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COMUNIDADE CATÓLICA DE MINECRAFT - A UMA DÉCADA A SERVIÇO DA IGREJA

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Periódico Litúrgico | Solemnidad de la Natividad del Señor - Misa de la Vigilia

      
 
SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR
MISA DE LA VIGILIA
24.12.2024 | 25.12.2024

Está permitido que la Misa de la Vigilia, y la Misa de la Noche Santa de Navidad, sea celebrada desde le día 23(Lunes), respectivamente a las 12h y 17h.

Esta misa se utiliza en la tarde del día 24 de diciembre, antes o después de las primeras Vísperas de Navidad.

RITOS INICIALES

CANTO DE ENTRADA
(Pastores venid)
 
Una vez reunido el pueblo, el sacerdote se dirige al altar con los ministros, durante el canto de entrada.

EN EL PORTAL DE BELÉN
HAY ESTRELLAS, SOL Y LUNA
LA VIRGEN Y SAN JOSÉ
Y EL NIÑO QUE ESTÁ EN LA CUNA.

//PASTORES, VENID
PASTORES, LLEGAD
ADORAD AL NIÑO
ADORAD AL NIÑO
QUE HA NACIDO YA//

ÁBREME TU PECHO, NIÑO
ÁBREME TU CORAZÓN
QUE HACE MUCHO FRÍO AFUERA
Y ALLÍ SOLO HALLO CALOR. ℟.

AL NIÑO MIRÓ LA VIRGEN
A LA VIRGEN, SAN JOSÉ
AL NIÑO MIRAN LOS DOS
Y SE SONRÍEN LOS TRES. ℟.

NO SÉ SI SERÁ EL AMOR
NO SÉ SI SERÁN MIS OJOS
MAS CADA VEZ QUE TE MIRO
ME PARECES MÁS HERMOSO. ℟.

ANTÍFONA DE ENTRADA
(Cf. Éx 16, 6-7)

Si no hay canto de entrada, se recita la antífona:
Esta noche sabrán que el Señor vendrá a salvarnos y por la mañana contemplarán su gloria.
 
Llegado al altar y habiendo hecho la debida reverencia, besarlo en señal de veneración y, si procede, inciensarlo. Luego todos van a las sillas.
 
Ante la asamblea reunida, al terminar el canto de entrada, el sacerdote dice:
Pres.: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
℟.: Amén
 
El sacerdote saluda al pueblo con una de las fórmulas siguientes:
Pres.: La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.
 
El sacerdote, diácono u otro ministro debidamente preparado podrá, en breves palabras, introducir a los fieles en la misa del día.
 
ACTO PENITENCIAL
 
Pres.: Hermanos: para celebrar dignamente estos sagrados misterios, reconozcamos nuestros pecados.

Se hace una breve pausa en silencio. Después, todos dicen en común la fórmula de la confesión general:
℟.: Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. 
Y, golpeándose el pecho, dicen: 
℟.: Por mi culpa, por mi culpa, por mí gran culpa. 
Luego, prosiguen: 
℟.: Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.
 
Sigue la absolución del sacerdote:
Pres.: Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
℟.: Amén.

Pres.: Señor, ten piedad.
℟.: Señor, ten piedad.

Pres.: Cristo, ten piedad.
℟.: Cristo, ten piedad.

Pres.: Señor, ten piedad.
℟.: Señor, ten piedad.
 
GLORIA
 
℟.: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo, Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros. Porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.
 
ORACION COLECTA
 
Acabado el himno, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Pres.: Oremos.
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos. Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración colecta:
Oh, Dios, que cada año nos alegras con la esperanza de nuestra redención, concede a quienes acogemos gozosos a tu Unigénito, Jesucristo Señor nuestro, como Redentor poder contemplarle sin temor cuando venga también como Juez. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. 
℟.: Amén.
 
LITURGIA DE LA PALABRA
 
PRIMERA LECTURA
(Is 62, 1-5)
 
Lector: Lectura del libro de Isaías.
Por amor de Sión no callaré,
por amor de Jerusalén no descansaré,
hasta que rompa la aurora de su justicia,
y su salvación llamee como antorcha.
Los pueblos verán tu justicia,
y los reyes tu gloria;
te pondrán un nombre nuevo,
pronunciado por la boca del Señor.
Serás corona fúlgida en la mano del Señor
y diadema real en la palma de tu Dios.
Ya no te llamarán «Abandonada»,
ni a tu tierra «Devastada»;
a ti te llamarán «Mi predilecta»,
y a tu tierra «Desposada»,
porque el Señor te prefiere a ti,
y tu tierra tendrá un esposo.
Como un joven se casa con una doncella,
así te desposan tus constructores.
Como se regocija el marido con su esposa,
se regocija tu Dios contigo.
Lector: Palabra de Dios.
℟.: Te alabamos, Señor.
 
