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COMUNIDADE CATÓLICA DE MINECRAFT - A UMA DÉCADA A SERVIÇO DA IGREJA

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É Ano Santo! Somos também peregrinos da Esperança! - Jubileu 2025: Peregrinos da Esperança

Periódico Litúrgico | III Domingo del Tiempo Ordinario

  

III DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO 
DOMINGO DE LA PALABRA DE DIOS

26.01.2025
 
RITOS INICIALES
 
CANTO DE ENTRADA
(Juntos Cantando la alegría)
 
Una vez reunido el pueblo, el sacerdote se dirige al altar con los ministros, durante el canto de entrada.

JUNTOS CANTANDO LA ALEGRÍA
DE VERNOS UNIDOS EN LA FÉ Y EL AMOR
JUNTOS SINTIENDO EN NUESTRAS VIDAS
LA ALEGRE PRESENCIA DEL SEÑOR
 
SOMOS LA IGLESIA PEREGRINA QUE ÉL FUNDÓ
SOMOS UN PUEBLO QUE CAMINA SIN CESAR
ENTRE CANSANCIOS Y ESPERANZAS HACIA DIOS
NUESTRO AMIGO JESÚS NOS LLEVARÁ ℟.

HAY UNA FE QUE NOS ALUMBRA CON SU LUZ
UNA ESPERANZA QUE EMPAPÓ NUESTRO ESPERAR
AUNQUE LA NOCHE NOS ENVUELVA EN SU INQUIETUD
NUESTRO AMIGO JESÚS, NOS GUIARÁ ℟.

 
ANTÍFONA DE ENTRADA
(Sal 95, 1. 6)

Si no hay canto de entrada, se recita la antífona:
℣.Canten al Señor un cántico nuevo, canten al Señor toda la tierra. Honor y majestad le preceden, fuerza y esplendor están en su templo.
 
Llegado al altar y habiendo hecho la debida reverencia, besarlo en señal de veneración y, si procede, inciensarlo. Luego todos van a las sillas.
 
Ante la asamblea reunida, al terminar el canto de entrada, el sacerdote dice:
Pres.: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
℟.: Amén
 
El sacerdote saluda al pueblo con una de las fórmulas siguientes:
Pres.: El Dios de la esperanza, que por la acción del Espíritu Santo nos colma con su alegría y con su paz, esté siempre con todos ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.
 
El sacerdote, diácono u otro ministro debidamente preparado podrá, en breves palabras, introducir a los fieles en la misa del día.
 
ACTO PENITENCIAL
 
Pres.: En el día en que celebramos la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte, reconozcamos que estamos necesitados de la misericordia del Padre para morir al pecado y resucitar a la vida nueva.

Se hace una breve pausa en silencio.
Después el sacerdote o el diácono, u otro ministro, empleando éstas u otras invocaciones, con el Señor, ten piedad (Kyrie, eléison), dice: 
Pres o Diác.:  Tú que eres la plenitud de la verdad y de la gracia: Señor, ten piedad.
R.:  Señor, ten piedad.

Pres o Diác.:  Tú que te has hecho pobre para enriquecernos: Cristo, ten piedad.
R.:  Cristo, ten piedad.

Pres o Diác.:  Tú que has venido para hacer de nosotros tu pueblo santo: Señor, ten piedad.
R.:  Señor, ten piedad.

El sacerdote concluye con la siguiente plegaria:
Pres.: Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
℟.: Amén.
 
GLORIA
 
℟.: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo, Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros. Porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.
 
ORACION COLECTA
 
Acabado el himno, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Pres.: Oremos.
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos. Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración colecta:
Dios todopoderoso y eterno, orienta nuestros actos según tu voluntad, para que merezcamos abundar en buenas obras en nombre de tu Hijo predilecto. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. 
℟.: Amén.
 
LITURGIA DE LA PALABRA
 
PRIMERA LECTURA
(Neh 8, 2-4a. 5-6. 8-10)
 
