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COMUNIDADE CATÓLICA DE MINECRAFT - A UMA DÉCADA A SERVIÇO DA IGREJA

COMUNIDADE CATÓLICA DE MINECRAFT - A UMA DÉCADA A SERVIÇO DA IGREJA

Periódico Litúrgico | XXIV Domingo del Tiempo Ordinario


 XXIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
 
15.09.2024
 
RITOS INICIALES
 
CANTO DE ENTRADA
(Vienen con alegría)
 
Una vez reunido el pueblo, el sacerdote se dirige al altar con los ministros, durante el canto de entrada.

VIENEN CON ALEGRÍA, SEÑOR
CANTANDO VIENEN CON ALEGRÍA, SEÑOR
//LOS QUE CAMINAN POR LA VIDA, SEÑOR
SEMBRANDO TU PAZ Y AMOR.//
 
VIENEN TRAYENDO LA ESPERANZA
A UN MUNDO CARGADO DE ANSIEDAD
A UN MUNDO QUE BUSCA Y QUE NO ALCANZA
CAMINOS DE AMOR Y DE AMISTAD. R.

VIENEN TRAYENDO ENTRE SUS MANOS
ESFUERZOS DE HERMANOS POR LA PAZ
DESEOS DE UN MUNDO MÁS HUMANO
QUE NACEN DEL BIEN Y LA VERDAD. R.

CUANDO EL ODIO Y LA VIOLENCIA
ANIDEN EN NUESTRO CORAZÓN
EL MUNDO SABRÁ QUE POR HERENCIA
LE AGUARDAN LA TRISTEZA Y EL DOLOR. R.

 
ANTÍFONA DE ENTRADA
(Cf. Eclo 36, 15)

Si no hay canto de entrada, se recita la antífona:
V.: Señor, da la paz a los que esperan en ti, y saca veraces a tus profetas, escucha la súplica de tus siervos y de tu pueblo Israel.
 
Llegado al altar y habiendo hecho la debida reverencia, besarlo en señal de veneración y, si procede, inciensarlo. Luego todos van a las sillas.
 
Ante la asamblea reunida, al terminar el canto de entrada, el sacerdote dice:
Pres.: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
R.: Amén
 
El sacerdote saluda al pueblo con una de las fórmulas siguientes:
Pres.: El Señor, que dirige nuestros corazones para que amemos a Dios, esté con todos ustedes.
R.: Y con tu espíritu.
 
El sacerdote, diácono u otro ministro debidamente preparado podrá, en breves palabras, introducir a los fieles en la misa del día.
 
ACTO PENITENCIAL
 
Pres.: El Señor ha dicho: El que esté sin pecado, que tire la primera piedra. Reconociendo con humildad que somos pecadores, pidamos a Dios, desde lo más íntimo de nuestro corazón, que nos perdone.

Se hace una breve pausa en silencio. Después, el sacerdote dice:
Pres.:  Señor, ten misericordia de nosotros.
R.:  Porque hemos pecado contra ti. 

El sacerdote prosigue:
Pres.:  Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R.:  Y danos tu salvación.
 
El sacerdote concluye con la siguiente plegaria:
Pres.: Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R.: Amén.
 
Pres.: Señor, ten piedad.
R.: Señor, ten piedad.

Pres.: Cristo, ten piedad.
R.: Cristo, ten piedad.

Pres.: Señor, ten piedad.
R.: Señor, ten piedad.
 
GLORIA
 
R.: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo, Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros. Porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.
 
ORACION COLECTA
 
Acabado el himno, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Pres.: Oremos.
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos. Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración colecta:
Míranos, oh, Dios, creador y guía de todas las cosas, y concédenos servirte de todo corazón, para que percibamos el fruto de tu misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. 
R.: Amén.
 
LITURGIA DE LA PALABRA
 
PRIMERA LECTURA
(Is 50,5-9a)
 
Lector: Lectura del libro de Isaías.

El Señor Dios me abrió el oído;
yo no resistí ni me eché atrás.
Ofrecí la espalda a los que me golpeaban,
las mejillas a los que mesaban mi barba;
no escondí el rostro ante ultrajes y salivazos.
El Señor Dios me ayuda.
por eso no sentía los ultrajes;
por eso endurecí el rostro como pedernal,
sabiendo que no quedaría defraudado.
Mi defensor está cerca,
¿quién pleiteará contra mí?
Comparezcamos juntos,
¿quién me acusará?
Que se acerque.
Miren, el Señor Dios me ayuda,
¿quién me condenará?

