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COMUNIDADE CATÓLICA DE MINECRAFT - A UMA DÉCADA A SERVIÇO DA IGREJA

COMUNIDADE CATÓLICA DE MINECRAFT - A UMA DÉCADA A SERVIÇO DA IGREJA

Periódico Litúrgico | XXX Domingo del Tiempo Ordinario

  

XXX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO 

27.10.2024
 
RITOS INICIALES
 
CANTO DE ENTRADA
(Si vienes conmigo)
 
Una vez reunido el pueblo, el sacerdote se dirige al altar con los ministros, durante el canto de entrada.

//SI VIENES CONMIGO Y ALIENTAS MI FE
SI ESTÁS A MI LADO,  ¿A QUIÉN TEMERÉ?//

A NADA TENGO MIEDO, A NADIE HE TE TEMER,
SEÑOR SI ME PROTEGEN TU AMOR Y TU PODER.
ME LLEVAS DE LA MANO, ME OFRECES TODO BIEN;
SEÑOR, TÚ ME LEVANTAS SI VUELVO A CAER. ℟.

­QUÉ LARGO MI CAMINO! ­QUÉ HONDO MI DOLOR!
NI UN ÁRBOL ME DA SOMBRA, NO ESCUCHO UNA CANCIÓN.
¨SERÁ QUE A NADIE PUEDO MIRAR NI SONREÍR?
SEÑOR, TÚ SOLO QUEDAS, TÚ SÓLO JUNTO A MÍ. ℟.

EN COSAS QUE SE MUEREN YO PUSE EL CORAZÓN.
FUE TIERRA MI TESORO, FUE VANA MI ILUSIÓN.
EN COSAS QUE SE MUEREN ME VOY MURIENDO YO.
TÚ SÓLO VIVES SIEMPRE, TÚ SÓLO MI SEÑOR. ℟.

ANTÍFONA DE ENTRADA
(Sal 104, 3-4)

Si no hay canto de entrada, se recita la antífona:
Que se alegren los que buscan al Señor. Recurran al Señor y a su poder, busquen continuamente su rostro.
 
Llegado al altar y habiendo hecho la debida reverencia, besarlo en señal de veneración y, si procede, inciensarlo. Luego todos van a las sillas.
 
Ante la asamblea reunida, al terminar el canto de entrada, el sacerdote dice:
Pres.: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
℟.: Amén
 
El sacerdote saluda al pueblo con una de las fórmulas siguientes:
Pres.: La paz, la caridad y la fe, de parte de Dios Padre, y de Jesucristo, el Señor, estén con todos ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.
 
El sacerdote, diácono u otro ministro debidamente preparado podrá, en breves palabras, introducir a los fieles en la misa del día.
 
ACTO PENITENCIAL
 
Pres.: En el día en que celebramos la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte, reconozcamos que estamos necesitados de la misericordia del Padre para morir al pecado y resucitar a la vida nueva. 

Se hace una breve pausa en silencio. Después, todos dicen en común la fórmula de la confesión general:
℟.: Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. 
Y, golpeándose el pecho, dicen: 
℟.: Por mi culpa, por mi culpa, por mí gran culpa. 
Luego, prosiguen: 
℟.: Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.
 
Sigue la absolución del sacerdote:
Pres.: Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
℟.: Amén.

Pres.: Señor, ten piedad.
℟.: Señor, ten piedad.

Pres.: Cristo, ten piedad.
℟.: Cristo, ten piedad.

Pres.: Señor, ten piedad.
℟.: Señor, ten piedad.
 
GLORIA
 
℟.: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo, Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros. Porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.
 
ORACION COLECTA
 
Acabado el himno, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Pres.: Oremos.
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos. Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración colecta:
Dios todopoderoso y eterno, aumenta nuestra fe, esperanza y caridad, y, para que merezcamos conseguir lo que prometes, concédenos amar tus preceptos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. 
℟.: Amén.
 
