Periódico Litúrgico | XIX Domingo del Tiempo Ordinario
XIX DOMINGO DEL TIEMPO
ORDINARIO
11.08.2024
RITOS INICIALES
CANTO DE ENTRADA
Una vez reunido el
pueblo, el sacerdote se dirige al altar con los ministros, durante el canto de
entrada.
UNA LUZ
EN LA OSCURIDAD, UN ARROYO DE AGUA VIVA
UN
CANTAR A LA ESPERANZA QUIERE SER TU IGLESIA
QUIERE
SER TUS MANOS, QUIERE SER TU VOZ, QUIERE SER TU IMAGEN
MANOS
POBRES DE CRISTO,
DURAS Y
SECAS, LLENAS DE GRACIAS.
MANOS
SOLIDARIAS EN LA MISERIA
QUE
COMPARTAN LA TRISTEZA
Y LA
ALEGRIA DE VIVIR. MANOS DE AMOR Y DE PAN
MANOS DE
HOMBRES Y DE DIOS.
UNA LUZ
EN LA OSCURIDAD, UN ARROYO DE AGUA VIVA
UN
CANTAR A LA ESPERANZA QUIERE SER TU IGLESIA
QUIERE
SER TUS MANOS, QUIERE SER TU VOZ, QUIERE SER TU IMAGEN
ANTÍFONA
DE ENTRADA
(Cf. Sl 73, 20. 19. 22. 23)
Si no hay canto de
entrada, se recita la antífona:
V.: Acuérdate, Señor, de tu alianza, y no olvides para
siempre a tus pobres. Levántate, Señor, defiende tu causa y no desoigas el
clamor de los que te invocan.
Llegado al altar y
habiendo hecho la debida reverencia, besarlo en señal de veneración y, si
procede, inciensarlo. Luego todos van a las sillas.
SAUDAÇÃO
Ante la asamblea
reunida, al terminar el canto de entrada, el sacerdote dice:
Pres.: En el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
R.: Amen
El sacerdote saluda al
pueblo con una de las fórmulas siguientes:
Pres.: El Señor, que dirige nuestros corazones para que
amemos a Dios, esté con todos ustedes.
R.: Y con tu espíritu.
El sacerdote, diácono
u otro ministro debidamente preparado podrá, en breves palabras, introducir a
los fieles en la misa del día.
ACTO PENITENCIAL
Pres.: Humildes y
penitentes, como el publicano en el templo, acerquémonos al Dios justo, y
pidámosle que tenga piedad de nosotros, que también nos reconocemos pecadores.
Se hace una breve
pausa en silencio. Después, hacen todos en común la confesión de sus pecados:
R.: Yo confieso ante Dios
todo-poderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento,
palabra, obra y omisión.
Golpeándose el pecho,
dicen:
R.: Por mi culpa,
por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a
los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante
Dios, nuestro Señor.
El sacerdote concluye
con la siguiente plegaria:
Pres.: Dios todopoderoso
tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida
eterna.
R.: Amén.
Pres.: Señor, ten
piedad.
R.: Señor, ten
piedad.
Pres.: Cristo, ten
piedad.
R.: Cristo, ten piedad.
Pres.: Señor, ten piedad.
R.: Señor, ten piedad.
HIMNO DO GLÓRIA
R.: Gloria a Dios en el
cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria
te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias,
Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo,
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra
súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros.
Porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el
espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.
ORACION COLECTA
Acabado el himno, el
sacerdote, con las manos juntas, dice:
Pres.: Oremos.
Y todos, junto con el
sacerdote, oran en silencio durante unos momentos. Después el sacerdote, con
las manos extendidas, dice la
oración colecta:
Dios todopoderoso y
eterno, a quien, movidos por el Espíritu Santo, nos animamos a llamar Padre;
confirma en nuestros corazones la condición de hijos tuyos, para que podamos
entrar en la herencia prometida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos
de los siglos.
R.: Amén.
