La Iglesia, como Cuerpo de Cristo, atraviesa un período de intensas transformaciones. En un mundo cada vez más globalizado y secularizado, enfrentamos nuevos y complejos desafíos que exigen de nosotros una renovada dedicación y un compromiso constante con la fe auténtica. La dinámica de la sociedad contemporánea, con sus rápidos cambios culturales, tecnológicos y sociales, coloca a la Iglesia ante nuevas cuestiones que requieren una reflexión profunda y una mirada atenta sobre los rumbos que debemos seguir.
El Papa Clemente III, en su sabiduría pastoral, nos ha exhortado a no temer los desafíos, sino a abrazarlos con coraje, fidelidad al Evangelio y compromiso con la misión de la Iglesia. El episcopado, como sucesores de los apóstoles, tiene la responsabilidad de guiar al pueblo de Dios a través de las adversidades y de mantener viva la llama de la verdad y la caridad. Este momento de la Iglesia nos convoca a reflexionar sobre nuestra actuación, especialmente en lo que respecta a la evangelización, la presencia de la Iglesia en la vida pública y la pastoral en un mundo que muchas veces se aleja de Dios.
En este contexto, es imperativo que los obispos se unan en oración y discernimiento, buscando juntos los caminos para enfrentar los desafíos de la evangelización en el mundo contemporáneo, manteniendo siempre la fidelidad a la tradición de la Iglesia y la sensibilidad a los signos de los tiempos.
La Prefectura para los Obispos, en vínculo con Su Santidad, el Papa Clemente III, por la presente, CONVOCA a todos los Eminentísimos y Excelentísimos Señores Cardenales y Obispos a la IV Asamblea General del Episcopado, que se llevará a cabo entre los días 4 y 5 de abril de 2025, en Roma. La presencia es obligatoria, y cualquier ausencia no justificada deberá ser comunicada a este Dicasterio con la debida anticipación, bajo riesgo de imposición de penalidades canónicas.
La Asamblea General del Episcopado será una oportunidad para profundizar en la reflexión sobre nuestra misión pastoral y para fortalecernos en el espíritu de comunión y fraternidad, esenciales para el ejercicio de nuestro ministerio.
Pedimos a la comunidad eclesial, formada por clérigos, religiosos y laicos, que eleven sus oraciones por los obispos convocados para esta importante reunión. Rogamos al Espíritu Santo para que ilumine a todos en la búsqueda de una Iglesia siempre más unida y fiel al Señor.