LITURGIA DE LA PALABRA
 
PRIMERA LECTURA
(Jr 31,7-9)
 
Lector: Lectura del libro de Jeremías.
Esto dice el Señor:
«Griten de alegría por Jacob,
regocíjense por la flor de los pueblos;
proclamen, alaben y digan:
"¡El Señor ha salvado a su pueblo,
ha salvado al resto de Israel!".
Los traeré del país del norte,
los reuniré de los confines de la tierra.
Entre ellos habrá ciegos y cojos,
lo mismo preñadas que paridas:
volverá una enorme multitud.
Vendrán todos llorando
y yo los guiaré entre consuelos;
los llevaré a torrentes de agua,
por camino llano, sin tropiezos.
Seré un padre para Israel,
Efraín será mi primogénito».
Lector: Palabra de Dios.
℟.: Te alabamos, Señor.
 
SALMO RESPONSORIAL
(Sal 126 (125))
 
℟. El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sion,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares. ℟.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos».
El Señor ha estado grande con nosotros,
Y estamos alegres. ℟.

Recoge, Señor, a nuestros cautivos
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares. ℟.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas. ℟.
 
SEGUNDA LECTURA
(Hb 5, 1-6)
 
Lector: Lectura de la carta a los Hebreos.
Todo sumo sacerdote, escogido de entre los hombres, está puesto para representar a los hombres en el culto a Dios: para ofrecer dones y sacrificios por los pecados.
Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, porque también él está sujeto a debilidad.
A causa de ella, tiene que ofrecer sacrificios por sus propios pecados, como por los del pueblo.
Nadie puede arrogarse este honor sino el que es llamado por Dios, como en el caso de Aarón.
Tampoco Cristo se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote, sino que la recibió de aquel que le dijo: «Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy»; o, como dice en otro pasaje: «Tú eres sacerdote para siempre según el rito de Melquisedec».
Lector: Palabra de Dios.
℟.: Te alabamos, Señor.
 
 
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
 
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
 
NUESTRO SALVADOR, CRISTO JESÚS, DESTRUYÓ LA MUERTE, E HIZO BRILLAR LA VIDA POR MEDIO DEL EVANGELIO.
 
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
 
Mientras tanto, el sacerdote, cuando se utiliza incienso, lo coloca en el incensario. El diácono, que proclamará el Evangelio, inclinándose profundamente ante el sacerdote, pide en voz baja la bendición:
℣.: Padre, dame tu bendición.

El sacerdote dice en voz baja:
Pres.: El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que anuncies dignamente su Evangelio; en el nombre del Padre, y del Hijo  y del Espíritu Santo.

El diácono hace la señal de la cruz y responde:
℣.: Amén.

Pero si no está presente el diácono, el sacerdote, inclinado ante el altar, dice en secreto:
Purifica mi corazón y mis labios, Dios todopoderoso, para que pueda anunciar dignamente tu santo Evangelio.
 
EVANGELIO
(Mc 10, 46-52)
 
Después el diácono (o el sacerdote) va al ambón, y dice:
℣.: El Señor esté con ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.

El diácono (o el sacerdote), dice:
✠ Lectura del santo Evangelio según san Marcos.
y, mientras tanto, hace la señal de la cruz sobre el libro y luego sobre sí mismo, en la frente, la boca y el pecho.
℟.: Gloria a ti, Señor.
 
Luego el diácono o el sacerdote, si procede, inciensa el libro y proclama el Evangelio.
℣.: 
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, un mendigo ciego, Bartimeo (el hijo de Timeo), estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar:
«Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí».
Muchos lo increpaban para que se callara. Pero él gritaba más:
«Hijo de David, ten compasión de mí».
Jesús se detuvo y dijo:
«Llámenlo».
Llamaron al ciego, diciéndole:
«Ánimo, levántate, que te llama».
Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
Jesús le dijo:
«¿Qué quieres que te haga?».
El ciego le contestó:
«"Rabbuní", que recobre la vista».
Jesús le dijo:
«Anda, tu fe te ha salvado».
Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
℣.:  Palabra del Señor.
℟.:  Gloria a ti, Señor Jesús.
 
