus fieles
y les concedas benigno la gracia
de permanecer firmes en el amor a ti y al prójimo,
y de cumplir plenamente tus mandamientos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟.: Amén.
℟.: Amén.
El sacerdote bendice al pueblo, diciendo:
Pres.: Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo ✠ y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
℟.: Amén.
Luego el diácono, o el sacerdote, despide al pueblo con una de las fórmulas siguientes:
℣.: En el nombre del Señor, pueden ir en paz.
℟.: Demos gracias a Dios.
Pres.: Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo ✠ y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
℟.: Amén.
Luego el diácono, o el sacerdote, despide al pueblo con una de las fórmulas siguientes:
℣.: En el nombre del Señor, pueden ir en paz.
℟.: Demos gracias a Dios.
Después el sacerdote se retira a la sacristía.
CANTO DE SALIDA
(Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles)
HOY QUIERO CANTARTE, SEÑORA DE LOS ÁNGELES
REINA SOBERANA, MADRE CELESTIAL,
YO SOY UNA ALONDRA QUE HA PUESTO EN TÍ SU NIDO
VIENDO TU HERMOSURA TE DAJA SU CANTAR.
LUZ DE LA MAÑANA, MARÍA, TEMPLO Y CUNA
MAR DE TODA GRACIA, FUEGO, NIEVE Y FLOR,
PUERTA SIEMPRE ABIERTA, ROSA SIN ESPINAS
YO TE DOY MI VIDA, SOY TU TROVADOR.
SALVE SURCO ABIERTO DONDE DIOS SE SIEMBRA
TE ELIGIÓ POR MADRE, CRISTO EL REDENTOR,
SALVE ESCLAVA Y REINA, VIRGEN NAZARENA
CASA, PAZ, Y ABRAZO PARA EL PECADOR. ℟.
MEDITACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS
(Fray Francisco García, O.P.)
En este tiempo la liturgia se nutre de textos que llevan siempre una invitación a la conversión y/o a madurar "decisiones flojas". Este objetivo es práctico en cualquier época del año, pero en el tiempo de cuaresma se integra en la predicación de Jesús y de los apóstoles y especialmente en el tiempo de la semana santa y de la pascua.
Dado el estilo de cómo desarrollamos las celebraciones en general, se hace con un grupo "indeterminado". Hay grupos que desarrollan el rito con participación plena; en este caso se hace con mucha lucidez. De todas formas, cada participante recibirá la gracia de Dios que es Su misericordia.
La liturgia de este día tiene también lecturas del Éxodo y de las Cartas de San Pablo, concretamente la dirigida a los Corintios. Son textos con ambientación muy distante (lugar, ambiente... ) pero que ofrecen experiencias de personas con sus vivencias ... En este sentido nos estarían retando a ver lo que nos tocó vivir y qué soluciones les dimos... Todo mirando al reto de la conversión y crecimiento que Jesús nos pide, dispuesto a ayudarnos si con Él establecemos confianza.
El Evangelio de San Lucas en esta ocasión termina con una parábola, como todas las del Señor, llena de Luz. Tal vez (sin ofender) si no la entendemos es porque "andemos distraídos" con otras cosas a las que damos más importancia...