Lector: Lectura del libro de Nehemías.
En aquellos días, el día primero del mes séptimo, el sacerdote Esdras trajo el libro de la ley ante la comunidad: hombres, mujeres y cuantos tenían uso de razón. Leyó el libro en la plaza que está delante de la Puerta del Agua, desde la mañana hasta el mediodía, ante los hombres, las mujeres y los que tenían uso de razón. Todo el pueblo escuchaba con atención la lectura de la ley.
El escriba Esdras se puso en pie sobre una tribuna de madera levantada para la ocasión.
Esdras abrió el libro en presencia de todo el pueblo, de modo que toda la multitud podía verlo; al abrirlo, el pueblo entero se puso de pie. Esdras bendijo al Señor, el Dios grande, y todo el pueblo respondió con las manos levantadas:
«Amén, amén».
Luego se inclinaron y adoraron al Señor, rostro en tierra.
Los levitas leyeron el libro de la ley de Dios con claridad y explicando su sentido, de modo que entendieran la lectura.
Entonces, el gobernador Nehemías, el sacerdote y escriba Esdras, y los levitas que instruían al pueblo dijeron a toda la asamblea:
«Este día está consagrado al Señor, su Dios: No estén tristes ni lloren» (y es que todo el pueblo lloraba al escuchar las palabras de la ley).
Y añadieron:
«Vayan, coman buenos manjares y beban buen vino, e inviten a los que no tienen nada preparado, pues este día está consagrado al Señor. ¡No se pongan tristes; el gozo del Señor es su fuerza!».
Lector: Palabra de Dios.
℟.: Te alabamos, Señor.
 
SALMO RESPONSORIAL
(Sal 18)
 
R. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.

La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante. ℟.

Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos. ℟.
 
La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. ℟.

Que te agraden las palabras de mi boca,
y llegue a tu presencia
el meditar de mi corazón,
Señor, roca mía, redentor mío. ℟.
 
 
SEGUNDA LECTURA
(1 Cor 12, 12-30 o 12, 12-14. 27 [Mas breve entre corchetes])
 
Lector: Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios.
[Hermanos:
Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.
Pues todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.
Pues el cuerpo no lo forma un solo miembro sino muchos.]
Si el pie dijera: «No soy mano, luego no formo parte del cuerpo», ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo? Si el oído dijera: «No soy ojo, luego no formo parte del cuerpo», ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo? Si el cuerpo entero fuera ojo, ¿cómo oiría? Si el cuerpo entero fuera oído, ¿cómo olería? Pues bien, Dios distribuyó el cuerpo y cada uno de los miembros como él quiso.
Si todos fueran un mismo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?
Los miembros son muchos, es verdad, pero el cuerpo es uno solo.
El ojo no puede decir a la mano: «No te necesito»; y la cabeza no puede decir a los pies: «No los necesito». Más aún, los miembros que parecen más débiles son más necesarios. Los que nos parecen despreciables, los apreciamos más. Los menos decentes, los tratamos con más decoro. Porque los miembros más decentes no lo necesitan.
Ahora bien, Dios organizó los miembros del cuerpo dando mayor honor a los que menos valían.
Así, no hay divisiones en el cuerpo, porque todos los miembros por igual se preocupan unos de otros.
Cuando un miembro sufre, todos sufren con él; cuando un miembro es honrado, todos se felicitan.
[Pues bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro.]
Y Dios los ha distribuido en la Iglesia: en el primer puesto los apóstoles, en el segundo los profetas, en el tercero los maestros, después vienen los milagros, luego el don de curar, la beneficencia, el gobierno, la diversidad de lenguas.
¿Acaso son todos apóstoles? ¿O todos son profetas? ¿O todos maestros? ¿O hacen todos milagros? ¿Tienen todos don para curar? ¿Hablan todos en lenguas o todos las interpretan?
Lector: Palabra de Dios.
℟.: Te alabamos, Señor.
 
 
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
(Lc 4, 18cd)
 
℟.: Aleluya, aleluya, aleluya.
 
℣.El Señor me ha enviado a evangelizar a los pobres,
a proclamar a los cautivos la libertad.
 
℟.: Aleluya, aleluya, aleluya.
 
Mientras tanto, el sacerdote, cuando se utiliza incienso, lo coloca en el incensario. El diácono, que proclamará el Evangelio, inclinándose profundamente ante el sacerdote, pide en voz baja la bendición:
℣.: Padre, dame tu bendición.

El sacerdote dice en voz baja:
Pres.: El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que anuncies dignamente su Evangelio; en el nombre del Padre, y del Hijo  y del Espíritu Santo.

El diácono hace la señal de la cruz y responde:
℣.: Amén.

Pero si no está presente el diácono, el sacerdote, inclinado ante el altar, dice en secreto:
Purifica mi corazón y mis labios, Dios todopoderoso, para que pueda anunciar dignamente tu santo Evangelio.
 
EVANGELIO
(Lc 1, 1-4; 4, 14-21)
 
Después el diácono (o el sacerdote) va al ambón, y dice:
℣.: El Señor esté con ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.

El diácono (o el sacerdote), dice:
✠ Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
y, mientras tanto, hace la señal de la cruz sobre el libro y luego sobre sí mismo, en la frente, la boca y el pecho.
℟.: Gloria a ti, Señor.
 