Luego besa el libro, diciendo la oración en silencio.
 
HOMILÍA
 
Luego se pronuncia la homilía, que es responsabilidad del sacerdote o diácono; Es obligatorio todos los domingos y días festivos y también recomendado el resto de días.
 
CREDO
(Símbolo Niceno-constantinopolitano)
 
Acabada la homilía, se hace la profesión de fe
 
℟.: Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, 
En las palabras que siguen, hasta se hizo hombre, todos se inclinan. 
y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pílato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reíno no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.
 
PLEGARIA UNIVERSAL
 
Pres.: Hermanos, dirijamos nuestras súplicas a Dios nuestro Padre, confiados en que siempre escucha nuestras necesidades y digámosle:
℟.: Padre bueno, escúchanos. 
 
1.  Por la Iglesia, para que todos los días, con el trabajo de sus ministros, busque ayudar y acompañar a aquellos que desfallecen en la fe. Oremos. ℟.
 
2. Por los gobernantes y líderes sociales, para que, trabajando juntos, puedan realizar políticas de equidad, unidad y paz, para cada una de sus comunidades. Oremos. ℟.
 
3. Por todos aquellos que no creen en Cristo, para que, con nuestro ejemplo cristiano, puedan tener un encuentro vivo y cercano con Jesús Resucitado. Oremos. ℟.
 
4. Por todos aquellos que caminan por las sendas de la duda, del pecado, de la violencia o del mal, alejados de Dios, para que, el buen testimonio de los cristianos, sea para ellos un llamado para ir a Dios, en quien resplandece la luz de la verdad para todos los hombres. Oremos. 
℟.

5. Por todos nosotros reunidos en nombre del Señor, para que cada día, con nuestra vida, anunciemos la obra salvadora de Dios, viviendo en la unidad y la concordia. Oremos.  ℟.
 
Pres.: Dios Padre, escucha las súplicas que con humildad te hemos pedido y todas aquellas que quedan en lo profundo de nuestro corazón, te las presentamos por Jesucristo, nuestro Señor.
℟.: Amén.
 
LITURGIA EUCARÍSTICA
 
PRESENTACIÓN DE LOS DONES
(Te presentamos)
 
Terminado lo anterior, comienza el canto para el ofertorio. Mientras tanto, los ministros colocan sobre el altar el corporal, el purificador, el cáliz, la palia y el misal.

TE PRESENTAMOS EL VINO Y EL PAN
BENDITO SEAS POR SIEMPRE SEÑOR.

BENDITO SEAS SEÑOR
POR ESTE PAN QUE NOS DISTE
FRUTO DE LA TIERRA Y DEL TRABAJO DE LOS HOMBRES. ℟.

BENDITO SEAS SEÑOR
EL VINO TÚ NOS LO DISTE
FRUTO DE LA TIERRA Y DEL TRABAJO DE LOS HOMBRES. ℟.

Conviene que los fieles expresen su participación en la ofrenda, bien sea llevando el pan y el vino para la celebración de la Eucaristía, bien presentando otros dones para las necesidades de la Iglesia o de los pobres. 
 
El sacerdote, de pie ante el altar, recibe la patena con el pan en las manos y, levantándola un poco por encima del altar, dice la oración en silencio. Luego coloca la patena con el pan sobre el corporal.
 
El diácono o sacerdote vierte vino y un poco de agua en el cáliz, orando en silencio.
 
Luego, el sacerdote recibe el cáliz en sus manos y, levantándolo un poco por encima del altar, dice la oración en silencio: luego, coloca el cáliz sobre el corporal.
 
Luego el sacerdote, profundamente inclinado, reza en silencio.
 
Y, si procede, inciensar las ofrendas, la cruz y el altar. Después, el diácono u otro ministro inciensa al sacerdote y al pueblo.
 
Luego, el sacerdote, de pie junto al altar, se lava las manos y dice la oración en silencio.
 