Lector: Palabra de Dios.
R.: Te alabamos, Señor.
 
SALMO RESPONSORIAL
(Sal 115 (114))
 
R. Caminaré en presencia del Señor
en el país de los vivos.

Amo al Señor, porque escucha
mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco. R.
 
Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
«Señor, salva mi vida». R.
 
El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas, me salvó. R.

Arrancó mi alma de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.
Caminaré en presencia del Señor
en el país de los vivos. R.
 
 
SEGUNDA LECTURA
(St 2,14-18)
 
Lector: Lectura de la carta del apóstol Santiago.

¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Podrá acaso salvarlo esa fe? Si un hermano o una hermana andan desnudos y faltos del alimento diario y uno de ustedes les dice: «Vayan en paz, abríguense y sáciense», pero no les da lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve?
Así es también la fe: si no tiene obras, está muerta por dentro. Pero alguno dirá:
«Tú tienes fe y yo tengo obras, muéstrame esa fe tuya sin las obras, y yo con mis obras te mostraré la fe».

Lector: Palabra de Dios.
R.: Te alabamos, Señor.
 
 
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
 
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
 
DIOS ME LIBRE DE GLORIARME SI NO ES EN LA CRUZ DEL SEÑOR, POR LA CUAL EL MUNDO ESTÁ CRUCIFICADO PARA MÍ, Y YO PARA EL MUNDO. 
 
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
 
Mientras tanto, el sacerdote, cuando se utiliza incienso, lo coloca en el incensario. El diácono, que proclamará el Evangelio, inclinándose profundamente ante el sacerdote, pide en voz baja la bendición:
V.: Padre, dame tu bendición.

El sacerdote dice en voz baja:
Pres.: El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que anuncies dignamente su Evangelio; en el nombre del Padre, y del Hijo  y del Espíritu Santo.

El diácono hace la señal de la cruz y responde:
V.: Amén.

Pero si no está presente el diácono, el sacerdote, inclinado ante el altar, dice en secreto:
Purifica mi corazón y mis labios, Dios todopoderoso, para que pueda anunciar dignamente tu santo Evangelio.
 
EVANGELIO
(Mc 8,27-35)
 
Después el diácono (o el sacerdote) va al ambón, y dice:
V.: El Señor esté con ustedes.
R.: Y con tu espíritu.

El diácono (o el sacerdote), dice:
✠ Lectura del santo Evangelio según san Marcos.
y, mientras tanto, hace la señal de la cruz sobre el libro y luego sobre sí mismo, en la frente, la boca y el pecho.
R.: Gloria a ti, Señor.
 
Luego el diácono o el sacerdote, si procede, inciensa el libro y proclama el Evangelio.
V.: En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que soy yo?».
Ellos le contestaron:
«Unos, Juan el Bautista; otros, Elías, y otros, uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y ustedes, ¿quién dicen que soy?».
Tomando la palabra Pedro le dijo:
«Tú eres el Mesías».
Y les conminó a que no hablaran a nadie acerca de esto.
Y empezó a instruirlos:
«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días».
Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Pero él se volvió y, mirando a los discípulos, increpó a Pedro:
«¡Ponte detrás de mí, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!».
Y llamando a la gente y a sus discípulos les dijo:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará. Pues ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma?».

V.:  Palabra del Señor.
R.:  Gloria a ti, Señor Jesús.
 
Luego besa el libro, diciendo la oración en silencio.
 
HOMILÍA
 
Luego se pronuncia la homilía, que es responsabilidad del sacerdote o diácono; Es obligatorio todos los domingos y días festivos y también recomendado el resto de días.
 
CREDO
(Símbolo de los Apóstoles)
 
Acabada la homilía, se hace la profesión de fe
 
R.: Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,
En las palabras que siguen, hasta María Virgen, todos se inclinan:
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
 
PLEGARIA UNIVERSAL
 
Pres.: Elevemos nuestras súplicas al Padre, pidiendo atienda todos los deseos de nuestro corazón y digamos:
R.: Escucha, Padre, nuestra oración.
 
1.  Por el Papa, para que sustentado en el gran amor de Jesucristo, sea anunciador fiel de la Palabra, y la Iglesia, fortalecida por el Espíritu Santo, camine siempre por la senda que la conduce a Dios. Oremos. R.
 