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMEIRA LECTURA
(1Rs 19, 1-8)
Leitor: Lectura del primer
libro de los Reyes
En aquellos días: El rey Ajab contó a Jezabel todo lo
que había hecho Elías y cómo había pasado a todos los profetas al filo de la
espada. Jezabel envió entonces un mensajero a Elías para decirle: “Que
los dioses me castiguen si mañana, a la misma hora, yo no hago con tu vida lo
que tú hiciste con la de ellos”. Él tuvo miedo, y partió en seguida para
salvar su vida. Llegó a Berseba de Judá y dejó allí a su sirviente. Luego Elías
caminó un día entero por el desierto, y al final se sentó bajo una retama.
Entonces se deseó la muerte y exclamó: “¡Basta ya, Señor! ¡Quítame la
vida, porque yo no valgo más que mis padres!” Se acostó y se quedó
dormido bajo la retama. Pero un ángel lo tocó y le dijo: “¡Levántate,
come!” Él miró y vio que había a su cabecera una galleta cocida
sobre piedras calientes y un jarro de agua. Comió, bebió y se acostó de nuevo. Pero
el Ángel del Señor volvió otra vez, lo tocó y le dijo: “¡Levántate,
come, porque todavía te queda mucho por caminar!” Elías se levantó,
comió y bebió, y fortalecido por ese alimento caminó cuarenta días y cuarenta
noches hasta la montaña de Dios, el Horeb.
Leitor: Palabra de Dios.
R.: Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
(Sl 33)
R. Gusten y vean qué
bueno es el Señor!
Bendeciré al Señor en
todo tiempo, su alabanza estará siempre en mis labios. Mi alma se gloría en el
Señor: que lo oigan los humildes y se alegren.
Glorifiquen conmigo al
Señor, alabemos su Nombre todos juntos. Busqué al Señor: Él me respondió y me
libró de todos mis temores.
Miren hacia Él y
quedarán resplandecientes, y sus rostros no se avergonzarán. Este pobre hombre
invocó al Señor: Él lo escuchó y lo salvó de sus angustias.
El Ángel del Señor
acampa en torno de sus fieles, y los libra. ¡Gusten y vean qué bueno es el
Señor! ¡Felices
los que en Él se refugian!
SEGUNDA LECTURA
(Ef 4, 30-5, 2)
Leitor: Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los
cristianos de Éfeso
Hermanos:
No entristezcan al Espíritu Santo de Dios, que los ha marcado con un sello para
el día de la redención. Eviten la amargura, los arrebatos, la ira, los gritos,
los insultos y toda clase de maldad. Por el contrario, sean mutuamente buenos y
compasivos, perdonándose los unos a los otros como Dios los ha perdonado en
Cristo. Traten de imitar a Dios, como hijos suyos muy queridos. Practiquen el
amor, a ejemplo de Cristo, que nos amó y se entregó por nosotros, como ofrenda
y sacrificio agradable a Dios.
Leitor: Palabra de Dios.
R.: Te alabamos, Señor.
ACLAMACION AL EVANGELIO
(Aleluia!)
ALELUIA, ALELUIA,
ALELUIA!
ALELUIA, ALELUIA,
ALELUIA!
YO SOY EL PAN VIVO
BAJADO DEL CIELO,
EL QUE COMA DE ESTE
PAN VIVIRÁ ETERNAMENTE
ALELUIA,
ALELUIA, ALELUIA!
ALELUIA,
ALELUIA, ALELUIA!
Mientras tanto, el
sacerdote, cuando se utiliza incienso, lo coloca en el incensario. El diácono,
que proclamará el Evangelio, inclinándose profundamente ante el sacerdote, pide
en voz baja la bendición:
℣.: Dame tu bendición.
El sacerdote dice en
voz baja:
Pres.: Que el Señor esté en
vuestro corazón y en vuestros labios para que podáis proclamar dignamente su
Evangelio: en el nombre del Padre y del Hijo + y del Espíritu Santo.
El diácono hace la
señal de la cruz y responde:
℣.: Amén.
Si no hay diácono, el
sacerdote, inclinándose ante el altar, reza en silencio.
EVANGELIO
(Jo 6, 41-51)
Después el diácono (o el sacerdote) va al ambón, y
dice:
V.: El Señor esté con
ustedes.
R.: Y con tu espíritu.
El diácono (o el sacerdote), dice:
V.: Del santo Evangelio
según San Juan
y, mientras tanto, hace la señal de la cruz sobre
el libro y luego sobre sí mismo, en la frente, la boca y el pecho.