El sacerdote, de pie en el centro del altar, dice:
Pres.: Oren, hermanos, para que, trayendo al altar los gozos y las fatigas de cada día, nos dispongamos a ofrecer el sacrificio agradable a Dios, Padre todopoderoso.
℟.: El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
 
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
 
Luego el sacerdote dice la oración sobre las ofrendas:
Pres.: Mira, Señor, los dones que ofrecemos a tu majestad, para que redunde en tu mayor gloria cuanto se cumple con nuestro ministerio. Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟.: Amén.
 
PREFACIO 
(Jesús, camino hacia el Padre)
 
El sacerdote comienza la plegaria eucarística con el prefacio. Dice:
Pres.: El Señor esté con ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.

El sacerdote prosigue:
Pres.: Levantemos el corazón.
R.: Lo tenemos levantado hacia el Señor.

El sacerdote añade:
Pres.: Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
℟.: Es justo y necesario.

El sacerdote prosigue el prefacio.
Pres.: En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Padre santo, Señor del cielo y de la tierra, por Cristo, Señor nuestro,
Porque creaste el mundo por medio de tu Palabra y lo gobiernas todo con justicia. Nos diste como mediador a tu Hijo, hecho carne, que nos comunicó tus palabras y nos llamó para que lo siguiéramos; él es el camino que nos conduce a ti, la verdad que nos hace libres, la vida que nos colma de alegría.
Por medio de tu Hijo reúnes en una sola familia a los hombres, creados para gloria de tu nombre, redimidos por su sangre en la cruz y marcados con el sello del Espíritu.
Por eso, ahora y siempre, con todos los ángeles proclamamos tu gloria, aclamándote llenos de alegría:
 
En unión con el pueblo, concluye el prefacio, cantando o diciendo en voz alta:
℟.:  Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.
 
PLEGARIA EUCARÍSTICA PARA DIVERSAS CIRCUNSTANCIAS III
 
El sacerdote dice:
Pres.: SANTO eres en verdad y digno de gloria, Dios que amas a los hombres, que siempre estás con ellos en el camino de la vida. Bendito es, en verdad, tu Hijo, que está presente en medio de nosotros cuando somos congregados por su amor, y como hizo en otro tiempo con sus discípulos, nos explica las Escrituras y parte para nosotros el pan.
 
Pres.: Por eso te rogamos, Padre misericordioso, que envíes tu Espíritu Santo para que santifique estos dones de pan y vino, de manera que se conviertan para nosotros en el Cuerpo y  la Sangre de Jesucristo, nuestro Señor.
 
El relato de la institución de la Eucaristía debe darse de forma clara y audible, como lo exige su naturaleza.
Pres.: Él mismo, la víspera de su Pasión, en la noche de la Última Cena,

Toma el pan y, manteniéndolo un poco elevado sobre el altar, continúa:
tomó pan, te bendijo, lo partió y se lo dio a sus discípulos.

Muestra al pueblo la hostia consagrada, la coloca en la patena y hace una genuflexión en adoración.
 
El sacerdote prosigue:
Pres.:  Del mismo modo, acabada la cena,

Toma el cáliz en sus manos y, manteniéndolo ligeramente elevado sobre el altar, continúa:
tomó el cáliz, te dio gracias y lo pasó a sus discípulos.

Muestra el cáliz al pueblo, la coloca sobre su cuerpo y hace una genuflexión en adoración.
 
El sacerdote prosigue:
Pres.: Éste es el Sacramento de nuestra fe.
℟.: Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
 
Después, el sacerdote, con las manos extendidas dice:
Pres.: Por eso, Padre Santo, al celebrar el memorial de Cristo, tu Hijo, nuestro Salvador, a quien por su pasión y muerte en cruz llevaste a la gloria de la resurrección y lo sentaste a tu derecha, anunciamos la obra de tu amor, hasta que él venga, y te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de bendición.

Mira con bondad la ofrenda de tu Iglesia, en la que se hace presente el sacrificio pascual de Cristo que se nos ha confiado, y concédenos, por la fuerza del Espíritu de tu amor, ser contados ahora y por siempre entre en número de los miembros de tu Hijo, cuyo Cuerpo y Sangre comulgamos.
 