Luego el diácono o el sacerdote, si procede, inciensa el libro y proclama el Evangelio.
℣.: Ilustre Teófilo:
Puesto que muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han cumplido entre nosotros, como nos los transmitieron los que fueron desde el principio testigos oculares y servidores de la palabra, también yo he resuelto escribírtelos por su orden, después de investigarlo todo diligentemente desde el principio, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.
En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan.
Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
«El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque él me ha ungido.
Me ha enviado a evangelizar a los pobres,
a proclamar a los cautivos la libertad,
y a los ciegos, la vista;
a poner en libertad a los oprimidos;
a proclamar el año de gracia del Señor».
Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él.
Y él comenzó a decirles:
«Hoy se ha cumplido esta Escritura que acaban de oír».
℣.:  Palabra del Señor.
℟.:  Gloria a ti, Señor Jesús.
 
Luego besa el libro, diciendo la oración en silencio.
 
HOMILÍA
 
Luego se pronuncia la homilía, que es responsabilidad del sacerdote o diácono; Es obligatorio todos los domingos y días festivos y también recomendado el resto de días.
 
CREDO
(Símbolo Apostólico)
 
Acabada la homilía, se hace la profesión de fe
 
℟.: Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,
En las palabras que siguen, hasta María Virgen, todos se inclinan:
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
 
PLEGARIA UNIVERSAL
 
Pres.: El Señor Jesús se presenta ante todos como el ungido. También hoy está frente a nosotros a nuestro lado. Sintiéndonos necesitados presentamos nuestras súplicas respondiendo:
℟.: Escúchanos, Padre de amor.
 
1.  Por el Papa, los obispos, sacerdotes y cuantos predican tu Palabra para que sean fieles a Cristo el único libertador del hombre. Oremos. ℟.
 
2. Por aquellos que sufren algún mal en su vida: pobres, esclavos, ciegos, oprimidos… para que reciban pronto la Nueva Noticia que Dios les permita llevar una vida más agradable. Oremos. ℟.
 
3. Por las familias divididas, para que, a la luz de la Palabra de Dios, con la ayuda y la comprensión de los hermanos, puedan descubrir el sentido cristiano de la vida y nunca duden de la misericordia del Padre. Oremos. ℟.
 
4. Por aquellos que viven lejos de Dios, para que descubran en Él se cumplen todas las esperanzas del hombre. Oremos. ℟.

5. Por todos y cada uno de nosotros para que reconozcamos nuestro papel en la Iglesia como partícipes del cuerpo de Cristo. Oremos. ℟.
 
Pres.: Señor, acoge estas plegarias y también aquellas que llevamos cada uno de nosotros en nuestro corazón. Por Jesucristo nuestro Señor.
℟.: Amén.
 
LITURGIA EUCARÍSTICA
 
PRESENTACIÓN DE LOS DONES
(Presentamos Pan y Vino)
 
Terminado lo anterior, comienza el canto para el ofertorio. Mientras tanto, los ministros colocan sobre el altar el corporal, el purificador, el cáliz, la palia y el misal.

PRESENTAMOS PAN Y VINO,
OFRENDA DE GRATITUD,
TODOS JUNTOS COMO HERMANOS,
HASTA LLEGAR A TU ALTAR.

CON AMOR Y ESPERANZA,
LA ALEGRÍA DE VIVIR.
TODOS JUNTOS COMO HERMANOS,
CAMINAMOS HACIA TI. ℟.

VINO Y PAN HOY TE OFRECEMOS,
PRONTO SE CONVERTIRÁN.
EN TU CUERPO Y EN TU SANGRE
FUENTE DE ALEGRÍA Y PAZ. ℟.

OFREZCAMOS TODOS JUNTOS,
NUESTRAS VIDAS AL SEÑOR.
LOS ESFUERZOS Y DOLORES,
LA ALEGRÍA Y EL AMOR. ℟.

Conviene que los fieles expresen su participación en la ofrenda, bien sea llevando el pan y el vino para la celebración de la Eucaristía, bien presentando otros dones para las necesidades de la Iglesia o de los pobres. 
 
El sacerdote, de pie ante el altar, recibe la patena con el pan en las manos y, levantándola un poco por encima del altar, dice la oración en silencio. Luego coloca la patena con el pan sobre el corporal.
 
El diácono o sacerdote vierte vino y un poco de agua en el cáliz, orando en silencio.
 
Luego, el sacerdote recibe el cáliz en sus manos y, levantándolo un poco por encima del altar, dice la oración en silencio: luego, coloca el cáliz sobre el corporal.
 
Luego el sacerdote, profundamente inclinado, reza en silencio.
 