R.: Gloria a ti, Señor.
Luego el diácono o el sacerdote, si procede, inciensa el libro y
proclama el Evangelio.
℣.: En aquel tiempo, Los
judíos murmuraban de Jesús, porque había dicho: “Yo soy
el pan bajado del cielo”. Y
decían: “¿Acaso
este no es Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre.
¿Cómo puede decir ahora: “Yo he bajado del cielo?”” Jesús tomó la palabra
y les dijo: “No murmuren entre
ustedes. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y Yo lo
resucitaré en el último día. Está escrito en el libro de los Profetas: “Todos serán
instruidos por Dios”. Todo el que oyó al Padre y recibe su enseñanza, viene a
mí. Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de
Dios: sólo Él ha visto al Padre. Les aseguro que el que cree, tiene Vida
eterna. Yo soy el pan de Vida. Sus padres, en el desierto, comieron el maná y
murieron. Pero éste es el pan que desciende del cielo, para que aquél que lo
coma no muera. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan
vivirá eternamente, y el pan que Yo daré es mi carne para la Vida del mundo”.
V.: Palabra del Señor.
R.: Gloria a ti, Señor
Jesús.
Luego besa el libro,
diciendo la oración en silencio.
HOMILÍA
Luego se pronuncia la
homilía, que es responsabilidad del sacerdote o diácono; Es obligatorio todos
los domingos y días festivos y también recomendado el resto de días.
CREDO
(Símbolo de los Apostoles)
Acabada la homilía, se
hace la profesión de fe
℟.: Creo en Dios, Padre
todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único
Hijo, nuestro Señor,
En las palabras que
siguen, hasta María Virgen, todos se inclinan:
que fue concebido por
obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el
poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los
infiernos,
al tercer día resucitó
de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios,
Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en
el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el
perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Pres.: Oremos, hermanos, a nuestro
Señor Jesucristo, para que, acordándose de su promesa, escuche la oración de
los que nos hemos reunido en su nombre:
℟.: Escucha, Señor,
nuestra oración.
1. Por la paz que desciende del cielo, por la
unión de las Iglesias y por la salvación de nuestras almas, roguemos al Señor.
2. Por los que trabajan
por el bien de los pobres, por los que ayudan a los ancianos y por los que
cuidan a niños y desvalidos, roguemos al Señor.
3. Por los que están
abatidos o sometidos a una prueba, por los que están en peligro, por el retorno
de los extraviados y por la libertad de los encarcelados, roguemos al Señor.
4. Por los que en este
momento están orando con nosotros, por los que han pedido nuestras oraciones y
por el reposo eterno de nuestros hermanos difuntos, roguemos al Señor.
Pres.: Terminemos rezando juntos la
oración por el Año Jubilar de la Iglesia en Minecraft.
Todos: Señor, a Ti elevamos nuestros
corazones llenos de gratitud/ por la bendición de los últimos 10 años de
nuestra comunidad./ Ante Ti reconocemos la importancia de este espacio virtual/
que une corazones, promueve amistades y fortalece lazos fraternos/ entre
quienes buscan la fe./ Te pedimos, oh Señor,/ derrames tu gracia sobre los
corazones de los jóvenes de nuestra comunidad,/ para que puedan discernir y
abrazar generosamente las vocaciones/ a las que Tú los llamas, ya sea en la
vida matrimonial, religiosa o laical. Por Cristo Nuestro Señor.
℟.: Amén.
LITURGIA EUCARÍSTICA
PRESENTACIÓN DE LAS
OFRENDAS
Es recomendable que
los fieles expresen su participación trayendo una ofrenda, ya sea pan y vino
para la celebración de la Eucaristía, u otra donación para ayudar a la
comunidad y a los pobres.
El sacerdote, de pie
ante el altar, recibe la patena con el pan en las manos y, levantándola un poco
por encima del altar, dice la oración en silencio. Luego coloca la patena con
el pan sobre el corporal.
El diácono o sacerdote
vierte vino y un poco de agua en el cáliz, orando en silencio.