1C: Vivifícanos con tu Espíritu, Padre omnipotente, por la participación en estos misterios, y haz que nos configuremos a imagen de Jesús; consolídanos en el vínculo de la comunión con nuestro Papa Juan Pablo VI, y nuestro Obispo N., con los demás obispos, presbíteros y diáconos, y con todo tu pueblo.

Haz que los fieles de la Iglesia sepan discernir los signos de los tiempos a la luz de la fe y se consagren plenamente al servicio del Evangelio. Concédenos estar atentos a las necesidades de todos los hombres para que participando en sus penas y angustias, en sus alegrías y esperanzas, les mostremos fielmente el camino de la salvación, y con ellos avancemos en el camino de tu reino.
 
2C: Acuérdate de nuestros hermanos (N. y N.), que se durmieron en la paz de Cristo y de todos los difuntos, cuya fe sólo tú conociste: admítelos a contemplar la luz de tu rostro y dales la plenitud de la vida en la resurrección.

Y, terminada nuestra peregrinación por este mundo, concédenos, también, llegar a la morada eterna donde viviremos siempre contigo y allí, con santa María, la Virgen Madre de Dios, con los apóstoles y los mártires, y en comunión con todos los santos, te alabaremos y te glorificaremos por Jesucristo, Señor nuestro
 
Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:
Pres.: Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.

El pueblo aclama:
℟.: Amén.
 
RITO DE COMUNIÓN
 
Una vez que ha dejado el cáliz y la patena, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Pres.: Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:

Junto con el pueblo, continúa:
℟.: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal

El sacerdote prosigue él solo:
Pres.: Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
El pueblo concluye la oración, aclamando:
℟.: Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.

Después el sacerdote dice en voz alta:
Pres.: Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.
El sacerdote junta sus manos y concluye:
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
℟.: Amén.

El sacerdote añade:
Pres.: La paz del Señor esté siempre con ustedes
℟.: Y con tu espíritu.

Luego, si se juzga oportuno, el diácono, o el sacerdote, añade: 
℣.En el Espíritu de Cristo resucitado, dense fraternalmente la paz.

Y cada uno, según la costumbre del lugar, se manifiesta entre sí paz, comunión y caridad; el sacerdote da la paz al diácono y a los demás ministros.
 
Luego, el sacerdote parte el pan consagrado sobre la patena y coloca un trozo en el cáliz, orando en silencio.
 
Se canta o se dice:
℟.:  Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.
 
El sacerdote hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la patena, lo muestra al pueblo, diciendo:
Pres.:Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
℟.: Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
 
COMUNIÓN
(Acerquemonos todos al Altar)
 
Después de comulgar, el sacerdote se acerca a los que quieren comulgar y les presenta el pan consagrado, diciendo a cada uno de ellos:
℣.: El Cuerpo de Cristo.
El que va a comulgar responde:
℟.: Amén.
 
Si se comulga bajo las dos especies, se observa el rito descrito en el misal de altar. Cuando el sacerdote comulga el Cuerpo de Cristo, comienza el canto de comunión.

ACERQUÉMONOS TODOS AL ALTAR
QUE ES LA MESA FRATERNA DEL AMOR,
PUES SIEMPRE QUE COMEMOS DE ESTE PAN
RECORDAMOS LA PASCUA DEL SEÑOR.

LOS HEBREOS, EN MEDIO DEL DESIERTO, COMIERON EL MANÁ,
NOSOTROS, PEREGRINOS DE LA VIDA, COMEMOS ESTE PAN;
LOS PRIMEROS CRISTIANOS OFRECIERON SU CUERPO COMO TRIGO;
NOSOTROS, ACOSADOS POR LA MUERTE, BEBEMOS ESTE VINO. ℟.

COMO CRISTO HECHO PAN DE CADA DÍA, SE OFRECE EN EL ALTAR
NOSOTROS ENTREGADOS AL HERMANO COMEMOS DE ESTE PAN;
COMO EL CUERPO DE CRISTO ES UNO SOLO POR TODOS OFRECIDOS
NOSOTROS OLVIDANDO DIVISIONES BEBEMOS ESTE VINO. ℟.