2. Por los gobernantes de las naciones, para que con sus actuaciones alivien los sufrimientos y las necesidades de sus pueblos. Oremos. R.
 
3. Por los que viven sin ilusión y sin sentido, para que Cristo se haga presente en sus vidas y las ilumine. Oremos. R.
 
4. Por todos los enfermos y sus familiares, para que unan su sufrimiento al de Cristo y así, sus dolencias sean fuente de esperanza, y por su consuelo, sientan alivio y paz. Oremos. R.

5. Por todos los que celebramos esta Eucaristía, y por aquellos que no han podido asistir, para que el ejemplo de Cristo haga más llevadera la cruz de cada día. Oremos. R.
 
Pres.: Terminemos rezando juntos la oración por el Año Jubilar de la Iglesia en Minecraft.
 
Todos: Señor, a ti elevamos nuestros corazones llenos de gratitud/ por la bendición de los últimos 10 años de nuestra comunidad./ Ante ti, reconocemos la importancia de este espacio virtual/ que une corazones, promueve amistades y fortalece lazos fraternos/ entre los que buscan la fe./ Tú que eres amigo de los jóvenes, guíanos en este jubileo/ para que podamos ser verdaderos testigos de tu amor y de tu verdad,/ inspirando a otros jóvenes a seguir tus pasos./ Por Cristo nuestro Señor.
R.: Amén.
 
LITURGIA EUCARÍSTICA
 
PRESENTACIÓN DE LOS DONES
 
Terminado lo anterior, comienza el canto para el ofertorio. Mientras tanto, los ministros colocan sobre el altar el corporal, el purificador, el cáliz, la palia y el misal.

TE OFRECEMOS, PADRE NUESTRO,
CON EL VINO Y CON EL PAN
NUESTRAS PENAS Y ALEGRÍAS,
EL TRABAJO Y NUESTRO AFÁN.

COMO EL TRIGO DE LOS CAMPOS,
BAJO EL SIGNO DE LA CRUZ,
SE TRANSFORMAN NUESTRAS VIDAS
EN EL CUERPO DE JESÚS. R.

ESTOS DONES SON EL SIGNO
DEL ESFUERZO DE UNIDAD,
QUE LOS HOMBRES REALIZAMOS
EN EL CAMPO Y LA CIUDAD. R.

ES TU PUEBLO QUIEN TE OFRECE,
CON LOS DONES DEL ALTAR,
LA NATURALEZA ENTERA
ANHELANDO LIBERTAD. R.

Conviene que los fieles expresen su participación en la ofrenda, bien sea llevando el pan y el vino para la celebración de la Eucaristía, bien presentando otros dones para las necesidades de la Iglesia o de los pobres. 
 
El sacerdote, de pie ante el altar, recibe la patena con el pan en las manos y, levantándola un poco por encima del altar, dice la oración en silencio. Luego coloca la patena con el pan sobre el corporal.
 
El diácono o sacerdote vierte vino y un poco de agua en el cáliz, orando en silencio.
 
Luego, el sacerdote recibe el cáliz en sus manos y, levantándolo un poco por encima del altar, dice la oración en silencio: luego, coloca el cáliz sobre el corporal.
 
Luego el sacerdote, profundamente inclinado, reza en silencio.
 
Y, si procede, inciensar las ofrendas, la cruz y el altar. Después, el diácono u otro ministro inciensa al sacerdote y al pueblo.
 
Luego, el sacerdote, de pie junto al altar, se lava las manos y dice la oración en silencio.
 
El sacerdote, de pie en el centro del altar, dice:
Pres.: Oren, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.
R.: El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
 
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
 
Luego el sacerdote dice la oración sobre las ofrendas:
Pres.: Sé propicio a nuestras súplicas, Señor, y recibe complacido estas ofrendas de tus siervos, para que la oblación que ofrece cada uno en honor de tu nombre sirva para la salvación de todos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R.: Amén.
 
PREFACIO
(La salvación por la obediencia de Cristo)
 
El sacerdote comienza la plegaria eucarística con el prefacio. Dice:
Pres.: El Señor esté con ustedes.
R.: Y con tu espíritu.

El sacerdote prosigue:
Pres.: Levantemos el corazón.
R.: Lo tenemos levantado hacia el Señor.