Y, si procede, inciensar las ofrendas, la cruz y el altar. Después, el diácono u otro ministro inciensa al sacerdote y al pueblo.
 
Luego, el sacerdote, de pie junto al altar, se lava las manos y dice la oración en silencio.
 
El sacerdote, de pie en el centro del altar, dice:
Pres.: En el momento de ofrecer el sacrificio de toda la Iglesia, oremos a Dios, Padre todopoderoso.
℟.: El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
 
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
 
Luego el sacerdote dice la oración sobre las ofrendas:
Pres.: Señor, recibe con bondad nuestros dones y, al santificarlos, haz que sean para nosotros dones de salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟.: Amén.
 
PREFACIO DOMINICAL IX
(La acción del Espíritu en la Iglesia)
 
El sacerdote comienza la plegaria eucarística con el prefacio. Dice:
Pres.: El Señor esté con ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.

El sacerdote prosigue:
Pres.: Levantemos el corazón.
℟. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

El sacerdote añade:
Pres.: Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
℟. Es justo y necesario.

El sacerdote prosigue el prefacio.
Pres.: En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque nos concedes en cada momento lo que más conviene y diriges sabiamente la nave de tu Iglesia, asistiéndola siempre con la fuerza del Espíritu Santo, para que, a impulso de su amor confiado, no abandone la plegaria en la tribulación, ni la acción de gracias en el gozo, por Cristo, Señor nuestro. 
A quien alaban los cielos y la tierra, los ángeles y los arcángeles, proclamando sin cesar:
 
En unión con el pueblo, concluye el prefacio, cantando o diciendo en voz alta:
℟.:  Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.
 
PLEGARIA EUCARÍSTICA II
 
El sacerdote dice:
Pres.: SANTO eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad;
 
Pres.: Por eso te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu, de manera que se conviertan para nosotros en el Cuerpo y  la Sangre de Jesucristo, nuestro Señor.
 
El relato de la institución de la Eucaristía debe darse de forma clara y audible, como lo exige su naturaleza.
Pres.: Él cual, cuando iba a ser entregado a su pasión, voluntariamente aceptada,
Toma el pan y, manteniéndolo un poco elevado sobre el altar, continúa:
tomó pan, dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos.
Muestra al pueblo la hostia consagrada, la coloca en la patena y hace una genuflexión en adoración.
 
El sacerdote prosigue:
Pres.:  Del mismo modo, acabada la cena,
Toma el cáliz en sus manos y, manteniéndolo ligeramente elevado sobre el altar, continúa:
tomó el cáliz, y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos.
Muestra el cáliz al pueblo, la coloca sobre su cuerpo y hace una genuflexión en adoración.
 
El sacerdote prosigue:
Pres.: Éste es el Sacramento de nuestra fe.
℟.: Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
 
Después, el sacerdote, con las manos extendidas dice:
Pres.: Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos el Pan de Vida y el Cáliz de Salvación, y te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia.

Pres.: Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo.
 
1C: Acuérdate, Señor de tu Iglesia, extendida por toda la tierra, y reunida aquí en el domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal; y con el Papa Clemente, con nuestro Obispo N., y todos los pastores que cuidan de tu pueblo, llévala a su perfección por la caridad.
 
2C: Acuérdate también de nuestros hermanos que se durmieron en la esperanza de la resurrección, y de todos los que han muerto en tu misericordia; admítelos a contemplar la luz de tu rostro. 

3C:Ten misericordia de todos nosotros, y así, con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas.
 
Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:
Pres.: Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:
℟. Amén.
 
RITO DE COMUNIÓN
 
Una vez que ha dejado el cáliz y la patena, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Pres.: El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado; digamos con fe y esperanza:

Junto con el pueblo, continúa:
℟.: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal

El sacerdote prosigue él solo:
Pres.: Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
El pueblo concluye la oración, aclamando:
℟.: Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.

Después el sacerdote dice en voz alta:
Pres.: Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.
El sacerdote junta sus manos y concluye:
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
℟. Amén.

El sacerdote añade:
Pres.: La paz del Señor esté siempre con ustedes
℟. Y con tu espíritu.

Luego, si se juzga oportuno, el diácono, o el sacerdote, añade: 
℣.Dense fraternalmente la paz.

Y cada uno, según la costumbre del lugar, se manifiesta entre sí paz, comunión y caridad; el sacerdote da la paz al diácono y a los demás ministros.
 
Luego, el sacerdote parte el pan consagrado sobre la patena y coloca un trozo en el cáliz, orando en silencio.
 
Se canta o se dice:
℟.  Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.
 