SALMO RESPONSORIAL
(Sal 88)
 
℟. Cantaré eternamente las misericordias del Señor.

«Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades». ℟.
 
Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo. ℟.

Él me invocará: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora».
Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable. ℟.

SEGUNDA LECTURA
(Hch 13, 16-17. 22-25)
 
Lector: Lectura libro de los Hechos de los Apóstoles.
Cuando Pablo llegó a Antioquía de Pisidia, se puso en pie en la sinagoga y, haciendo seña con la mano de que se callaran, dijo:
«Israelitas y los que temen a Dios, escuchen:
El Dios de este pueblo, Israel, eligió a nuestros padres y multiplicó al pueblo cuando vivían como forasteros en Egipto. Los sacó de allí con brazo poderoso. Después les suscitó como rey a David, en favor del cual dio testimonio diciendo:
«Encontré a David, hijo de Jesé,
hombre conforme a mi corazón,
que cumplirá todos mis preceptos».
Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús.
Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión antes de que llegara Jesús; y, cuando Juan estaba para concluir el curso de su vida, decía:
«Yo no soy quien piensan, pero, miren, viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias de los pies»».
Lector: Palabra de Dios.
℟.: Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
 
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
 
MAÑANA QUEDARÁ BORRADA LA MALDAD DE LA TIERRA, 
Y REINARÁ SOBRE NOSOTROS EL SALVADOR DEL MUNDO.
 
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
 
Mientras tanto, el sacerdote, cuando se utiliza incienso, lo coloca en el incensario. El diácono, que proclamará el Evangelio, inclinándose profundamente ante el sacerdote, pide en voz baja la bendición:
℣.: Padre, dame tu bendición.

El sacerdote dice en voz baja:
Pres.:
 El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que anuncies dignamente su Evangelio; en el nombre del Padre, y del Hijo  y del Espíritu Santo.

El diácono hace la señal de la cruz y responde:
℣.:
 Amén.

Pero si no está presente el diácono, el sacerdote, inclinado ante el altar, dice en secreto:
Purifica mi corazón y mis labios, Dios todopoderoso, para que pueda anunciar dignamente tu santo Evangelio.
 
EVANGELIO
(Mt 1, 1-25 o mas breve 1, 18-25 [Mas breve entre corchetes])
 
Después el diácono (o el sacerdote) va al ambón, y dice:
℣.:
 
El Señor esté con ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.

El diácono (o el sacerdote), dice:
 Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
y, mientras tanto, hace la señal de la cruz sobre el libro y luego sobre sí mismo, en la frente, la boca y el pecho.
℟.:
 Gloria a ti, Señor.
 
Luego el diácono o el sacerdote, si procede, inciensa el libro y proclama el Evangelio.
℣.:
 
Libro del origen de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán.
Abrahán engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos. Judá engendró, de Tamar, a Fares y a Zará, Fares engendró a Esrón, Esrón engendró a Arán, Arán engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naasón, Naasón engendró a Salmón, Salmón engendró, de Rajab, a Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed engendró a Jesé, Jesé engendró a David, el rey. David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón, Salomón engendró a Roboán, Roboán engendró a Abías, Abías engendró a Asaf, Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Jorán, Jorán engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatán, Joatán engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés engendró a Amós, Amós engendró a Josías; Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando el destierro de Babilonia.
Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliaquín, Eliaquín engendró a Azor, Azor engendró a Sadoc, Sadoc engendró a Aquín, Aquín engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Matán, Matán engendró a Jacob; y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. Así, las generaciones desde Abrahán a David fueron en total catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta el Cristo, catorce.
[La generación de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta:
«Miren: la virgen concebirá y dará a luz un hijo
y le pondrán por nombre Enmanuel,
que significa “Dios-con-nosotros”».
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer.
Y sin haberla conocido, ella dio a luz un hijo al que puso por nombre Jesús.]
℣.:  Palabra del Señor.
℟.:  Gloria a ti, Señor Jesús.
 
Luego besa el libro, diciendo la oración en silencio.
 
HOMILÍA
 
Luego se pronuncia la homilía, que es responsabilidad del sacerdote o diácono; Es obligatorio todos los domingos y días festivos y también recomendado el resto de días.