El sacerdote añade:
Pres.: Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R.: Es justo y necesario.

El sacerdote prosigue el prefacio.
Pres.: En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque tu amor al mundo fue tan misericordioso que no sólo nos enviaste como redentor a tu propio Hijo, sino que en todo lo quisiste semejante al hombre, menos en el pecado, para poder así amar en nosotros lo que amabas en él. Con su obediencia has restaurado aquellos dones que por nuestra desobediencia habíamos perdido. 
Por eso, ahora nosotros, llenos de alegría, te aclamamos con los ángeles y los santos diciendo:
 
En unión con el pueblo, concluye el prefacio, cantando o diciendo en voz alta:
R.:  Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.
 
PLEGARIA EUCARÍSTICA II
 
El sacerdote dice:
Pres.: SANTO eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad;
 
Pres.: Por eso te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu, de manera que se conviertan para nosotros en el Cuerpo y  la Sangre de Jesucristo, nuestro Señor.
 
El relato de la institución de la Eucaristía debe darse de forma clara y audible, como lo exige su naturaleza.
Pres.: Él cual, cuando iba a ser entregado a su pasión, voluntariamente aceptada,
Toma el pan y, manteniéndolo un poco elevado sobre el altar, continúa:
tomó pan, dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos.
Muestra al pueblo la hostia consagrada, la coloca en la patena y hace una genuflexión en adoración.
 
El sacerdote prosigue:
Pres.:  Del mismo modo, acabada la cena,
Toma el cáliz en sus manos y, manteniéndolo ligeramente elevado sobre el altar, continúa:
tomó el cáliz, y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos.
Muestra el cáliz al pueblo, la coloca sobre su cuerpo y hace una genuflexión en adoración.
 
El sacerdote prosigue:
Pres.: Éste es el Sacramento de nuestra fe.
R.: Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
 
Después, el sacerdote, con las manos extendidas dice:
Pres.: Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos el Pan de Vida y el Cáliz de Salvación, y te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia.

Pres.: Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo.
 
1C: Acuérdate, Señor de tu Iglesia, extendida por toda la tierra, y reunida aquí en el domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal; y con el Papa Juan Pablo VI, con nuestro Obispo N., y todos los pastores que cuidan de tu pueblo, llévala a su perfección por la caridad.
 
2C: Acuérdate también de nuestros hermanos que se durmieron en la esperanza de la resurrección, y de todos los que han muerto en tu misericordia; admítelos a contemplar la luz de tu rostro. 

3C:Ten misericordia de todos nosotros, y así, con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas.
 
Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:
Pres.: Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.

El pueblo aclama:
R.: Amén.
 
RITO DE COMUNIÓN
 
Una vez que ha dejado el cáliz y la patena, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Pres.: Llenos de alegría por ser hijos de Dios, digamos confiadamente la oración que Cristo nos enseñó:

Junto con el pueblo, continúa:
R.: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal

El sacerdote prosigue él solo:
Pres.: Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
El pueblo concluye la oración, aclamando:
R.: Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.

Después el sacerdote dice en voz alta:
Pres.: Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.
El sacerdote junta sus manos y concluye:
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R.: Amén.

El sacerdote añade:
Pres.: La paz del Señor esté siempre con ustedes
R.: Y con tu espíritu.

Luego, si se juzga oportuno, el diácono, o el sacerdote, añade: 
V.: En el Espíritu de Cristo resucitado, dense fraternalmente la paz.

Y cada uno, según la costumbre del lugar, se manifiesta entre sí paz, comunión y caridad; el sacerdote da la paz al diácono y a los demás ministros.
 
Luego, el sacerdote parte el pan consagrado sobre la patena y coloca un trozo en el cáliz, orando en silencio.
 
Se canta o se dice:
R.:  Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.
 
El sacerdote hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la patena, lo muestra al pueblo, diciendo:
Pres.:Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
R.: Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
 
COMUNIÓN
(No podemos caminar)
 
Después de comulgar, el sacerdote se acerca a los que quieren comulgar y les presenta el pan consagrado, diciendo a cada uno de ellos:
V.: El Cuerpo de Cristo.
El que va a comulgar responde:
R.: Amén.
 
Si se comulga bajo las dos especies, se observa el rito descrito en el misal de altar. Cuando el sacerdote comulga el Cuerpo de Cristo, comienza el canto de comunión.