El sacerdote hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la patena, lo muestra al pueblo, diciendo:
Pres.:Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
℟. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
 
COMUNIÓN
(El Espíritu del Señor)
 
Después de comulgar, el sacerdote se acerca a los que quieren comulgar y les presenta el pan consagrado, diciendo a cada uno de ellos:
℣.: El Cuerpo de Cristo.
El que va a comulgar responde:
℟. Amén.
 
Si se comulga bajo las dos especies, se observa el rito descrito en el misal de altar. Cuando el sacerdote comulga el Cuerpo de Cristo, comienza el canto de comunión.

EL ESPÍRITU DEL SEÑOR ESTÁ SOBRE MÍ,
EL ESPÍRITU CON LA UNCIÓN ME HA CONSAGRADO;
EL ESPÍRITU ME HA ENVIADO
PARA ANUNCIAR A LOS POBRES
EL ALEGRE MENSAJE DE SU SALVACIÓN.

EL DON DE SABIDURÍA ESTÁ SOBRE MÍ,
PARA SER LUZ Y GUÍA EN MI CAMINO;
ME DA UN LENGUAJE NUEVO
PARA ANUNCIAR A LOS HOMBRES
TU PALABRA DE SALVACIÓN. ℟.

EL ESPÍRITU DE LA PAZ ESTÁ SOBRE MÍ,
EL CORAZÓN ME HA COLMADO DE SU GOZO,
ME DA UN CANTO NUEVO
PARA ANUNCIAR AL MUNDO
EL DÍA DE GRACIA DE NUESTRO DIOS. ℟.

EL DON DE LA FORTALEZA ESTA SOBRE MÍ
PARA TESTIMONIAR AL MUNDO SU PALABRA,
ME DA SU CORAJE
PARA ANUNCIAR AL MUNDO
LA VENIDA GLORIOSA DE SU REINO. ℟.

ANTÍFONA DE COMUNIÓN
(Cf. Sal 33, 6 o Cf. Jn 8, 12 )

Si no hay canto de comunión, se recita la antífona: 
℣.: Contemplen al Señor y quedarán radiantes, su rostro no se avergonzará.
O bien:
℣.: Yo soy la luz del mundo, dice el Señor. El que me sigue no camina en las tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.

Después, el sacerdote puede ir a la sede. Si se juzga oportuno, se pueden guardar unos momentos de silencio o cantar un salmo o cántico de alabanza.
 
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos, a no ser que este silencio ya se haya hecho antes
 
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
 
Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración después de la comunión.
Pres.: Oremos.
El sacerdote, con los brazos abiertos, dice la oración:
Concédenos, Dios todopoderoso, que cuantos hemos recibido tu gracia vivificadora nos gloriemos siempre del don que nos haces. Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟.: Amén.

RITO DE CONCLUSIÓN
 
BENDICIÓN FINAL
(Tiempo Ordinario I)
 
En este momento se hacen, si es necesario y con brevedad, los oportunos anuncios o advertencias al pueblo.
 
Después tiene lugar la despedida. El sacerdote extiende las manos hacia el pueblo y dice
Pres.: El Señor esté con ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.

Pres.: Que el Señor los bendiga y los guarde.
℟.: Amén.

Pres.: Que haga resplandecer su rostro sobre ustedes y les muestre su misericordia.
℟.: Amén.

Pres.: Que vuelva su mirada hacia ustedes y les conceda su paz.
℟.: Amén.

El sacerdote bendice al pueblo, diciendo:
Pres.: Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo  y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
℟.: Amén.
 
Luego el diácono, o el sacerdote, despide al pueblo con una de las fórmulas siguientes:
℣.: Pueden ir en paz.
℟.: Demos gracias a Dios.

Después el sacerdote se retira a la sacristía.

CANTO DE SALIDA
(Santa María del Camino)

MIENTRAS RECORRES LA VIDA, 
TÚ NUNCA SOLO ESTÁS,
CONTIGO POR EL CAMINO 
SANTA MARÍA VA.

//VEN CON NOSOTROS AL CAMINAR, 
SANTA MARÍA, VEN.//

AUNQUE TE DIGAN ALGUNOS 
QUE NADA PUEDE CAMBIAR,
LUCHA POR UN MUNDO NUEVO, 
LUCHA POR LA VERDAD. ℟.

SI POR EL MUNDO LOS HOMBRES 
SIN CONOCERSE VAN,
NO NIEGUES NUNCA TU MANO 
AL QUE CONTIGO VA. ℟.

AUNQUE PAREZCAN TUS PASOS 
INÚTIL CAMINAR,
TÚ VAS HACIENDO CAMINOS: 
OTROS LOS SEGUIRÁN. ℟.