CREDO
(Símbolo Niceno-constantinopolitano)
 
Acabada la homilía, se hace la profesión de fe
℟.: Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, 
En las palabras que siguen, hasta se hizo hombre, todos se arrodillan. 
y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pílato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reíno no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.

PLEGARIA UNIVERSAL
 
Pres.:
 Oremos ahora confiadamente al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, para que por medio del misterio del nacimiento de su Hijo, bendiga al mundo que celebra la llegada de Cristo a esta nuestra tierra.
℟.: Dios de amor, escúchanos.

1. Para que todos los cristianos del mundo, que formamos la única Iglesia de Jesucristo, y celebramos hoy con alegría el misterio de la Navidad, renazcamos a una vida nueva de justicia, amor y paz. Roguemos al Señor. ℟.

2. Para que nunca le falten a la Iglesia pastores santos que trabajen incansablemente por llevar a todos los hombres la luz de Dios, que hoy brilla en Belén y no callen en ningún momento la Buena Noticia ni descansen en el anuncio de Jesucristo. Roguemos al Señor.  ℟.

3. Para que Jesús, el Príncipe de la Paz, se manifieste a los poderosos de nuestro mundo, para que ejerzan su gobierno a favor de los más pobres, y así no pueda decirse que ninguna tierra esté abandonada ni devastada. Roguemos al Señor. ℟.

4. Para que el Señor conforte a los oprimidos, dé alimento a los pueblos que padecen hambre, y sostenga con su providencia a los que están solos, tristes, o deprimidos. Roguemos al Señor℟.

5.  Para que en todos y en cada uno de nosotros, y en nuestras familias, reunidas en estas fiestas, crezca la fe en Jesús, Hijo de Dios y Salvador nuestro. Roguemos al Señor. ℟.
 
Pres.: Te pedimos, Padre, que escuches nuestras oraciones, y ya que esta noche los pueblos verán tu justicia y los reyes, tu gloria, concédenos que tu Hijo renazca en nuestras vidas, y que nos enseñes a amar como Tú nos amas en Jesús hecho niño. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.
℟.: Amén.

LITURGIA EUCARÍSTICA
 
PRESENTACIÓN DE LOS DONES
(Recibe, oh Dios)
 
Terminado lo anterior, comienza el canto para el ofertorio. Mientras tanto, los ministros colocan sobre el altar el corporal, el purificador, el cáliz, la palia y el misal.

RECIBE, OH DIOS, EL PAN QUE TE OFRECEMOS.
LUEGO SERÁ EL CUERPO DE JESÚS.
TAMBIÉN ACEPTA NUESTROS SACRIFICIOS,
NUESTRA ORACIÓN Y NUESTRO CORAZÓN.

RECIBE, OH DIOS, EL VINO QUE OFRECEMOS.
LUEGO SERÁ LA SANGRE DE JESÚS.
TAMBIÉN ACEPTA NUESTROS SACRIFICIOS,
NUESTRA ORACIÓN Y NUESTRO CORAZÓN.

RECÍBELOS, SEÑOR, POR NUESTRAS FALTAS,
POR LOS QUE ESTÁN AQUÍ, JUNTO AL ALTAR,
POR LOS CRISTIANOS VIVOS Y DIFUNTOS,
POR TODO EL MUNDO, POR SU SALVACIÓN.

Conviene que los fieles expresen su participación en la ofrenda, bien sea llevando el pan y el vino para la celebración de la Eucaristía, bien presentando otros dones para las necesidades de la Iglesia o de los pobres. 
 
El sacerdote, de pie ante el altar, recibe la patena con el pan en las manos y, levantándola un poco por encima del altar, dice la oración en silencio. Luego coloca la patena con el pan sobre el corporal.
 
El diácono o sacerdote vierte vino y un poco de agua en el cáliz, orando en silencio.
 
Luego, el sacerdote recibe el cáliz en sus manos y, levantándolo un poco por encima del altar, dice la oración en silencio: luego, coloca el cáliz sobre el corporal.
 
Luego el sacerdote, profundamente inclinado, reza en silencio.
 
Y, si procede, inciensar las ofrendas, la cruz y el altar. Después, el diácono u otro ministro inciensa al sacerdote y al pueblo.
 
Luego, el sacerdote, de pie junto al altar, se lava las manos y dice la oración en silencio.
 
El sacerdote, de pie en el centro del altar, dice:
Pres.: Oren, hermanos, para que, trayendo al altar los gozos y las fatigas de cada día, nos dispongamos a ofrecer el sacrificio agradable a Dios, Padre todopoderoso.
℟.: El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
 
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
 
Luego el sacerdote dice la oración sobre las ofrendas:
Pres.: Concédenos, Señor, iniciar con fervor la celebración de esta solemnidad del mismo modo que manifiestas en ella el comienzo de nuestra redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟.: Amén.
 