Luego, el sacerdote
recibe el cáliz en sus manos y, levantándolo un poco por encima del altar, dice
la oración en silencio: luego, coloca el cáliz sobre el corporal.
Luego el sacerdote,
profundamente inclinado, reza en silencio.
Y, si procede,
inciensar las ofrendas, la cruz y el altar. Después, el diácono u otro ministro
inciensa al sacerdote y al pueblo.
Luego, el sacerdote,
de pie junto al altar, se lava las manos y dice la oración en silencio.
INVITACIÓN A LA
ORACIÓN
El sacerdote, de pie
en el centro del altar, dice:
Pres.: Oremos, hermanos, para
que, llevando al altar los gozos y las fatigas de cada día, nos dispongamos a
ofrecer el sacrificio agradable a Dios, Padre todopoderoso.
℟.: El Señor reciba de tus
manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y
el de toda su santa Iglesia.
ORACIÓN SOBRE LAS
OFRENDAS
Luego el sacerdote
dice la oración sobre las ofrendas:
Pres.: Padre de bondad,
acepta los dones que misericordiosamente has dado a tu Iglesia y que, con tu
poder, conviertes en sacramento de salvación. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
℟.: Amén.
PREFÁCIO
(El hombre salvado por el hombre)
El sacerdote comienza
la plegaria eucarística con el prefacio. Dice:
Pres.: El Señor esté con
ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.
El sacerdote prosigue:
Pres.: Levantemos el corazón.
℟.: Lo tenemos levantado
hacia el Señor.
El sacerdote añade:
Pres.: Demos gracias al
Señor, nuestro Dios.
℟.: Es justo y necesario.
El sacerdote prosigue
el prefacio.
Pres.: En verdad es justo y
necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor,
Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Porque reconocemos como obra de tu
poder admirable haber socorrido nuestra débil naturaleza con la fuerza de tu
divinidad, y haber provisto el remedio en la misma debilidad humana; así donde
estuvo nuestra ruina obraste nuestra salvación, por Jesucristo, Señor nuestro. Por
él, adoran tu grandeza los ángeles que se alegran eternamente en tu presencia. Permítenos
asociarnos a sus voces, cantando alegremente:
En unión con el
pueblo, concluye el prefacio, cantando o diciendo en voz alta:
℟.: Santo, Santo es el
Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el
cielo.
PLEGARIA EUCARÍSTICA
III
El sacerdote dice:
Pres.: Santo eres en verdad, Padre, y con razón te
alaban todas tus criaturas, ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con
la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas todo, y congregas a tu
pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha desde
donde sale el sol hasta el ocaso.
Pres.: Por eso, Padre, te
suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado
para ti, de manera que sean Cuerpo y Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor
nuestro, que nos mandó celebrar estos misterios.
El relato de la
institución de la Eucaristía debe darse de forma clara y audible, como lo exige
su naturaleza.
Pres.: Porque el mismo, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan,
Toma el pan y, manteniéndolo
un poco elevado sobre el altar, continúa:
tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus
discípulos.
Muestra al pueblo la
hostia consagrada, la coloca en la patena y hace una genuflexión en adoración.
El sacerdote prosigue:
Pres.: Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz,
Toma el cáliz en sus
manos y, manteniéndolo ligeramente elevado sobre el altar, continúa:
y, dándote gracias de
nuevo, lo pasó a sus discípulos.
Muestra el cáliz al
pueblo, la coloca sobre su cuerpo y hace una genuflexión en adoración.
El sacerdote prosigue:
Pres.: Éste es el Sacramento
de nuestra fe!
℟.: Cada vez que comemos
de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que
vuelvas.
Después, el sacerdote,
con las manos extendidas dice:
Pres.: Así, pues, Padre, al
celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable
resurrección, y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te
ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.
Pres.: Dirige tu mirada sobre
la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la Víctima por cuya inmolación
quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la
Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo
cuerpo y un solo espíritu.
1C: Que él nos transforme
en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos:
con Maria, la Virgen, Madre de Dios, los apóstoles y los mártires, y todos los
santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.
2C: Te pedimos, Padre, que
esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo entero.
Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu
servidor, el Papa Juan Pablo VI, a nuestro Obispo N., al orden episcopal, a los
presbíteros y diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti.