NO PODEMOS CAMINAR
CON HAMBRE BAJO EL SOL,
DANOS SIEMPRE EL MISMO PAN:
TU CUERPO Y SANGRE, SEÑOR.

COMAMOS TODOS DE ESTE PAN,
EL PAN DE LA UNIDAD.
EN UN CUERPO NOS UNIÓ EL SEÑOR,
POR MEDIO DEL AMOR. R.

SEÑOR, YO TENGO SED DE TI,
SEDIENTO ESTOY DE DIOS;
PERO PRONTO LLEGARÉ A VER
EL ROSTRO DEL SEÑOR. R.

POR EL DESIERTO EL PUEBLO VA
CANTANDO SU DOLOR;
EN LA NOCHE BRILLARÁ TU LUZ,
NOS GUÍA LA VERDAD. R.


ANTÍFONA DE COMUNIÓN
(Sal 35, 8 o Cf. 1 Cor 10, 16)

Si no hay canto de comunión, se recita la antífona: 
V.: Qué inapreciable es tu misericordia, oh, Dios. Los humanos se acogen a la sombra de tus alas.
O bien:
V.: El cáliz de la bendición que bendecimos es comunión de la Sangre de Cristo; el pan que partimos es participación en el Cuerpo del Señor.

Después, el sacerdote puede ir a la sede. Si se juzga oportuno, se pueden guardar unos momentos de silencio o cantar un salmo o cántico de alabanza.
 
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos, a no ser que este silencio ya se haya hecho antes
 
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
 
Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración después de la comunión.
Pres.: Oremos.
El sacerdote, con los brazos abiertos, dice la oración:
Te pedimos, Señor, que el fruto del don del cielo penetre nuestros cuerpos y almas, para que sea su efecto, y no nuestro sentimiento, el que prevalezca siempre en nosotros. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R.: Amén.

 
RITO DE CONCLUSIÓN
 
BENDICIÓN FINAL
(Tiempo Ordinario III)
 
En este momento se hacen, si es necesario y con brevedad, los oportunos anuncios o advertencias al pueblo.
 
Después tiene lugar la despedida. El sacerdote extiende las manos hacia el pueblo y dice
Pres.: El Señor esté con ustedes.
R.: Y con tu espíritu.

Pres.: Que Dios todopoderoso los bendiga con su misericordia y les conceda la sabiduría que salva.
R.: Amén.

Pres.: Que aumente siempre en ustedes la fe y los haga perseverar en las buenas obras.
R.: Amén.

Pres.: Que enderece hacia sí los pasos de ustedes y les muestre el camino del amor y de la paz.
R.: Amén.

El sacerdote bendice al pueblo, diciendo:
Pres.: Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo  y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
R.: Amén.
 
Luego el diácono, o el sacerdote, despide al pueblo con una de las fórmulas siguientes:
V.: La alegría del Señor sea nuestra fuerza. Pueden ir en paz.
R.: Demos gracias a Dios.

Después el sacerdote se retira a la sacristía.

CANTO DE SALIDA
(¿Quien será la mujer?)

QUIÉN SERÁ LA MUJER QUE A TANTOS INSPIRÓ
POEMAS BELLOS DE AMOR.
LE RINDEN HONOR LA MÚSICA, LA LUZ,
EL MÁRMOL, LA PALABRA Y EL COLOR.

QUIÉN SERÁ LA MUJER QUE EL REY Y EL LABRADOR
LLAMAN EN SU DOLOR;
EL SABIO, EL IGNORANTE, EL POBRE Y EL SEÑOR,
EL SANTO AL IGUAL QUE EL PECADOR.

//MARÍA ES ESA MUJER
QUE DESDE SIEMPRE EL SEÑOR SE PREPARÓ,
PARA NACER COMO UNA FLOR
EN EL JARDÍN QUE A DIOS ENAMORÓ.//

QUIÉN SERÁ LA MUJER RADIANTE COMO EL SOL
VESTIDA DE RESPLANDOR,
LA LUNA A SUS PIES, EL CIELO EN DERREDOR
Y ÁNGELES CANTÁNDOLE SU AMOR.

QUIÉN SERÁ LA MUJER HUMILDE QUE VIVIÓ
EN UN PEQUEÑO TALLER,
AMANDO SIN MILAGROS, VIVIENDO DE SU FE,
LA ESPOSA SIEMPRE ALEGRE DE JOSÉ. R.