PREFACIO NAVIDAD I
(Cristo es luz)
 
El sacerdote comienza la plegaria eucarística con el prefacio. Dice:
Pres.: 
El Señor esté con ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.

El sacerdote prosigue:
Pres.: Levantemos el corazón.
℟.: Lo tenemos levantado hacia el Señor.

El sacerdote añade:
Pres.: 
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
℟.: Es justo y necesario.

El sacerdote prosigue el prefacio.
Pres.: 
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. 
Porque gracias al misterio de la Palabra hecha carne, la luz de tu gloria brilló ante nuestros ojos con nuevo resplandor para que conociendo a Dios visiblemente, él nos lleve al amor de lo invisible. 
Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
 
En unión con el pueblo, concluye el prefacio, cantando o diciendo en voz alta:
℟.:
 Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.
 
PLEGARIA EUCARÍSTICA III
 
El sacerdote dice:
Pres.:
 SANTO eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus criaturas, ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso.
 
Pres.: Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera que sean Cuerpo  y Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que nos mandó celebrar estos misterios.
 
El relato de la institución de la Eucaristía debe darse de forma clara y audible, como lo exige su naturaleza.
Pres.: Porque el mismo, la noche en que iba a ser entregado,
Toma el pan y, manteniéndolo un poco elevado sobre el altar, continúa:
tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos.

Muestra al pueblo la hostia consagrada, la coloca en la patena y hace una genuflexión en adoración.
 
El sacerdote prosigue:
Pres.:  Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz,
Toma el cáliz en sus manos y, manteniéndolo ligeramente elevado sobre el altar, continúa:
y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos.

Muestra el cáliz al pueblo, la coloca sobre su cuerpo y hace una genuflexión en adoración.
 
El sacerdote prosigue:
Pres.: Éste es el Misterio de la fe, Cristo se entregó por nosotros.
℟.: Salvador del mundo, sálvanos, que nos has liberado por tu cruz y resurrección.
 
Después, el sacerdote, con las manos extendidas dice:
Pres.: Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección, y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.
 
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la Víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.
 
1C: Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con Maria, la Virgen, Madre de Dios, los apóstoles y los mártires, y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.
 
2C: Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor, el Papa Juan Pablo, a nuestro Obispo N., al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti.
 
Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia, en la noche santa en que la Virgen María dio a luz al Salvador del mundo. Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo.

A nuestros hermanos difuntos, y a cuantos murieron en tu amistad, recíbelos en tu Reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
 
Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:
Pres.:
 Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:
℟.: Amén.

RITO DE COMUNIÓN
 
Una vez que ha dejado el cáliz y la patena, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Pres.: 
Llenos de alegría por ser hijos de Dios, digamos confiadamente la oración que Cristo nos enseñó:

Junto con el pueblo, continúa:
℟.:
 Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal

El sacerdote prosigue él solo:
Pres.: Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
El pueblo concluye la oración, aclamando:
℟.:
 Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.

Después el sacerdote dice en voz alta:
Pres.:
 Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.
El sacerdote junta sus manos y concluye:
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
℟.: Amén.

El sacerdote añade:
Pres.: La paz del Señor esté siempre con ustedes
℟.: Y con tu espíritu.

Luego, si se juzga oportuno, el diácono, o el sacerdote, añade: 
℣.: Como hijos de Dios, intercambien ahora un signo de comunión fraterna.

Y cada uno, según la costumbre del lugar, se manifiesta entre sí paz, comunión y caridad; el sacerdote da la paz al diácono y a los demás ministros.
 
Luego, el sacerdote parte el pan consagrado sobre la patena y coloca un trozo en el cáliz, orando en silencio.
 
Se canta o se dice:
℟.:  Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.
 
El sacerdote hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la patena, lo muestra al pueblo, diciendo:
Pres.: 
Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
℟.: Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
 
COMUNIÓN
(Venid fieles todos)
 
Después de comulgar, el sacerdote se acerca a los que quieren comulgar y les presenta el pan consagrado, diciendo a cada uno de ellos:
℣.:
 
El Cuerpo de Cristo.
El que va a comulgar responde:
℟.: Amén.
 
Si se comulga bajo las dos especies, se observa el rito descrito en el misal de altar. Cuando el sacerdote comulga el Cuerpo de Cristo, comienza el canto de comunión.