2C: Atiende los
deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia. Reúne en
torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo.
3C: A nuestros hermanos
defuntos, y a cuantos murieron en tu amistad, recíbelos en tu Reino, donde
esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo
Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
Toma la patena con el
pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:
Pres.: Por Cristo, con
él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo
honor y toda gloria por los siglos de los
siglos.
El pueblo aclama:
℟.: Amen.
RITO DE LA COMUNIÓN
Una vez que ha dejado
el cáliz y la patena, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Pres.: El amor de Dios ha
sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado;
digamos con fe y esperanza:
Junto con el pueblo,
continúa:
℟.: Padre nuestro, que
estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase
tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos
ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal
El sacerdote prosigue él solo:
Pres.: Líbranos de todos los
males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu
misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda
perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador
Jesucristo.
El pueblo concluye la
oración, aclamando:
℟.: Tuyo es el reino, tuyo
el poder y la gloria, por siempre, Señor.
Después el sacerdote dice en voz alta:
Pres.: Señor Jesucristo, que
dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no tengas
en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra,
concédele la paz y la unidad.
El sacerdote junta sus
manos y concluye:
Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos.
℟.: Amén.
El sacerdote añade:
Pres.: A paz do Senhor esteja sempre convosco. La paz del
Señor esté siempre con ustedes
℟.: Y con tu espíritu.
SALUDO DE PAZ
Luego, si procede, el
diácono o sacerdote dice:
℣.: En Cristo, que nos ha
hecho hermanos con su cruz, dense la paz como signo de reconciliación.
Y cada uno, según la
costumbre del lugar, se manifiesta entre sí paz, comunión y caridad; el
sacerdote da la paz al diácono y a los demás ministros.
FRACCIÓN DE PAN
Luego, el sacerdote parte
el pan consagrado sobre la patena y coloca un trozo en el cáliz, orando en
silencio.
Se canta o se dice:
℟.: Cordero de Dios, que
quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que
quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que
quitas el pecado del mundo, danos la paz.
El sacerdote hace
genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la
patena, lo muestra al pueblo, diciendo:
Pres.:Éste es el Cordero de
Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del
Señor.
℟.: Señor, no soy digno de
que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
COMUNIÓN
Después de comulgar,
el sacerdote se acerca a los que quieren comulgar y les presenta el pan
consagrado, diciendo a cada uno de ellos:
℣.: El Cuerpo de Cristo.
El que va a comulgar responde:
℟.: Amen.
Si se comulga bajo las dos especies, se observa el
rito descrito en el misal de altar. Cuando el sacerdote comulga el Cuerpo de
Cristo, comienza el canto de comunión.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN
(Cf. Sl 147, 12. 14)
℣.: Jerusalén, glorifica
al Señor tu Dios, que te sacia con lo mejor del trigo.
Después, el sacerdote puede ir a la sede. Si se juzga oportuno, se
pueden guardar unos momentos de silencio o cantar un salmo o cántico de
alabanza.
Y todos, junto con el
sacerdote, oran en silencio durante unos momentos, a no ser que este silencio
ya se haya hecho antes
ORACIÓN DESPUÉS DE LA
COMUNIÓN
Después el sacerdote,
con las manos extendidas, dice la oración después de la comunión.
Pres.: Oremos.
El sacerdote, con los
brazos abiertos, dice la oración:
Padre, que la comunión
de tus sacramentos nos alcance la salvación y nos confirme en la luz de tu
verdad. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
℟.: Amén.
RITO DE CONCLUSIÓN
FINAL BENDICIÓN FINAL
(Tempo Comum )
En este momento se
hacen, si es necesario y con brevedad, los oportunos anuncios o advertencias al
pueblo.
Después tiene lugar la
despedida. El sacerdote extiende las manos hacia el pueblo y dice
Pres.: El Señor esté con
ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.
El sacerdote bendice
al pueblo, diciendo:
Pres.: La bendición de Dios
todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
℟.: Amén.
Luego el diácono, o el
sacerdote, despide al pueblo con una de las fórmulas siguientes:
℣.: En el nombre del
Señor, pueden ir en paz.
℟.: Demos gracias a Dios.
Después el sacerdote
se retira a la sacristía.