COMO CIEGOS EN BUSCA DE LA AURORA, DOLIENTES TRAS LA PAZ
BUSCANDO TIERRA NUEVA Y CIELOS NUEVOS, COMAMOS ESTE PAN.
ACERQUÉMONOS TODOS LOS CANSADOS, PORQUE EL ES NUESTRO ALIVIO
Y SIEMPRE QUE EL DESIERTO NOS AGOBIE, BEBAMOS ESTE VINO. ℟.


ANTÍFONA DE COMUNIÓN
(Cf. Sal 19, 6 o Cf. Ef 5, 2)

Si no hay canto de comunión, se recita la antífona: 
℣.: Que nos alegremos en tu salvación y glorifiquemos el nombre de nuestro Dios.
O bien:
℣.: Cristo nos amó y se entregó por nosotros como oblación de suave olor.

Después, el sacerdote puede ir a la sede. Si se juzga oportuno, se pueden guardar unos momentos de silencio o cantar un salmo o cántico de alabanza.
 
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos, a no ser que este silencio ya se haya hecho antes
 
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
 
Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración después de la comunión.
Pres.: Oremos.
El sacerdote, con los brazos abiertos, dice la oración:
Que tus sacramentos, Señor, efectúen en nosotros lo que expresan, para que obtengamos en la realidad lo que celebramos ahora sacramentalmente. Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟.: Amén.

 
RITO DE CONCLUSIÓN
 
BENDICIÓN FINAL
(Oración sobre el pueblo N°19)
 
En este momento se hacen, si es necesario y con brevedad, los oportunos anuncios o advertencias al pueblo.
 
Después tiene lugar la despedida. El sacerdote extiende las manos hacia el pueblo y dice
Pres.: El Señor esté con ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.

Pres.: Dios y Padre nuestro, escucha a los que te suplican y defiende bondadoso a los que ponen su esperanza en tu misericordia, para que tus fieles perseveren en el camino de la santidad y, consiguiendo lo necesario para su vida temporal, lleguen a ser herederos para siempre de tu promesa. Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟.: Amén.

El sacerdote bendice al pueblo, diciendo:
Pres.: Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo  y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
℟.: Amén.
 
Luego el diácono, o el sacerdote, despide al pueblo con una de las fórmulas siguientes:
℣.: Glorifiquen al Señor con su vida. Pueden ir en paz.
℟.: Demos gracias a Dios.

Después el sacerdote se retira a la sacristía.

CANTO DE SALIDA
(Virgen de Nazareth)

//VIRGEN DE NAZARETH, 
COMPAÑERA DE LOS HOMBRES//
//ESPERANZA DE UNA TIERRA QUE GRITA 
Y CLAMA LIBERACIÓN//

TÚ YA SABES, MADRE NUESTRA, 
QUE ESTE PUEBLO SUFRE MUCHO, 
PORQUE NO HAY PLATA PARA VIVIR; 
MIENTRAS OTROS, UNOS POCOS, 
SON LOS DUEÑOS DEL DINERO, 
DE NUESTRAS TIERRAS, Y DEL PAÍS. ℟.

TÚ YA SABES, MADRE NUESTRA, 
QUE ESTE PUEBLO VIVE HERIDO 
POR LA INJUSTICIA Y LA AMBICIÓN; 
HOY VENIMOS A PEDIRTE, 
QUE PODAMOS VER MUY PRONTO 
UN MUNDO LIBRE DE LA OPRESIÓN. ℟.

TU YA SABES, MADRE NUESTRA, 
QUE MIRAMOS HACIA EL CIELO, 
BUSCANDO ALLÍ NUESTRA SOLUCIÓN; 
HOY TE VEMOS EN LA TIERRA, 
EN LA GENTE DE ESTE PUEBLO, 
QUE LUCHA CONTRA LA EXPLOTACIÓN. ℟.