VENID, FIELES TODOS, 
A BELÉN MARCHEMOS
DE GOZO TRIUNFANTES, 
Y LLENOS DE AMOR;
AL REY DE LOS CIELOS 
HUMILDE VEREMOS;

VENID Y ADOREMOS, 
VENID Y ADOREMOS,
VENID Y ADOREMOS 
A CRISTO EL SEÑOR.

EN POBRE PESEBRE
YACE RECLINADO,
AL HOMBRE OFRECIENDO
ETERNA SALVACIÓN,
EL SANTO MESÍAS,
EL VERBO HUMANADO; ℟.

CANTAD JUBILOSAS, 
CÉLICAS CRIATURAS;
RESUENEN LOS CIELOS 
CON VUESTRA CANCIÓN:
¡AL DIOS BONDADOSO, 
GLORIA EN LAS ALTURAS;  ℟.

ANTÍFONA DE COMUNIÓN
(Cf. Is 40, 5)

Si no hay canto de comunión, se recita la antífona: 
℣.:
 Se revelará la gloria del Señor, y todos los hombres juntos verán la salvación de nuestro Dios.

Después, el sacerdote puede ir a la sede. Si se juzga oportuno, se pueden guardar unos momentos de silencio o cantar un salmo o cántico de alabanza.
 
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos, a no ser que este silencio ya se haya hecho antes.
 
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
 
Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración después de la comunión.
Pres.: 
Oremos.
El sacerdote, con los brazos abiertos, dice la oración:
Al conmemorar el nacimiento de tu Hijo Unigénito concédenos, Señor, ser fortalecidos por el sacramento celestial que hemos comido y bebido. Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟.: Amén.

RITO DE CONCLUSIÓN
 
BENDICIÓN FINAL
(Tiempo de Navidad)
 
En este momento se hacen, si es necesario y con brevedad, los oportunos anuncios o advertencias al pueblo.
 
Después tiene lugar la despedida. El sacerdote extiende las manos hacia el pueblo y dice
Pres.: El Señor esté con ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.

Pres.: Que Dios, cuya infinita bondad disipó las tinieblas del mundo con la encarnación de su Hijo e iluminó esta noche santísima con su nacimiento glorioso, aleje de ustedes las tinieblas del pecado e ilumine sus corazones con el esplendor de las virtudes.
℟.: Amén.

Pres.: Que el mismo que encomendó a sus ángeles anunciar a los pastores el gran gozo del nacimiento del Salvador, llene los corazones de ustedes de su alegría y los haga mensajeros del Evangelio.
℟.: Amén.

Pres.: Y que Aquel que, por la encamación de su Hijo, unió la tierra con el cielo, los colme de su paz y de buena voluntad y les conceda participar un día de la Iglesia celestial.
℟.: Amén.

El sacerdote bendice al pueblo, diciendo:
Pres.:
 Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo  y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
℟.: Amén.
 
Luego el diácono, o el sacerdote, despide al pueblo con una de las fórmulas siguientes:
℣.:
 Glorifiquen al Señor con su vida. Pueden ir en paz.
℟.: Demos gracias a Dios.

Después el sacerdote se retira a la sacristía.

CANTO DE SALIDA
(María de Nazareth)

MARÍA DE NAZARET
MARÍA ME CAUTIVÓ
HIZO MÁS FUERTE MI FE
Y POR HIJO ME ADOPTÓ

A VECES CUANDO ME PONGO A REZAR
EN MIS PENSAMIENTOS VUELVO A SOÑAR
Y CON SENTIMIENTO EMPIEZO A CANTAR:
MARÍA DE NAZARET.

LA VIRGEN A QUIEN DIOS PADRE ELIGIÓ
POR MADRE DEL HIJO SANTO DE DIOS,
MARÍA QUE NOS CONDUCE AL AMOR
MARÍA DE MI SEÑOR.

AVE MARÍA
AVE MARÍA
AVE MARÍA
MADRE DE DIOS

MARÍA DEL AMOR FIEL
MARÍA DEL PURO AMOR
MARÍA, YO TE AMO BIEN
OH, MADRE DE MI SEÑOR

MUJER QUE TRAJISTE EL DON DE LA PAZ,
DE TODOS LOS HOMBRES MADRE SERÁS,
EN NUESTRO CAMINO SIEMPRE ESTARÁS
LLEVÁNDONOS A JESÚS.

MARÍA QUE VIO A JESÚS CAMINAR,
MARÍA QUE TE HA ENSEÑADO A HABLAR,
MARÍA LA QUE SABÍA ESCUCHAR,
MARÍA DE NAZARET. ℟.